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» Elterritorio
Fecha: 26/08/2025 02:19
El reconocido artista misionero despliega desde el pasado vierne la obra con esencia de monte y naturaleza en Puerto Madero lunes 25 de agosto de 2025 | 21:15hs. Alberto Mathot no pinta. Alberto Mathot no mezcla colores, no hace cuadros de árboles. No. Alberto Mathot conserva a esos gigantes del monte. Los rescata con su pincel. Su oficio es el compromiso con el entorno, con lo verde. Entonces el lienzo ya no es lienzo, es ventana abierta y por ella entra la naturaleza viva. Presente. Perenne. El artista no retrata, se toma el trabajo de plantar entre marcos, árboles que están en el monte. También rescata los que están rodeados de soledad y cemento en el paisaje urbano y los rodea de sus hermanos. Alberto no pinta, crea. Crea un universo nuevo y vivo, así que no digan que es una simple pintura. Respirar, aire de todos Desde el pasado viernes 22 de agosto, la muestra Oxígeno se puede ver en el Puerto Madero de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Ese día en que gélidos vientos congelaban todo a su paso, en la galería de arte Los Coleccionistas reinaba un calor más propio de las siestas y tardes misioneras. Adentro, puro verdor. pura calidez. El artista ansioso esperando a los invitados. Los invitados iban llegando de a poco, abrigados. Una copa, un “le presento al artista”, y las preguntas sobre el paisaje, sobre los lugares.Y recorrer, mirar, adentrarse en la espesura o la inmensidad. El monte, las Cataratas, el timbó, las araucarias. Mathot no pinta, defiende. Entonces le preguntan por ese color fosforescente, por los violetas, que complementan y dan un aire diferente a sus paisajes. Hay comentarios en la inauguración que hablan entre risas de radioactividad, de distopías, de realidad lisérgica, de visiones chamánicas. En el fondo se sospecha que el artista dota a sus árboles de sortilegios, de una sustancia que repele a los que esquilman el bosque con crueldad y sin respeto. Los troncos que pinta el de Leandro N. Alem, no terminan hacia abajo en raíces. claramente son garras y pezuñas para defenderse del apeo y la deforestación. Esta es mi corteza Mathot no pinta, declama y declara. Grita por el mundo que hay una diversidad que debe ser protegida, y por las dudas, deja registro de lo que ahora existe. De todo esto habla Oxígeno, del aire dulce del bosque quemándose, de la finitud, del agua, que es mucha y grande y el cielo y la tierra colorada no necesitan estar presentes. Porque todo lo que no se ve es invisible mientras persista la naturaleza. Quien llega al universo Mathot asoma a las entrañas de la selva que quedan al descubierto para el que nunca se adentra en la espesura verde, llena de misterios, mitología y peligros. Llena de magia y duendes, de historias de los habitantes de siempre y los de paso. Alberto Mathot no pinta, enseña, educa, pero por sobre todo, oxigena. Nos llena los pulmones de un aire nuevo, de un aire que pinta bien.
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