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  • Un delivery de pizza, un hombre amenazado y un robo a un banco: el plan macabro que terminó con una muerte transmitida en vivo

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 28/08/2025 04:37

    La televisión transmitió lo sucedido con el Pizza Bomber (Captura de TV - JET 24) Un hecho que generó una profunda conmoción en la ciudad de Erie, Pensilvania, Estados Unidos, fue el impactante episodio que involucró a una muerte provocada por un collar bomba, caso que desencadenó una amplia investigación y cobertura nacional. Con el paso de los años, los detalles que surgieron —unidos a las revelaciones sobre los actores implicados, la extraña planificación y la violencia inusitada— transformaron el suceso conocido como el caso “Pizza Bomber” en uno de los crímenes más enigmáticos y debatidos de la historia criminal reciente de Estados Unidos. La serie de acontecimientos que condujo a la trágica muerte de Brian Wells, repartidor de pizzas de 46 años, comenzó la tarde del 28 de agosto de 2003 en Erie. Aquella jornada, Wells recibió una orden para entregar dos pizzas a una dirección poco habitual: una torre de transmisión de televisión. Al llegar, quienes lo esperaban lo redujeron y le colocaron un collar metálico equipado con explosivos. Lo que siguió a continuación fue una serie de movimientos frenéticos por parte de Wells, bajo la amenaza inminente de que iban a hacer detonar el artefacto. La sucursal bancaria a la que entró Brian Wells para que le dieran 250.000 dólares Las instrucciones que recibió eran explícitas. La víctima debía seguir al pie de la letra una serie de pruebas y recolectar objetos repartidos en diferentes puntos alrededor de Erie, bajo la premisa de que, al completar el recorrido podría obtener la clave para quitar el artefacto de su cuello antes de que detonara. Brian Wells fue dirigido a cometer un robo bancario y obligado a cumplir tareas dictadas por notas amenazantes, en una carrera desesperada contra el tiempo. Las notas detallaban que cualquier intento de buscar ayuda o desobedecer instrucciones resultaría en su muerte. La situación escaló rápidamente cuando, alrededor de las 14:30, Wells ingresó armado a la sucursal del PNC Bank, situada en la calle Peach. Allí, según los registros del caso, entregó al cajero una nota que exigía 250.000 dólares. Sin embargo, lograr la suma fue imposible, ya que en caja había mucho menos dinero disponible. El personal entregó lo que pudo y, con ese botín, Wells salió del banco e intentó proseguir con las etapas indicadas por sus captores. Brian Wells captado por las cámaras del banco. Con el dispositivo explosivo en el cuello y un bastón que escondía un arma (FBI) Al poco tiempo, agentes de la policía local detuvieron a Wells en un estacionamiento cercano de una tienda Eyeglass World. Las autoridades percibieron rápidamente la presencia del dispositivo en su cuello. Pese a los esfuerzos y llamados a equipos expertos en explosivos, la detonación ocurrió a las 15:18, hecho que provocó la muerte inmediata de Wells frente a la mirada de numerosos policías y civiles que no encontraron forma de auxiliarlo. La televisión registró ese momento ocurrido hace 22 años. El estremecimiento social que siguió al suceso no solo respondió a la crudeza del desenlace, sino a los elementos insólitos del plan. Una de las razones por las que el caso Pizza Bomber trascendió fronteras se debió a la planificación detallada y retorcida de sus autores, quienes casi lograron idear un crimen perfecto utilizando a una aparente víctima inocente como peón en una trama compleja para robar un banco. Brian Wells murió el 28 de agosto de 2003 a los 46 años Las investigaciones que se desplegaron durante los meses posteriores fueron extensas, involucrando a organismos federales y locales, así como el seguimiento meticuloso de las pistas que dejaron los captores en las notas dirigidas a Wells. Los investigadores descubrieron que, durante la búsqueda de las pistas establecidas, Brian Wells no hubiera logrado desactivar el collar aunque completara todas las tareas, ya que, según los expertos, el plan jamás tuvo como objetivo permitir su supervivencia. Es decir que si Wells hubiera logrado terminar la “búsqueda del tesoro”, el collar bomba seguía sin una forma realista de ser desactivado. La intervención rápida fue insuficiente ante la imprevisibilidad y sofisticación de los métodos empleados por el grupo criminal. Los detalles sobre cómo Wells se convirtió en protagonista del suceso generaron posturas divergentes. En un principio, se pensó en la posibilidad de que simplemente fuera una víctima seleccionada al azar. Sin embargo, a medida que avanzó la investigación, surgieron indicios que apuntaban a una posible complicidad, al menos parcial, de su parte con los organizadores del crimen, aunque no en la magnitud ni con el desenlace que terminó enfrentando. Aunque la verdadera extensión de la implicación o conocimiento de Wells acerca de la