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    » Diario Cordoba

    Fecha: 01/09/2025 09:08

    Las series escandinavas triunfan en las plataformas televisivas. Parecen haber hallado la fórmula del éxito para ser capaces de trascender a otras culturas y sociedades tan distintas a ellas. Quizá se deba al realismo de sus personajes, tan normales y corrientes. Las y los protagonistas no tienen por qué ser bellezas ni tipazos ni parecer modelos de alta costura; en cuanto al carácter, pueden presentar una amplia variedad de defectos, de los que todos tenemos. En una palabra, son humanos, antihéroes, defectuosos, débiles en algunos casos. En la descripción de sus situaciones personales y sociales se adivinan intenciones educativas que las normalizan con objeto de que nadie se sienta en exclusión. La última semana me ha dejado un poco perpleja ante la muerte de tres famosos: una, la de Verónica Echegui en plena juventud, por inesperada; otra, la de Manuel de la Calva, por lo difícil de digerir que desaparezca la persona que ha puesto banda sonora a nuestra vida; y otra, la de Eusebio Poncela, el inolvidable Carlos Deza de Los gozos y la sombras. ¿Cómo podremos normalizar la muerte? Este agosto, con el país ardiendo, también ha sido aciago en muertes de personas anónimas. Precisamente, y volviendo a las series noruegas, hay una llamada Perni que comienza con la protagonista en un hospital, acompañando a su padre, al que han diagnosticado un tumor cerebral que le augura pocos meses de vida. La siguiente escena muestra a Perni indignada porque a su padre le han confundido el diagnóstico y no tiene tumor cerebral, sino que está completamente sano. Perni, que es trabajadora social, despotrica, protesta, se revuelve, incluso piensa en denunciar, mientras el padre, que es el verdaderamente afectado, permanece en silencio. La hija casi le increpa: «¿No dices nada? ¿Qué piensas?». El padre, que ha sido médico y está viudo y jubilado, le contesta que está contento, pero que no deja de pensar en el pobre desgraciado con el que le han confundido el diagnóstico y que a estas alturas estará recibiendo la terrible noticia, mientras a él acaban de hacerle el inmenso regalo de la vida. Eso sí, aprovecha el momento de euforia vital para decirle a Perni que es gay y que tiene pareja. Perni, lejos de escandalizarse o preocuparse, se alegra, se ríe y le da la enhorabuena. Cuando comunica la noticia a sus hijas y a su sobrino -hijo de su hermana fallecida-, que vive con ellos, dicen que ya lo sabían y se preguntan cómo ella no se ha dado cuenta con lo claro que está. Y es que cuando nos enfrentamos a la muerte, priorizamos y rápidamente nos damos cuenta de lo que importa y lo que no.

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