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» El litoral Corrientes
Fecha: 23/08/2025 22:50
Tomar las riendas de una situación compleja suele ser un enorme reto para cualquier mortal, inclusive para aquellos que por su tarea cotidiana se supone que están habituados a este ejercicio de rutina que obliga a seleccionar rumbos bajo contextos sofisticados. Los más avezados saben por experiencia que ese proceso demanda un análisis previo, sobre todo cuando se trata de circunstancias singulares, inusuales y hasta inesperadas. Ese diagnóstico es clave para tener un marco de referencia que permita luego una observación profunda evaluando los diversos escenarios y ponderando las posibilidades de ocurrencia de cada una de las alternativas. Las transformaciones más potentes a veces acontecen sin anunciarse, de forma inusitada, sin previo aviso, convirtiéndose en una amenaza latente dada su imprevisibilidad y todo lo que viene consigo. Es allí cuando los reflejos mandan y la velocidad para registrar la avalancha es determinante para definir el camino a seguir. "En tiempos de cambio hay que arriesgar, y probablemente mucho. Aguardar que todo se aclare para dar el primer paso no parece ser una postura inteligente. Con lo vertiginoso del transcurso presente patear todo para adelante conlleva un peligro superior a fallar ahora." En otras ocasiones las modificaciones son anunciadas con bombos y platillos por los conocedores del esquema. Los más temerarios compartirán la hoja de ruta y hasta delinearán posibles plazos en los que se concretará cada renglón de ese trayecto novedoso. La credibilidad de los interlocutores hará que algunos escuchen con mayor atención esos anuncios, mientras otros, los más escépticos, se prepararán para ignorar cualquier anticipo que aparezca considerando que eso no se concretará jamás y que solo es un discurso sin conexión con el mundo real. El problema emerge cuando frente a la presencia indubitable del cambio los protagonistas optan por demorarlo todo. Dan vueltas interminablemente, buscando variantes para continuar en su zona de confort, replicando lo ya conocido, insistiendo con lo que funcionaba antes sin admitir que ahora ha quedado obsoleto. Esa necia actitud funciona como un freno, quizás involuntario, y por lo tanto se puede convertir en el certificado de defunción de cualquier proyecto. Pasa en la política, especialmente a nivel de gobiernos, pero también en el ecosistema empresarial donde se detectan comportamientos compatibles con esa perversa lógica de evitar el replanteo. Actualmente conviven modificaciones que impactan desde diferentes ángulos. Lo internacional, lo nacional y hasta lo local traen aparejadas mutaciones que de algún modo generan consecuencias en la dinámica diaria de cualquier actividad humana. Lo importante es percibir el trance, hacerlo oportunamente y sobre todo reaccionar con la celeridad que la coyuntura exige a sabiendas que si no se conjugan esos ingredientes el desenlace puede ser letal para el proyecto. "En ciertas esferas pueden existir revanchas, pero en otras lamentablemente no queda lugar para una instancia así. No hay margen para rozar los límites. Las opciones a la mano son atreverse o habilitar la extinción como epílogo de una historia dramática." Bajo ese prisma a veces no se dimensiona el elevadísimo costo que tiene no actuar adecuadamente en el momento preciso. La dilación no es inocua ni neutral. Postergar indefinidamente la resolución del asunto tiene un precio altísimo que no siempre se logra cuantificar ya que no aparece en ningún balance contable, aunque desgasta la ecuación con grandes perjuicios de corto y largo plazo, hoy imperceptibles, pero vitales en el horizonte. Los verdaderos motivos de esa modalidad tienen sus raíces en cuestiones muy personales y hasta psicológicas. El temor a cometer equivocaciones al elegir el sendero, las potenciales derivaciones que devienen de salir de la táctica tradicional, la incertidumbre que asoma al imaginar lo que puede venir, suele jugar muy en contra, con mayor énfasis en los casos en los que el éxito pasado provenía de otras fórmulas clásicas, fuertemente interpeladas por las novedades recientes. Tal vez haya que repensar la cuestión y comprender que permanecer inmóvil o paralizarse ante lo impredecible también involucra una toma de posición. Esperar tampoco es gratis y significa además asumir que un arranque tardío puede ser sinónimo de no alcanzar la meta, quedarse rezagado o hasta desaparecer, aunque la historia afirme lo opuesto. En tiempos de cambio hay que arriesgar, y probablemente mucho. Aguardar que todo se aclare para dar el primer paso no parece ser una postura inteligente. Con lo vertiginoso del transcurso presente patear todo para adelante conlleva un peligro superior a fallar ahora. "Es hora de reflexionar. Algunos aun pueden ocuparse de subirse al tren antes de que sea demasiado tarde. La figura de espectador es temeraria y sería muy saludable reconocer que una gigantesca ventana se abre para los que tengan la vocación de visualizar esa magnífica chance de ir por el siguiente escalón saliendo airoso de la tormenta." En ciertas esferas pueden existir revanchas, pero en otras lamentablemente no queda lugar para una instancia así. No hay margen para rozar los límites. Las opciones a la mano son atreverse o habilitar la extinción como epílogo de una historia dramática. Es hora de reflexionar. Algunos aun pueden ocuparse de subirse al tren antes de que sea demasiado tarde. La figura de espectador es temeraria y sería muy saludable reconocer que una gigantesca ventana se abre para los que tengan la vocación de visualizar esa magnífica chance de ir por el siguiente escalón saliendo airoso de la tormenta. La vida ofrece opciones y está en cada uno tomarlas o dejarlas, esperar o accionar. El menú está disponible y las decisiones conllevan triunfos solo cuando los valientes se hacen cargo de sus aciertos aceptando implícitamente y con la misma hidalguía que pueden fracasar en el intento ya que eso también está en el bolillero.
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