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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 01/09/2025 10:33
Un trabajador utiliza un surtidor de gasolina en una estación de servicio de Brasilia (REUTERS/Adriano Machado/Archivo) La semana pasada, tres operaciones simultáneas llevadas a cabo por la Policía Federal brasileña, la Receita Federal y el Ministerio Público de San Pablo, denominadas respectivamente Carbonio Nascosto, Tank y Quasar, desmantelaron un colosal negocio en el sector de los combustibles gestionado por el principal grupo criminal de Brasil, el Primer Comando de la Capital (PCC), y basado en un modelo de integración vertical: importaciones fraudulentas de materias primas, producción y adulteración en instalaciones propias, distribución con una flota de 1.600 camiones y venta final en más de 1.000 estaciones de servicio. Estas últimas no solo servían para vender combustible adulterado, sino también como lavanderías de dinero, moviendo entre 2020 y 2024 el equivalente a unos 10.000 millones de dólares, con una evasión fiscal estimada de hasta 1.600 millones de dólares. “Esta operación constituye un ejemplo paradigmático de cómo los grupos criminales pueden dar un salto cualitativo invirtiendo en la economía legal”, explica a Infobae el analista italiano Francesco Guerra, investigador del Centro de Estudios Italiano Amistades, que se ocupa de Asuntos Internacionales y Crimen Organizado Transnacional. Como recuerda el investigador, las mafias italianas, desde los años 90 con la Cosa Nostra, comenzaron a interesarse por la economía legal, con el caso reciente de los clanes de la ‘ndrangheta, a los que se descubrió participando incluso en licitaciones europeas con sus empresas. La infiltración en los mercados legales, desde los combustibles hasta el oro y los restaurantes, genera beneficios equivalentes, si no superiores, a los del narcotráfico tradicional y con menores riesgos penales. En la operación brasileña de la semana pasada, más de 1.400 agentes registraron 350 objetivos en diez estados del país, desde simples gasolineras de las afueras hasta las lujosas oficinas de la avenida Faria Lima en San Pablo, considerada el principal centro financiero de Brasil, con decenas de instituciones financieras involucradas en la trama criminal que había puesto en marcha un sofisticado y articulado sistema de blanqueo de capitales. “Todo esto demuestra cómo el crimen se sirve de estructuras y servicios perfectamente integrados en el tejido económico-financiero para ocultar y multiplicar los ingresos ilícitos. Precisamente el efecto multiplicador es una amenaza considerable, porque corre el riesgo de ‘limpiar’ el crimen organizado, convirtiendo a sus miembros en sujetos totalmente legítimos desde el punto de vista económico, si no también desde el punto de vista político-económico”, explica Guerra a Infobae. Según el experto, lo preocupante es que, según revelan las investigaciones, nos encontramos ante una penetración sistémica del PCC en el tejido financiero del país. “No se trata de operaciones aisladas, sino que el PCC parece haber entrado en la avenida Faria Lima de forma estructurada. Está claro que algo así solo puede ocurrir en la medida en que una organización criminal tiene acceso a profesionales e instrumentos como abogados, contables, operadores financieros, fintech e intermediarios capaces de crear y gestionar estructuras societarias complejas”. Una sola empresa fintech gestionó 8.500 millones de dólares a través de cuentas ficticias, mientras que en la avenida Faria Lima el PCC controlaba al menos 40 fondos de inversión con un patrimonio de unos 5.500 millones de dólares, utilizados para adquirir instalaciones, terminales portuarias, flotas de camiones y más de 100 inmuebles de lujo. Paradójicamente, mientras la policía registraba las oficinas en la avenida Faria Lima, que cruza los barrios nobles de Pinheiros, Jardim, Itaim Bibi y Vila Olímpia, el índice bursátil de San Pablo, Bovespa, seguía una tendencia opuesta al clima local. Tras abrir con una subida del 1,6%, cerró la jornada con una ganancia del 1,32%, hasta los 141.049 puntos, el segundo valor más alto de su historia. Fotografía de una pared con pintadas alusivas a la banda criminal Primer Comando de la Capital, el 22 de marzo de 2024, en Sao Paulo (Brasil). EFE/ Isaac Fontana La reacción inmediata del Gobierno a la operación de la semana pasada fue imponer a las fintech las mismas obligaciones de transparencia bancaria que a los bancos. La medida era reclamada desde hacía tiempo tanto por la Federación Brasileña de Bancos (Febraban), que representa a los bancos convencionales, como por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). El Brasil de Lula, que rechazó la propuesta de Trump de declarar al PCC como organización terrorista, decidió no ingresar en la OCDE, a pesar de que durante los anteriores gobiernos de Michel Temer, primero, y Jair Bolsonaro, después, se había iniciado el proceso de adhesión. Los estándares que el organismo internacional exige a los países que quieren ser sus miembros son muy altos: buenas prácticas de gestión pública, apertura comercial, responsabilidad fiscal, libertad económica y un compromiso serio con la lucha contra la corrupción son requisitos básicos para ingresar. El proyecto de ley que el Ministerio de Justicia presentará en los próximos días al Congreso para establecer una legislación antimafia en Brasil también ha sido criticado por haber eliminado lo que se consideraba su punto central, es decir, la creación de una Agencia Nacional de Lucha contra las Organizaciones Criminales, inspirada en el modelo de la Dirección Investigativa Antimafia (DIA) italiana. La agencia tendría la tarea de coordinar a nivel nacional la lucha contra el crimen organizado, hoy fragmentada entre conflictos de competencias entre la policía, el ministerio público y los órganos técnicos. “Una agencia nacional permitiría una mejor coordinación entre el nivel federal y el estatal de los distintos órganos de investigación, acelerando la recuperación de patrimonios ilícitos y haciendo posible la investigación