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Parana » Radio La Voz
Fecha: 02/09/2025 17:00
En los pasillos ya corre como pólvora: los últimos hechos del escándalo de corrupción empiezan a corroer la imagen de Milei y, con ella, la economía. Pero la cosa no termina ahí. En el nuevo mundo de las redes, no hay juez ni sentencia que impida que la sociedad hable de lo que quiera. Y lo que se viene no es poco: videos y audios que acreditan una supuesta asociación ilícita. Una maquinaria aceitada de recaudación integrada por Javier y Karina, Martín y Lule Menem. Dicen que si hay audios y fotos… también hay videos. La paranoia es ese murmullo que nunca calla en los pasillos: todos miran de reojo, todos creen que hay un micrófono escondido atrás de cada planta o una cámara en el reloj de pared; nadie confía en nadie, porque lo que hoy se dice en voz baja mañana aparece en un audio filtrado. Es la sensación de que las paredes escuchan, de que el fantasma del traidor siempre ronda, y que en cualquier momento la sombra que te sonríe puede ser la que te entregue. —Me contaron que aparecen grabaciones de Sturzenegger acosando empleadas y hasta audios de Toto Caputo —susurró Grillo del Rincón, con tono de quien no quiere levantar la perdiz. —En la Casa Rosada la paranoia viene de largo —respondió Perro Vizcachón—. Por eso, cuando asumió Guillermo Francos montaron un esquema de inteligencia para frenar filtraciones y detectar a los que juegan a dos puntas. —Pero ya ves cómo salió —bufó Perro Auditor—. Ese esquema terminó echando gente a mansalva. Y ya se sabe: todo desocupado se convierte en conspirador. Los audios se filtran igual. Son interminables. —Es como lo del Turco Kueider —intervino Grillito, levantando el dedo—. Ponés cámaras y sistemas de seguridad, pero te olvidás de cambiar la clave cuando rajás a alguien. Y después… ¡boom! El archivo se reproduce solo. —El problema para el viejo gagá de Francos es otro —remató Perro Marrón, golpeando la mesa—. Una de las denunciantes del juez Maraniello resulta ser nada menos que su propia sobrina. Eso sí que no lo vio venir. Mientras tanto, los pasillos huelen a pólvora digital. Lo que no logran las causas judiciales, lo sueltan los micrófonos y las cámaras que nunca se apagan. Los diálogos y contenidos de las Charlas de Pasillo son inventados. Salvo indicación contraria, todos los nombres, personajes, negocios, lugares, eventos e incidentes son producto de la imaginación, alucinaciones, fantasías o visiones del autor. Cualquier parecido con personas reales, vivas, muertas o condenadas, o con eventos reales, es pura coincidencia. Las Charlas de Pasillo contienen humor negro, ironía y lenguaje fuerte. Se recomienda discreción para quienes todavía creen que los pasillos no hablan.
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