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  • Las mafias que cruzan a migrantes a EEUU encuentran nuevas formas de explotación tras el retorno de Trump

    » Diario Cordoba

    Fecha: 26/08/2025 07:15

    "Me dijeron que eran personas buenas, que me iban a tratar como a un hijo, que no me tenía que preocupar de nada, ni de la comida, que me lo iban a dar todo", explica Eduardo a EL PERIÓDICO. Los 3.500 kilómetros que separan su Ahuachapán natal, en El Salvador, con Ciudad Juárez, donde está varado en México desde hace ocho meses, los recorrió siguiendo las indicaciones por Whatsapp que le envió un tipo al que nunca llegó a conocer. Le costó 7.000 dólares, que pagó su hermana, que ya consiguió asentarse en EEUU antes que él. Los traficantes de personas tienen muchos nombres en México. Se les llama polleros –como si transportara pollos, en lugar de migrantes– o coyotes –por ser depredadores nocturnos, sigilosos y astutos–. El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca ha llevado más represión a la frontera, pero ni la mayor presencia de fuerzas del orden ni la amenaza de deportación inmediata a los que crucen ilegalmente ha acabado con el impulso de migrar, ni mucho menos ha aplacado a los que hacen negocio con ello. "Existe la creencia de que se había perjudicado a los coyotes, pero no: se adaptan cada vez ofreciendo nuevos servicios", cuenta a este diario Guadalupe Correa-Cabrera, investigadora de la Universidad de Texas en Rio Grande Valley. Mientras ha incrementado el riesgo para el migrante, el traficante ha logrado menos exposición, y más margen de ganancia, con prácticas desde el 'cruce en remoto' de Eduardo hasta supuestos 'packs premium' que incluyen protección y comidas durante el trayecto o el control de campamentos de migrantes. Más riesgo, menos exposición "Toma este autobús. Cuando bajes, camina a este parque, busca un coche de esta marca, de este color, ahí te esperan", relata Eduardo sobre los mensajes que recibía. Él siempre iba solo. Nunca vio a la misma persona dos veces. Le recogía uno, lo dejaba en casa de otro. "Eran personas con familia. Yo convivía con ellos y sus hijos. En el día tenían su trabajo, solo que también hacían sus vueltas en carro o prestaban su casa para ganarse un extra", recuerda. Para algunas mafias, el razonamiento fue que si se había vuelto más difícil cruzar a EEUU, podían ofrecer, por el mismo precio, un servicio solo para llegar a la frontera. Luego, el cruce ya dependía de cada uno. "Conocí a unas personas que organizaban vuelos desde Chile y Perú a Ciudad de México, que inclusive les daban un tour por el DF y se quedaban en hoteles para que vieran un poco antes de trasladarlos a Tijuana", señala Correa-Cabrera, que ha dedicado los años recientes a entender cómo evoluciona el 'coyotaje'. Otros packs incluyen extras de seguridad (aunque se supone que los migrantes les contratan para que les lleven vivos a la frontera), o un todo incluido en comida (a veces ni siquiera es posible conseguir alimento en el desierto) o que, por un coste adicional pasen más rápido a sus 'clientes'. Otro nuevo nicho son salidas y entradas rápidas para migrantes sin papeles que viven en EEUU desde hace años y necesitan viajar a su país por emergencias familiares, por ejemplo para enterrar a un padre, según la investigadora, que añade: "Los precios son estratosféricos". Un muro con el mensaje "América es de todos. El paso no está solo", en El Paso, EEUU / Octavio Guzmán / EFE Hacer negocio con la espera A Eduardo, a veces, le hacían quedarse varios días en un lugar, esperando a que le dieran indicación de cuál era el siguiente movimiento, cuando consideraban que era seguro, o esperando que llegara el dinero de su hermana para financiar el siguiente pago. "Nosotros le pagábamos siempre al mismo tipo, pero él lo distribuía y todo el mundo recibía su parte", asegura. Las mafias locales pronto capitalizaron la espera. Proliferaron los albergues privados para migrantes, que se hicieron con financiación de organismos internacionales, pero que cobraban como si fueran "hotelitos", según describe Correa-Cabrera. Muchos de estos se han reconvertido en busca de nuevos fondos y son ahora, por ejemplo, centros de desintoxicación. En Ciudad de México, lo que eran asentamientos espontáneos de migrantes ahora están en manos del crimen organizado. "Las mafias se han hecho con el territorio y rentan las parcelas", afirma Lizbeth Guerrero, directora de Apoyo a Migrantes Venezolanos en México, que ha pasado los últimos meses recorriendo estos campamentos. "Hay un control total sobre la gente, puedes ver a los halcones", dice en referencia a las personas cuya tarea es avistar movimientos desde atalayas. "Ni siquiera el Estado ha podido resolver esa situación. Hay gente a la que les retienen los pasaportes, no pueden ni hablar contigo", subraya. Secuestros y extorsiones Algunos llegan engañados. Recientemente un grupo de 10 personas de la India vinieron pagando su billete y con falsas ofertas laborales en EEUU. "La empresa ficticia pidió sus documentos 'para trámites migratorios' y los retuvo para mantenerlos secuestrados hasta que las familias pagaran el rescate", explica. Por suerte pudieron mediar organismos internacionales para su liberación. La extorsión y el secuestro son amenazas reales para las personas en tránsito. "Aquí te dejo estar con tu familia sin problema, nosotros te protegemos, pero a cambio tantos miles de pesos al mes", relata Daniel Soto, trabajador en albergues locales. A veces las personas a las que atiende por problemas de salud le piden que les recomiende a alguien. "Aunque supiera, no se lo diría. Es algo muy peligroso", advierte Soto. Aumente la represión o las vías legales, las mafias han demostrado la capacidad de adaptación. "La migración no se va a detener. Ahorita lo que vemos es que esto ha empoderado un poco más el crimen organizado", asegura Ana Valle, que pone en duda las cifras de la Administración Trump de que ha reducido a casi lo inexistente las intercepciones en frontera. "Obviamente la gente sigue subiendo y cruzando, lo que pasa es que no les pillan", concluye. Suscríbete para seguir leyendo

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