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  • “La IA no va a reemplazar abogados pero sí va a dejar atrás a quienes no la usen”

    » Comercio y Justicia

    Fecha: 28/08/2025 07:07

    Lo afirma Mariana Caparrós, referente en derecho y tecnología, quien asegura que la profesión legal atraviesa un cambio de paradigma: el uso ético y estratégico de la inteligencia artificial se vuelve clave para enfrentar los desafíos del presente y no quedar rezagado frente a una transformación tecnológica que avanza a gran velocidad El impacto de la inteligencia artificial (IA) en el ámbito jurídico no sólo es inevitable sino además que ya está en marcha. Así lo sostiene Mariana Caparrós, doctora en Ciencias Jurídicas (UCA), magíster en Derecho Administrativo (Universidad Austral) y abogada (UBA), quien además se desempeña como subdirectora de Ialab, donde lidera investigaciones sobre derecho, ética e inteligencia artificial. En diálogo con Comercio y Justicia, Caparrós analizó el momento actual de la IA en el sector legal, sus potenciales beneficios, los desafíos éticos y el estado de las regulaciones a escala global. “Por ahora, la inteligencia artificial en el ámbito jurídico está en un momento inicial. Se trata de empezar a explorar qué podemos hacer y de aprender de los errores de otros, especialmente en lo que respecta a mitigar los errores asociados a su uso”, señaló Caparrós. El cambio de paradigma: la irrupción de la IA generativa Según la especialista, el verdadero punto de inflexión en el derecho se produjo con la llegada de la IA generativa. “El cambio se dio con la aparición de ChatGPT en noviembre de 2022. Entonces empezó a democratizarse el uso de la IA. Las profesiones más liberales comenzaron a utilizarla antes; en cambio, los profesionales del derecho sólo este año están empezando a explorarla”. Caparrós enfatiza que la IA ya no es útil sólo para tareas repetitivas. “Con la IA generativa cambió el paradigma. Ahora puede ser útil para tareas complejas: redacción, análisis de pruebas, comparación de escritos. La sugerencia es no usarla para tareas simples, como redactar una cédula u oficio, porque ahí no agrega valor. Pero sí puede asistir, por ejemplo, en la elaboración de un alegato o la lectura de un expediente complejo a través de mapas mentales”. ¿Cómo usar la IA de forma ética? La experta plantea tres ejes fundamentales para un uso ético de estas herramientas: el control de las alucinaciones, la protección de datos personales y la detección de sesgos. “Siempre hay que mitigar el riesgo de que la IA invente fallos o citas. Además, somos responsables del tratamiento de los datos personales de terceros. No se puede subir cualquier información a herramientas abiertas. Lo recomendable es anonimizar los datos o trabajar con herramientas internas”, advierte. Caparrós también cuestiona ciertas prácticas habituales: “Algunos estudios les avisan a sus clientes que van a usar sus datos en herramientas de IA. Yo no estoy de acuerdo. No me parece una solución válida desde la protección de los derechos”. Sobre los sesgos, considera que es clave la supervisión humana: “Hay que verificar que las respuestas no reproduzcan estereotipos culturales ni valores sociales negativos. La supervisión es fundamental”. El abogado del futuro será “asistido por IA” Lejos de los discursos apocalípticos, Caparrós considera que la IA no eliminará profesiones pero sí exigirá nuevas habilidades. “El que va a sufrir es el abogado que no use IA. El que no la utilice quedará atorado con el volumen de trabajo cotidiano que, asistido por IA, se gestiona mucho mejor”, afirmó. En su experiencia en el Poder Judicial, ya se observan cambios positivos: “Vemos escritos mucho más legibles. Bienvenido sea. Se trata de adaptarse y usar la IA allí donde realmente agrega valor”. Una formación académica desactualizada Caparrós fue tajante al hablar de las carreras de Derecho en Argentina: “La inercia es muy grande. Hay mucha gente que habla de IA superficialmente. Hoy, la IA debería ser transversal a toda la carrera de abogacía, porque avanza a una velocidad atroz”. La docente e investigadora asegura que dejó de dar clases en grado por la falta de actualización: “Siento que es como meterme en el túnel del tiempo. Los chicos entran relativamente digitales y salen analógicos. Viven en una realidad paralela”. ¿Regular o no regular? Consultada sobre la regulación de la IA, Caparrós planteó que no hay consenso global. “Hoy existen tres modelos regulatorios: el chino, que responde a una lógica de gobierno muy particular; el de la Unión Europea, muy complejo y acusado de atentar contra la innovación; y el estadounidense, que deja en manos de los Estados subnacionales la regulación”. “En este contexto, se hace difícil para países como el nuestro diseñar buenas regulaciones. Tenemos muchas normativas que ya cubren aspectos relacionados con la IA. No creo que necesitemos una ley general, tal vez sí regulaciones por sectores o por problemas específicos”, sostuvo. Finalmente, destacó la necesidad de un enfoque colaborativo: “Hay una distancia muy grande entre la industria y la academia. Todos tienen que estar sentados en la misma mesa para pensar en una regulación que tenga sentido”.

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