de fenómenos delictivos cada vez más complejos, que explotan la economía legal, como las redes transnacionales”, explica Guerra a Infobae. Para el experto, “desde el punto de vista de la especialización en delitos complejos, como el lavado de dinero, la extorsión sistémica, la infiltración en las licitaciones públicas, en el sector inmobiliario y en el institucional, Brasil ha alcanzado un buen nivel, aunque en muchos casos se actúa de forma descoordinada. Una agencia nacional aglutinaría las distintas competencias”. Además, se trataría de una evolución que podría beneficiar a nivel internacional. “Fenómenos como el PCC, el narcotráfico internacional o las grandes estructuras dedicadas al lavado de dinero ilícito, para ser combatidos, requieren intercambios de información rápidos, seguros y sin riesgo de dispersión. Una agencia nacional de este tipo se convertiría en un interlocutor único y estable para las investigaciones de carácter transnacional”, afirma Guerra. En el proyecto de ley se mantiene, en cambio, el punto que prevé la confiscación de los bienes del delincuente, que pasarán al Estado y, hasta un 5%, al informante que ayude a su captura. En el reciente informe publicado por Amistades titulado “Brasil, la frontera líquida del narcotráfico”, se destaca la importancia para el país latinoamericano de estar más presente en los grupos de trabajo internacionales para mejorar el intercambio de información, gracias también a la experiencia italiana desarrollada durante décadas de lucha contra la mafia. Basta pensar que la operación brasileña de la semana pasada, a pesar del gran impacto mediático, solo detuvo a seis personas. Ocho lograron escapar, tal vez incluso al extranjero, ya que también se activó a la Interpol. En una entrevista con la cadena de televisión Globonews, el director general de la Policía Federal, Andrei Rodrigues, declaró que se investigará si hubo “una filtración de información” que pudiera haber permitido a estas personas escapar. “Sería útil en el futuro potenciar las investigaciones conjuntas internacionales, creando grupos de trabajo permanentes para seguir a los sujetos y organizaciones criminales más allá de las fronteras estatales, por ejemplo, mediante intercambios de personal con países socios, grupos de trabajo sobre casos de gran relevancia y el uso sistemático de equipos de investigación conjunta para investigaciones simultáneas”, explica Guerra a Infobae. Foto del Presidente de Brasil Luiz Inacio Lula da Silva en una entrevista con Reuters en Brasilia. REUTERS/Adriano Machado El PCC tiene ahora una ramificación global, no solo en la exportación de cocaína, sino también en las redes de blanqueo y reinversión legal de este dinero. Y si todavía hay debate entre analistas brasileños e italianos sobre si definir al PCC como mafia o no, lo único seguro es que este grupo criminal ha logrado extender su influencia en 28 países del mundo, blanqueando su dinero de las formas más diversas. Desde las sociedades offshore en el Caribe hasta las casas de cambio en Paraguay y las criptomonedas, utilizando redes europeas y chinas, el PCC, como todas las organizaciones criminales, siempre va un paso por delante de quienes lo investigan. “Un aspecto fundamental en el que debemos trabajar todos juntos es precisamente el de las herramientas para acceder a las pruebas digitales y los datos en línea, incluidos los almacenados en la nube y en plataformas de criptomonedas. Pienso en tratados de asistencia judicial recíproca más ágiles, acuerdos con proveedores de servicios en la nube y plataformas de intercambio de criptomonedas, y normas para preservar las pruebas electrónicas transfronterizas”, sugiere Guerra. El mayor desafío ahora lo representa China. Casualmente, el mismo día de la operación brasileña, el 28 de agosto, la red de lucha contra los delitos financieros (FinCEN) del Departamento del Tesoro de los Estados Unidos lanzó la alarma sobre las redes de blanqueo de capitales chinas utilizadas por los cárteles mexicanos en el sistema financiero estadounidense. Una alerta que también es válida para Brasil, ya que el PCC ha comenzado a utilizar justo las redes criminales chinas para sus actividades de blanqueo. En su comunicado, la FinCEN explica cómo “las restricciones monetarias de México impiden que se depositen grandes sumas de dólares estadounidenses en instituciones financieras mexicanas, lo que dificulta la capacidad de los cárteles para blanquear fondos a través del sistema financiero formal mexicano. Las leyes de la República Popular China sobre control monetario limitan la cantidad de dinero que los ciudadanos chinos pueden transferir al extranjero cada año”. Así se unen las dos necesidades. Las redes criminales chinas con sede en Estados Unidos venden los dólares estadounidenses comprados por los cárteles de la droga con sede en México a los ciudadanos chinos que tratan de eludir las leyes chinas sobre control monetario. Como advierte Youngbee Dale, de Dale Consulting, una empresa de análisis de riesgos con sede en Estados Unidos, en el boletín East Asian Crime News, “desde 2007, las tríadas chinas son expertas en infiltrarse en el mercado fraudulento de documentos de identidad”. Por ello, podrían utilizar mulas de dinero con pasaportes no chinos. También en el blanqueo de capitales basado en el comercio (en inglés, Trade-Based Money Laundering, TBML), es decir, la técnica mediante la cual los ingresos procedentes de actividades delictivas se ocultan y transfieren a través de operaciones comerciales internacionales, los grupos delictivos chinos están utilizando a ciudadanos no chinos que depositan fondos en países con bajo nivel de sospecha. Según Youngbee Dale, las tríadas “ya están colaborando con entidades delictivas de Corea del Sur, Japón, Alemania y otros grupos no chinos o no mexicanos para blanquear los ingresos e invertir en actividades legítimas”. La apertura de Brasil a China, en gran expansión sobre todo tras los aranceles de Trump, podría hacer explotar las actividades de blanqueo de los chinos al servicio del PCC.
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