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  • Giorgio Armani, el 'rey' de la moda italiana, muere a los 91 años

    » Diario Cordoba

    Fecha: 05/09/2025 00:17

    El diseñador Giorgio Armani, buque insignia de la moda italiana durante más de cuatro décadas, ha muerto este jueves a los 91 años en Milán. Hombre milagro hecho a sí mismo, encarnación del ‘made in Italy’ y adicto al trabajo casi hasta el último aliento, el diseñador ha fallecido tras una breve hospitalización debido a una infección pulmonar rodeado de los suyos. Una leyenda nunca desmentida por el propio Armani y sobre la que él mismo solía bromear cuenta que, en ocasiones, se daba una vuelta por sus oficinas por la noche para comprobar que las luces estaban apagadas. Perfeccionista hasta la extenuación e “incansablemente quisquilloso en la reiteración de su manera de entender la moda como estilo de vida” según Paola Pollo (autora del biográfico ‘Los tontos nunca son elegantes’), su adiós tiñe de luto al mundo de la moda. Para muchos, Armani fue el rey de un tipo concreto de elegancia: aquella que es discreta, sin estridencias, eso que hoy se ha rebautizado como lujo silencioso. Inventor del estilo casual, en los 80 propuso algo tan novedoso como que la moda también podía ser cómoda. Su sastrería contemporánea para hombres y mujeres (en eso, la fluidez de género, también fue un pionero), sus trajes desestructurados y su fe inquebrantable en una paleta formada por un escaso puñado de colores básicos -el beige, el azul, el negro y el gris – forjaron un estilo muy imitado que no necesita presentación. A él se le atribuye el 'greige', esa mezcla de gris y beige que nunca ha dejado de estar de moda. “Me gusta el color fango, como el del Trebbia después de ciertos días de lluvia”, solía decir. “Estar al margen de la moda es el máximo de la moda. Es una forma sutil de esnobismo que, sin embargo, no está al alcance de todo el mundo. Es necesario ser deliberadamente ‘demodé’” es otra de sus frases que encapsulan su manera de ser. Pragmático y con cierta alergia a los alardes y los flashes, solo tenía un cuadro colgado en casa (un ‘matisse’ que le regaló Eric Clapton) y solía decir que la elegancia es inteligencia y mesura. Armani fue pionero en lo empresarial y lo marketiniano. A finales de los 70 empezó a vestir a estrellas de Hollywood, pero no a cualquiera. Entendió el poder mediático de la alfombra roja antes que nadie, cuando las actrices no confiaban el vestuario de sus apariciones públicas en nombres conocidos. Diane Keaton en 1978 fue una de las primeras, luego llegaron Julia Roberts, George Clooney, Jodie Foster, Glenn Close, Cate Blanchett, Anne Hathaway o Tina Turner. Giorgio Armani ha fallecido en Milán a los 91 años. / DANIEL DAL ZENNARO / EFE Pero el altavoz que catapultó su estilo a todo el mundo tiene un rostro: el de Richard Gere en ‘American Gigolo’, el bombazo de erotismo dirigido por Paul Schrader que convirtió en objeto de deseo sus trajes sin hombreras ni costuras y sus pantalones holgados. Luego llegarían ‘Los intocables’, ‘Uno de los nuestros’, ‘Corrupción en Miami’, ‘Gattaca’ y su última colaboración con Scorsese en ‘El lobo de Wall Street’. A las mujeres, Armani las dotó en los 80 justamente de aquello que les quitó a los hombres: hombreras, el símbolo de poder que necesitaba una década repleta de yuppies, ‘power dressing’ y una nueva generación de ejecutivas dispuestas a comerse su ansiado trozo del pastel. “Creo haber liberado al hombre de esos “trajecitos sastres” grises que castigaban al cuerpo y lo hacían parecer encerrado en una cajita”, dijo. Fue en 1980 cuando Armani firmó la primera de sus licencias, un modelo de negocio que le catapultaría como empresario a boutiques de diseño, grandes almacenes y tiendas de ‘dutty free’ de aeropuertos de todo el planeta. Tras su contrato con L’Òreal para lanzar sus exitosísimos perfumes, su marca se expandió a un ritmo frenético: en 1981 nació Emporio Armani, dirigida a un público más joven, en 1987 abrió mercado en Japón, en 1988 se alió con Luxottica y en 1991 abrió su primera tienda en Nueva York de Armani Exchange, precursora del ‘fast fashion’. En 1999 rechazó ser comprado por los dos gigantes del lujo francés en manos de Bernard Arnault y François Henri-Pinault. Se estrenó en la Alta Costura de París en 2005 bajo el nombre de Privé y cinco años más tarde inauguró el primero de sus hoteles en Dubai, en por entonces el rascacielos más alto del mundo. Para entonces ya había creado una colección de decoración para el hogar, un café, librerías y abierto un restaurante Nobu en Milán. Todo esto lo consiguió un hombre sin apenas estudios (tres años de Medicina, que abandonó para cumplir el servicio militar), que empezó trabajando en los almacenes Rinascente y en 1964 fichó por Nino Cerruti, el primero que vio en él a un estilista, más a que a un diseñador de alfiler en mano. Poco después conoció al que sería su primer gran amor y mano derecha en el trabajo, Sergio Galeotti, fallecido prematuramente a los 40 años, en 1985, con quien fundó Armani un 24 de julio de 1975. ¿Cómo consiguió un niño nacido en la Italia de Mussolini en 1934, con una infancia marcada por las bombas de la Segunda Guerra Mundial, algo así? Le ayudaron sin duda una ética de trabajo calvinista, una obsesión por controlar los detalles y el oficio y un férreo equilibrio entre la fantasía y el realismo. “El estilo es elegancia, no extravagancia. Lo importante no es hacerse notar, sino recordar”. Y así recordará el mundo a este coloso de la moda.

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