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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 28/08/2025 06:58
Distinguir entre eccema y psoriasis permite elegir el tratamiento adecuado y mejorar la calidad de vida (Crédito: Freepik) Las erupciones cutáneas persistentes pueden afectar la vida diaria y la autoestima, pero distinguir entre eccema y psoriasis resulta clave para recibir el tratamiento adecuado. Ambas afecciones, frecuentes y a menudo confundidas, comparten síntomas como picazón, enrojecimiento y descamación, aunque difieren en sus causas, manifestaciones y riesgos asociados. De acuerdo con el Centro Médico de la Universidad Rush, la consulta con un dermatólogo es fundamental para lograr un diagnóstico preciso y evitar complicaciones. El eccema y la psoriasis generan molestias visibles y duraderas en la piel, afectando el sueño y la salud emocional. Emily Siegel, dermatóloga del Centro Médico de la Universidad Rush, advierte que estos problemas pueden desencadenar ansiedad o depresión, especialmente si los síntomas son difíciles de controlar. Sin embargo, existen diferencias clave que ayudan a identificarlas y guiar el tratamiento. Diferencias en síntomas y localización de eccema y psoriasis En cuanto a síntomas y localización, el eccema suele aparecer en la infancia y se asocia con trastornos alérgicos como rinitis y asma, formando la “tríada atópica”. Se caracteriza por parches secos y muy irritantes, con frecuencia en los pliegues de los codos o detrás de las rodillas. El eccema suele asociarse a alergias y aparece en la infancia, mientras que la psoriasis es autoinmune y hereditaria (Freepik) En ocasiones, pueden presentarse pequeñas protuberancias o ampollas con líquido. Por el contrario, la psoriasis se manifiesta como placas gruesas y escamosas, de bordes bien definidos, en superficies externas de codos y rodillas. También puede alcanzar el cuero cabelludo, pliegues inguinales, genitales, manos o pies. A diferencia del eccema, la picazón en la psoriasis puede ser menos intensa o incluso inexistente. Causas, riesgos y tratamientos para eccema y psoriasis Las causas involucran una combinación de factores genéticos, ambientales y respuestas inmunitarias exageradas que producen inflamación. Siegel explica que el eccema está relacionado con una disfunción de la barrera cutánea y desencadenantes ambientales, y es más frecuente en personas con antecedentes de asma o alergias. Factores como duchas calientes, jabones agresivos, lana o fragancias pueden favorecer los brotes de eccema. La psoriasis es una enfermedad autoinmune con fuerte carga hereditaria, que puede activarse por estrés, infecciones o ciertos medicamentos: betabloqueantes, fármacos para la malaria o para trastornos psiquiátricos. Además, la obesidad y el tabaquismo aumentan el riesgo de padecerla. La psoriasis es una enfermedad autoinmune que puede variar desde casos asintomáticos hasta situaciones de discapacidad significativa (Freepik) Ambas condiciones pueden comprometer más allá de la piel. El Centro Médico de la Universidad Rush advierte que el eccema debilita la barrera cutánea, facilitando infecciones bacterianas, virales y fúngicas, y se relaciona con problemas de sueño y salud mental. Por su parte, la psoriasis puede generar inflamación sistémica, favoreciendo artritis psoriásica, enfermedades cardiovasculares y síndrome metabólico. Se calcula que hasta el 30 % de los pacientes con psoriasis desarrolla artritis psoriásica, lo que resalta la importancia de una intervención temprana. Opciones terapéuticas y prevención de brotes En cuanto al tratamiento, Siegel señala que formas leves de eccema y psoriasis suelen mejorar con medicamentos tópicos antiinflamatorios (corticosteroides y cremas específicas). Mantener la piel hidratada y controlar el estrés ayuda a prevenir brotes de eccema y psoriasis (Freepik) En el eccema, usar hidratantes y evitar factores desencadenantes resulta crucial. En la psoriasis pueden requerirse tratamientos como fototerapia, medicamentos orales o biológicos, especialmente si se afectan las articulaciones. El Centro Médico de la Universidad Rush enfatiza la importancia de mantener la piel hidratada, controlar el estrés y evitar irritantes para disminuir la frecuencia y severidad de los brotes en ambas enfermedades. La consulta regular con un dermatólogo permite valorar los riesgos y beneficios de cada tratamiento y elaborar un plan ajustado a las necesidades de cada paciente, mejorando tanto la salud de la piel como el bienestar general.
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