conspiración permaneció como uno de los mayores enigmas del caso. La carta con instrucciones que recibió Brian Wells el día que entró a robar un banco y murió A medida que las semanas transcurrieron, los agentes identificaron a varios sospechosos en la periferia de Erie. Entre ellos, Marjorie Diehl-Armstrong, una mujer con antecedentes psiquiátricos y vinculaciones con el crimen local. Apareció por primera vez en las investigaciones tras el hallazgo de otro cadáver: el de James Roden, quien según confesó Diehl-Armstrong, fue asesinado por ella para silenciarlo, ya que estaba al tanto del plan original del collar bomba. Junto a Diehl-Armstrong, Kenneth Barnes resultó clave para esclarecer los hechos. Ambos planearon el crimen como un medio para obtener fondos rápidamente. Diehl-Armstrong para pagar a alguien que asesinara a su padre, con quien tenía un conflicto por cuestiones de herencia, y Barnes como colaborador directo en la logística del plan. La investigación determinó que la estructura criminal armó meticulosamente cada etapa del proceso: la orden de pizza, el secuestro, la colocación del collar y la creación de una “búsqueda del tesoro” que daba la apariencia de ofrecer una oportunidad de supervivencia. Años después, en 2007, Marjorie Diehl-Armstrong y Kenneth Barnes fueron acusados formalmente de haber ideado y ejecutado el plan que culminó con la muerte de Brian Wells. Durante el juicio, el fiscal argumentó que, aunque Wells tenía cierto nivel de conocimiento sobre la existencia del plan para robar el banco, “nunca supo que iba a morir ese día”. De acuerdo con los antecedentes presentados ante la corte, el dispositivo estaba diseñado para detonar sin posibilidad real de ser desactivado, contrariamente a lo que le hicieron creer a la víctima. El sostén del dispositivo explosivo que portaba Brian Wells cuando murió (Netflix) Los testimonios presentados destacaron la manipulación psicológica a la que Wells fue sometido y la violencia de lo planeado. En palabras de la acusación, “se preparó un dispositivo explosivo letal, diseñado para generar terror, y se usó a Wells como chivo expiatorio”. Por su parte, Diehl-Armstrong negó reiteradamente ser planificadora del hecho, aduciendo problemas de salud mental y apuntando hacia otros implicados. Se identificó a otros cómplices, como William Rothstein y Floyd Stockton, quienes participaron en la elaboración del dispositivo y la coordinación de los eventos. Las declaraciones recopiladas por el FBI establecieron que, dentro del grupo, existían rivalidades y una falta de confianza mutua, lo que contribuyó a complicar el esclarecimiento de las verdaderas motivaciones y la autoría intelectual final. Rothstein, quien falleció antes de poder ser juzgado, fue señalado como el individuo que proporcionó el lugar físico para la planificación y ejecución del artefacto explosivo. Brian Wells cuando fue detenido cerca del banco La historia del caso Pizza Bomber se convirtió en objeto de múltiples interpretaciones mediáticas, investigaciones televisivas y documentales. La minuciosidad con que los involucrados planearon el secuestro y asesinato impactó a profesionales en criminología y psicología forense, intrigados por la frialdad con la que se instrumentó el uso de una persona inocente como señuelo en un robo bancario. En paralelo, el impacto sobre la ciudad de Erie fue profundo. Ciudadanos y autoridades reflexionaron sobre los riesgos asociados con la delincuencia organizada y las consecuencias imprevisibles que conlleva la marginación social y la enfermedad mental sin atender. El shock derivado del crimen persistió durante años, transformando la percepción social sobre la seguridad y los límites de la criminalidad en comunidades pequeñas. Marjorie Diehl-Armstrong fue condenada por haber planeado el hecho en el que murió Brian Wells (AP) El legado que dejó el asesinato de Brian Wells va más allá de los aspectos puramente judiciales. El caso detonó debates acerca de la culpa, los grados de responsabilidad y la influencia de factores externos en la psicología criminal. Analistas del FBI subrayaron que se trató de uno de los crímenes más ingeniosos y retorcidos en la historia moderna de Estados Unidos, un caso que desbordó los límites de la inventiva criminal tradicional. En noviembre de 2010 el jurado, luego de deliberar dos días durante once horas, halló culpable a Diehl-Armstrong de todos los cargos. Diehl-Armstrong fue condenada en 2011 a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional y murió en prisión por causas naturales en 2017. Barnes, que recibió una condena de 45 años, intentó obtener reducciones de sentencia mediante colaboración, aunque permaneció en custodia federal. El grupo central del complot quedó completamente desarticulado, pero algunos aspectos del caso —como la implicación exacta de Wells y el número total de personas que sabían del plan original— no han recibido respuestas precisas incluso décadas después.

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