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  • El recuerdo de Paulina Karadagián a su papá Martín: fotos inéditas y el relato de sus últimos días

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 27/08/2025 13:02

    El recuerdo de Paulina Karadagian a su padre El 27 de agosto no es una fecha más para Paulina Karadagian. Ese día, las redes sociales se transforman en un altar invisible dedicado a la memoria de su padre, Martín, el hombre que cambió para siempre la historia de la lucha libre en la Argentina. Este año, como todos los anteriores, la empresaria decidió que el homenaje trascendiera el círculo íntimo. Abrió su archivo personal y, a través de su cuenta de Instagram, compartió un video cargado de nostalgia y ternura. La breve secuencia, con imágenes inéditas que parecen salidas de un baúl secreto, recorre diferentes momentos de la vida del catcher. Ahí está el campeón dando sus primeros pasos en la lucha, los músculos tensos, la mirada fija. Más adelante, la magia de la pantalla chica: la mítica pelea contra Alberto Olmedo, aunque para todos fuera el inolvidable Capitán Piluso. El ring vibraba, el público deliraba. Inmediato, el contraste: escenas familiares, risas, abrazos. ¿Cuántas veces una hija descubre a su padre fuera del rol de héroe nacional? Una de las fotografías compartidas por Paulina Karadagian En medio de ese torbellino de sentimientos, el posteo aparece casi en susurro: “Feliz cumple, papi. Por siempre, para siempre”. Apenas unas palabras, pero cargadas de una simpleza brutal. ¿Qué puede decirse cuando el dolor es tan antiguo y tan presente? Las lágrimas no alcanzan para limpiar la ausencia. En otro rincón de las redes, Paulina sube una foto: padre e hija juntos, uno de esos momentos robados al paso del tiempo. El texto escrito es una puñalada directa: “Te extraño. 27/08/1991 - Eternidad”. De fondo, la canción "Más Allá", de Villanos, acompaña la escena con su estribillo lacerante: “Duele y duele en serio, y no hay consuelo, no hay vuelta atrás. Siento que en esta tierra no hay respuestas que sean verdad. Cuando yo te vuelva a ver, todo será como ayer... Sigo mirando fotos, hablando solo...”. El ring vacío, símbolo de una época que no volverá Pero el tributo no se agota. Paulina regresa una vez más. Ahora es una simple foto de un ring vacío. Silencio. Ausencia. Solo cuatro esquinas desiertas, eco de noches gloriosas y de multitudes enloquecidas. El texto que acompaña la imagen golpea: “Tantos años pasaron, tan poco tiempo”. Es qué hay recuerdos que parecen no gastarse nunca, en los que el tiempo pasa para todos, menos para los que siguen vivos en la memoria colectiva. Martín Karadagian. Ídolo, padre, leyenda. El gigante que todavía habita el corazón de quienes, como su hija, se niegan a soltar la cuerda del recuerdo. En cada aniversario, la herida se abre, pero también florecen esas imágenes que el olvido no logra borrar. Paulina Karadagian en una antigua imagen junto con su padre, Martín La historia podría haberse contado como la de un campeón vencido únicamente por el paso del tiempo, pero la verdad, como tantas veces, era mucho más cruel. En 1983, comenzó a sufrir desmayos frecuentes. Todos alrededor atribuían estos episodios a un exceso de trabajo, al trajín de los héroes que se niegan a colgar la capa. Pero su hija, conoce el otro lado de la historia. “Tenía tapadas las carótidas, por eso se desvanecía”, explicó en charla con Teleshow, tantos años después. El diagnóstico llegaría con la fuerza de un mazazo: las arterias bloqueadas, el riesgo inminente. Y la vida, que no espera, propuso una pausa: unas vacaciones soñadas en Río de Janeiro para el carnaval. Pero la ilusión se desmoronó de golpe. Un infarto en uno de sus pies forzó el regreso urgente a Buenos Aires. Los médicos, bajo la dirección del doctor Parodi, pronunciaron la sentencia: “La única posibilidad es amputar”. Martin Karadagian y Aída "Pichi" Lobov a ambos lados de Paulina El 24 de mayo de 1984, la sala de operaciones fue el nuevo escenario de lucha para Martín. Perder una pierna habría derrumbado a cualquiera, pero él transformó la adversidad en relato. “Si alguien te pregunta cómo estoy, a todos deciles que bien, que papá seguirá luchando y que ahora, como tiene una pierna menos, hará del Pirata Martín, el luchador que se enfrentará con Simbad, El Marino, le decía a su hija. Así hablaba el hombre que convirtió la tragedia en un nuevo capítulo de ficción, protegiendo a quienes amaba con la fuerza de un titán. Fiel a su leyenda, la recuperación se convirtió en otra gira épica. Aunque el doctor le advirtió los peligros de volver al cuadrilátero, no cedió ante la quietud. En su departamento, sobre Callao y Las Heras, improvisó su propio centro de entrenamiento: un soporte de madera a modo de pierna, dos barras paralelas en el pasillo, y la voluntad intacta. Allí ensayaba el equilibrio, el movimiento, la resistencia. ¿Cuánta fortaleza cabe en el cuerpo de un hombre que no acepta el retiro? Martin Karadagian, el gran campeón argentino, el máximo exponente de la lucha libre en el país Pero había una pelea para la que ni los campeones se preparan. En una frase que suena a confesión, a súplica, Martín dejó claro su único temor: “¿Abrazado a una mujer? No, yo no quisiera morir de esa manera. Yo quiero vivir y no quiero que Dios me sorprenda con una muerte instantánea. Quiero morir postrado. Quiero que me tenga postrado en una cama. Meses y meses, años y años. Postrado en un carro de ruedas, pero que no me muera. Que no me mate la muerte. No, no. Yo quiero vivir. Yo quiero pelear con la muerte”. Hay palabras que arden aún décadas después, porque nadie elige cara a cara la batalla más angustiosa: la del cuerpo que se apaga, la del tiempo que se encierra entre las paredes de una habitación. La historia avanza hacia su desenlace inevitable. El 27 de agosto de 1991, a los 69 años, Martín Karadagian murió, víctima de un edema pulmonar. No hubo ring, ni público, ni ovaciones. Solo el silencio, la memoria y la certeza de que, hasta el último minuto, luchó como vivió: negándose a ser derrotado por nada que no pudiera mirar a los ojos.

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