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» Elterritorio
Fecha: 24/08/2025 10:51
Entre montañas y aguas cristalinas, Hallstatt sorprende como un destino único en el mundo. Declarado Patrimonio de la Humanidad, este pequeño pueblo austríaco combina paisajes de diversas postales, tradiciones ancestrales y sabores típicos que invitan a vivirlo con calma. Un viaje para descubrir más allá domingo 24 de agosto de 2025 | 6:00hs. Hallstatt es una pintoresca localidad situada en la región de Salzkammergut, en el centro de Austria. Reconocida por su belleza natural y su arquitectura tradicional, este destino ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Ubicado a orillas del lago Hallstätter See y rodeado de montañas, Hallstatt ofrece un paisaje de ensueño que parece sacado de un cuento de hadas. Para los viajeros misioneros que desean explorar Hallstatt, el viaje comienza con un vuelo internacional desde Buenos Aires (Ezeiza) hacia Viena, la capital de Austria. Desde Viena, existen varias opciones para llegar a Hallstatt: En tren, tomar un tren desde Viena hasta Attnang-Puchheim (aproximadamente 3 horas), y luego un tren local hasta Hallstatt. Viajar en autobús desde Viena hasta Bad Ischl, y luego tomar un tren local hasta Hallstatt. Automóvil: Alquilar un coche y conducir hasta Hallstatt, disfrutando del paisaje en el camino. Una vez en Hallstatt, los visitantes pueden explorar sus encantadoras calles, visitar las minas de sal más antiguas del mundo y disfrutar de actividades al aire libre como senderismo y paseos en barco por el lago. Un tesoro para descubrir Visitar Hallstatt es como entrar en una postal alpina: un lago de aguas cristalinas, casas de madera trepando la montaña y una tranquilidad que parece detenida en el tiempo. Pero además de admirar su belleza, este pueblito austríaco ofrece actividades únicas que todo turista argentino puede disfrutar. Desde el casco histórico se puede recorrer a pie sus callecitas angostas, fotografiar balcones cargados de flores y visitar la iglesia católica de estilo gótico, con su famoso osario de calaveras pintadas a mano. Para los más curiosos, el Museo de Hallstatt revela la historia milenaria del pueblo, ligado a la minería de sal, una de las más antiguas del mundo. Los amantes de la naturaleza tienen excursiones al Skywalk, un mirador suspendido a más de 350 metros sobre el pueblo, con una vista panorámica increíble del lago y los Alpes. También se pueden realizar paseos en barco por el Hallstätter See, o caminar por senderos de montaña que regalan paisajes de ensueño en cualquier estación del año. En invierno, Hallstatt se convierte en un paraíso nevado, cercano a varios centros de esquí, mientras que en verano el clima invita a disfrutar de terrazas al aire libre y caminatas relajadas. Además, su gastronomía típica —platos de pescado fresco del lago y especialidades austríacas como schnitzel o strudel— hacen que cada comida sea una experiencia. Los amantes de la naturaleza pueden ir al mirador Skywalk. Hallstatt no es solo un destino para ver, es un lugar para vivir despacio, respirar aire puro y sentir que uno forma parte de una pintura. Curiosidades de cuento Detrás de su belleza encantadora, Hallstatt guarda historias y particularidades que sorprenden a todo viajero. Este pequeño pueblo austríaco no solo es uno de los más fotografiados del mundo, sino también un lugar lleno de curiosidades que lo vuelven único. Una de ellas es su cementerio diminuto: debido a la falta de espacio, desde hace siglos los restos de los difuntos eran exhumados tras unos años y los cráneos se pintaban con flores, cruces y nombres. Ese osario, hoy abierto al público, es uno de los sitios más impactantes y visitados. Una curiosidad del lugar es su cementerio diminuto. Hallstatt también es conocido como la “cuna de la sal”. Sus minas, explotadas desde hace más de 7.000 años, son consideradas las más antiguas del planeta. Allí se descubrieron hallazgos arqueológicos tan importantes que dieron nombre a toda una etapa de la Edad del Hierro: la Cultura de Hallstatt. Otro dato curioso es que el pueblo fue tan admirado por su belleza que en China construyeron una réplica exacta en la provincia de Guangdong. Este “Hallstatt chino” fue inaugurado en 2012 y causó revuelo entre los austríacos, aunque hoy es un atractivo turístico en sí mismo. Además, a pesar de su fama internacional, Hallstatt tiene apenas 750 habitantes permanentes, quienes conviven diariamente con el turismo masivo que recibe el lugar. Por eso, en los últimos años se implementaron medidas para preservar su tranquilidad y encanto original. Pequeño en tamaño, pero enorme en historias, Hallstatt demuestra que a veces los destinos más escondidos son los que guardan los secretos más fascinantes. Sabores y hospitalidad Viajar a Hallstatt también es una oportunidad para saborear la gastronomía típica de Austria, que tiene mucho para sorprender a los paladares argentinos. Entre los platos más recomendados se destacan los que incluyen pescados de lago, como la trucha y el lucio, preparados al horno o a la parrilla. También abundan las recetas tradicionales con cerdo y embutidos ahumados, muy presentes en la cocina alpina. Y para los golosos, no faltan los clásicos postres austríacos: desde el famoso Apfelstrudel (arrollado de manzana con canela) hasta la Sachertorte, una torta de chocolate que tiene fama mundial. En Hallstatt existen restaurantes familiares y posadas donde la experiencia gastronómica se combina con el paisaje. Algunos de los más buscados son los que cuentan con terrazas con vista al lago, donde la comida se convierte en parte del espectáculo. En cuanto al alojamiento, a pesar de ser un pueblo pequeño, Hallstatt ofrece distintas opciones para los visitantes. Hay hoteles boutique de estilo alpino, casas de huéspedes atendidas por familias locales, e incluso apartamentos para alquilar por unos días. La mayoría conserva ese encanto rústico de madera y flores en los balcones, lo que permite al turista sentirse parte del lugar. Eso sí: debido a la gran demanda, se recomienda reservar con bastante anticipación, especialmente si el viaje se planea entre mayo y septiembre, que es la temporada alta.
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