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» Diario Opinion
Fecha: 21/08/2025 01:02
Con esta maniobra, el oficialismo busca forzarlos a seguir asistiendo para convalidar con su presencia una reforma que ellos califican de "neme", destinada a blindar la eternidad en el poder del gobernador Gildo Insfrán. Oposición como rehén político El destrato hacia los opositores es manifiesto. Son obligados a concurrir a comisiones donde nunca se tratan sus renuncias ni las sanciones con que los amenazan. En las sesiones, el oficialismo avanza con un reglamento a medida: mientras a los suyos se les permite hablar sin límites, agraviar y hasta lanzar candidaturas partidarias, a la oposición se la amordaza y se la disciplina con sanciones arbitrarias. Un ejemplo de ello se vivió cuando Rodrigo Vera, presidente del bloque oficialista y sobrino de la presidenta de la Convención, Graciela de La Rosa, utilizó el recinto como una tribuna partidaria para lanzar la candidatura a diputada nacional de su tía, entre insultos y descalificaciones a la oposición, a la que trató de "convencionales de cuarta". Incluso, apuntó directamente contra el intendente de Las Lomitas, Atilio Basualdo, cabeza de lista de diputados nacionales por La Libertad Avanza. Patoterismo institucionalizado La arbitrariedad llegó al extremo cuando Vera solicitó a su tía una cuestión de privilegio contra la diputada Gabriela Neme, porque lo llamó "rata" y "psicópata", además de calificar de "delincuente" a De La Rosa. La presidenta no dudó: aprobó la sanción sin permitirle a Neme el mínimo derecho a réplica o a defensa, en una clara violación a las garantías parlamentarias más básicas. Del mismo modo, el convencional Atilio Basualdo fue víctima de un clima hostil de interrupciones, insultos y patoteadas que le impidieron fijar con tranquilidad su posicionamiento político sobre la reforma en tratamiento. Una constitución hecha a medida Mientras tanto, los oficialistas gozan de total impunidad: pueden expresarse sobre cualquier tema, en cualquier momento, y por el tiempo que deseen. Pueden agraviar a la oposición sin consecuencias, sancionar a quien quieran y hasta rechazar o aceptar renuncias según su conveniencia política. La oposición, en cambio, se ve impedida de expresarse, fundamentar, defenderse o ejercer libremente su rol. Este funcionamiento viciado refleja el verdadero espíritu de la Convención: la construcción de una Constitución Chavista al estilo del "Modelo Formoseño", diseñada para perpetuar a Gildo Insfrán en el poder.
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