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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 01/09/2025 08:48
Gregor MacGregor convenció a cientos de británicos y europeos de invertir en el país ficticio de Poyais En la década de 1820, el escocés Gregor MacGregor, reconocido militar, aventurero y célebre estafador del siglo XIX, logró persuadir a cientos de británicos y europeos para invertir y emigrar a un país ficticio llamado Poyais. Este escándalo, que Psychology Today califica como uno de los fraudes más audaces de la historia, sigue siendo un caso de estudio sobre cómo funcionan las estafas y la desinformación, tanto en el pasado como en la actualidad. Poyais nunca existió, pero la confianza depositada en la figura de MacGregor y la narrativa cuidadosamente construida permitieron consumar el engaño, dejando enseñanzas sobre la psicología humana que aún hoy resultan relevantes. Gregor MacGregor, célebre por su experiencia militar en Centroamérica, aseguró haber recibido la concesión de una vasta franja de tierra despoblada y sin valor agrícola en la costa oriental de lo que actualmente son Honduras y Nicaragua. Aunque el territorio era prácticamente inhóspito, MacGregor organizó desde Londres una sofisticada campaña que presentaba a Poyais como una oportunidad única: un paraíso tropical de suelos fértiles, ríos llenos de oro, habitantes pacíficos y una flamante capital dotada de banco, ópera y lujosas viviendas. Para otorgar veracidad a la fantasía, publicó una extensa guía de 355 páginas, creó billetes y bonos oficiales, falsificó documentos estatales e incluso compuso un himno nacional. Cerca del 80% de los colonos que emigraron a Poyais murieron tras descubrir la inexistencia del país (Imagen Ilustrativa Infobae) Las estrategias detrás del fraude La maniobra de MacGregor se apoyó en mecanismos psicológicos que, según Psychology Today, siguen presentes en las estafas contemporáneas, especialmente en el entorno digital. Uno de los recursos principales fue el principio de escasez: advertía que las tierras de Poyais se vendían con rapidez, generando así urgencia y miedo a quedarse fuera de la supuesta inversión de oro. Además, MacGregor explotó su propia reputación militar y la empatía nacionalista, consolidando la confianza en el proyecto. Esta combinación de factores permitió recaudar, según estimaciones recogidas por el medio, una suma que en valores actuales superaría los 1.000 millones de dólares. La falsa nación de Poyais fue presentada como un paraíso con riquezas y oportunidades inexistentes El engaño tuvo consecuencias devastadoras para quienes confiaron en su relato. A finales de 1822, aproximadamente 250 colonos partieron hacia Poyais. Al desembarcar, hallaron una región hostil, sin infraestructura, cultivos ni oro. No existía ciudad, ni bancos, ni viviendas. Sin recursos y enfrentados a enfermedades tropicales, cerca del 80 % de los colonos murieron en pocos meses. Los pocos que sobrevivieron retornaron a Gran Bretaña para relatar el verdadero alcance del fraude. Ante las denuncias, MacGregor eludió cualquier responsabilidad: culpó a presuntos socios y huyó del país. Asombrosamente, evitó la cárcel y pasó el resto de su vida en Venezuela, donde vivió gracias al dinero fraudulento. La huida de MacGregor: de París a Venezuela Tras el escándalo, MacGregor huyó a París para evitar represalias y buscó repetir su fraude en el mercado francés, intentando vender bonos y reclutar nuevos colonos. Sin embargo, las autoridades francesas frustraron su plan, lo que obligó a MacGregor a regresar a Londres. Allí fue arrestado y enviado a Edimburgo, pero gracias a sus conexiones evitó la cárcel y solo fue acusado de “falsas promesas”, mientras que sus colaboradores recibieron condenas de prisión. La historia de Poyais revela cómo la manipulación y la confianza pueden facilitar grandes estafas, incluso en la actualidad Sorprendentemente, logró obtener nuevas financiaciones y continuó vendiendo tierras de su inexistente país, cambiando el nombre a “Territorio de Mosquitia”. Operó de esta manera hasta 1837, cuando el fraude dejó de ser efectivo. Finalmente, se trasladó a Venezuela, donde fue recibido con honores por sus antiguos compañeros de armas, obtuvo la nacionalidad y disfrutó de los salarios acumulados. Psychology Today subraya que el éxito del escocés se debió, en gran medida, a una paradoja universal: los mismos instintos sociales que nos ayudan a confiar unos en otros pueden ser utilizados en nuestra contra. La historia de MacGregor y Poyais demuestra que la psicología del engaño trasciende épocas y fronteras, y sigue vigente incluso en la era digital.
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