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  • EL CISNE NEGRO LIBERTARIO

    Concordia » Diario el Sol

    Fecha: 27/08/2025 04:51

    La irrupción de los audios que vinculan a Diego Spagnuolo, ex titular de la Agencia Nacional de Discapacidad, con un presunto esquema de recaudación ilegal que alcanzaría a Karina Milei, hermana del Presidente, sacudió los cimientos discursivos del oficialismo. No fue solo un escándalo: fue un cisne negro, inesperado y disruptivo, que expuso las fisuras internas de un poder que se proclamaba incorruptible. La reacción del Gobierno fue tan errática como reveladora. El silencio inicial, seguido por declaraciones contradictorias entre Guillermo Francos y Martín Menem, dejó al descubierto una falta de coordinación que contrasta con la habitual agresividad comunicacional del oficialismo. Francos, con su frase “no pondría las manos en el fuego por nadie”, abrió una grieta de duda que Menem intentó cerrar con una defensa encendida de Karina y “Lule”, su primo. Pero el daño ya estaba hecho. El Presidente, lejos de aclarar, profundizó la confusión con un furcio que pareció más confesión que error: “les estamos afanando los choreos”. ¿Fallido o sincericidio? En cualquier caso, la frase condensó el desconcierto de una narrativa que prometía erradicar la casta y terminó replicando sus peores prácticas. La pregunta que sobrevuela es incómoda: ¿el proyecto libertario vino a desmontar los privilegios o simplemente a apropiarse de ellos? La denuncia no solo apunta a un presunto circuito de coimas, sino a una lógica de impunidad que el oficialismo juró combatir. El caso Andis, con su carga simbólica —una agencia dedicada a la discapacidad—, agrava aún más la percepción pública. Las encuestas ya reflejan el impacto. Según Proyección, solo dos de cada diez argentinos creen en la inocencia de Karina Milei. Incluso entre los simpatizantes libertarios, tres de cada diez dudan en volver a votar a Javier Milei. La caída es abrupta, y no parece detenerse. El Gobierno eligió el camino del negacionismo: minimizar, desacreditar, avanzar como si nada. Pero el escándalo perforó el blindaje discursivo. Ya no alcanza con gritar “casta” ni con señalar al pasado. El presente exige explicaciones, y la transparencia no puede ser selectiva. Este episodio marca un punto de inflexión. No por la gravedad judicial —aún por determinar—, sino por el golpe simbólico a una narrativa que se creía inmune. El cisne negro libertario no solo alteró el curso de la campaña: obligó a mirar de frente una verdad incómoda. Que el poder, cuando se ejerce sin control ni autocrítica, termina pareciéndose demasiado a aquello que prometía destruir. suma tu opinión

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