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  • Desconcentración no es fragmentar: es un objetivo para lograr una mejor ciudad – MisionesOpina

    » Misionesopina

    Fecha: 20/08/2025 13:58

    Por Martín Lozina* En la dinámica y a menudo caótica vida urbana, la idea de una ciudad concentrada en un único epicentro, donde convergen el poder administrativo, el flujo comercial, la efervescencia cultural y la toma de decisiones políticas, ha demostrado ser, en muchos casos, una utopía ineficiente y, en ocasiones, injusta. Es hora de repensar esta estructura. Cada barrio de nuestra ciudad debería tener su propio centro neurológico, un microcosmos que replique, a escala, las funciones vitales que se aglutinan en el corazón de la urbe. Esta desconcentración administrativa, comercial, cultural y política no es solo una visión idealista, sino una necesidad imperante para construir ciudades más equitativas, eficientes y, sobre todo, habitables. Imaginemos un barrio donde no sea necesario cruzar toda la ciudad para realizar un trámite municipal, donde las familias puedan acceder a una oferta comercial variada sin depender de grandes centros comerciales, donde la vida cultural no se limite a unos pocos espacios céntricos, y donde la voz de los vecinos tenga un eco real en las decisiones que afectan directamente su entorno. La concentración excesiva genera una serie de problemas que nos afectan a todos. Desde el colapso del tráfico y la contaminación, hasta la falta de sentido de pertenencia y la marginación de áreas de la ciudad. La desconcentración, por el contrario, ofrece múltiples ventajas como la agilidad administrativa, impulso económico local, movimiento cultural y fortalecimiento político y social. La agilidad administrativa se logra estableciendo oficinas municipales satélite en cada barrio que permita a los ciudadanos realizar gestiones cotidianas, desde el pago de impuestos hasta la solicitud de permisos, de forma rápida y cercana, liberando tiempo y reduciendo la burocracia. El impulso Económico local se mejora fomentando la creación de polos comerciales barriales, que revitaliza la economía de la zona, se promueve el pequeño comercio y se genera empleo en la propia comunidad. Esto no solo beneficia a los emprendedores, sino que también ofrece a los residentes una mayor diversidad de opciones y precios. Otro punto trascendental, es que los espectáculos y eventos culturales no deben ser un privilegio únicamente del centro. Al crear espacios culturales barriales, centros comunitarios, bibliotecas, pequeños teatros, se democratiza el acceso a expresiones artísticas y se fomenta la identidad local, promoviendo el talento emergente y la participación ciudadana. La participación política activa del barrio es trascendental. Dotar a cada barrio de mecanismos de participación política real, a través de juntas vecinales con poder de decisión, presupuestos participativos o asambleas barriales, empodera a los ciudadanos, fomenta la responsabilidad cívica y permite que las políticas públicas se adapten mejor a las necesidades específicas de cada comunidad. Esta ambiciosa visión no se materializará por sí sola, se requiere un compromiso firme y una estrategia integral por parte del Estado, tanto a nivel municipal como provincial. El fomento de esta desconcentración debe ser una política de Estado transversal, con acciones concretas y sostenibles en el tiempo. Es fundamental invertir en la infraestructura necesaria para que los barrios puedan funcionar como centros autónomos. Esto implica mejorar el transporte público, asegurar una conectividad digital robusta y garantizar servicios básicos de calidad. El Estado debe crear incentivos fiscales y regulatorios para atraer inversiones comerciales y culturales a los barrios, facilitando la apertura de nuevos negocios y la creación de espacios culturales. Paralelamente, se pueden establecer regulaciones que limiten la excesiva concentración en el centro. Es crucial establecer un marco legal claro que otorgue autonomía y poder de decisión a las estructuras barriales. Esto debe ir acompañado de programas de fomento de la participación ciudadana, capacitando a los vecinos y dotándolos de las herramientas para gestionar sus propios asuntos. La desconcentración no debe ser caótica se requerirá de una planificación urbana inteligente y a largo plazo que identifique los puntos estratégicos en cada barrio para el desarrollo de estos nuevos centros, asegurando un crecimiento armónico y sostenible. El Estado debe lanzar programas de capacitación para emprendedores y artistas locales que deseen establecerse en sus barrios, así como fomentar la creación de cooperativas y redes de productores barriales. La desconcentración no es fragmentar, es por el contrario, unificar la ciudad a través de la vitalidad de sus componentes. Es democratizar el acceso a los servicios, la cultura y la participación. Es construir una ciudad donde cada barrio sea, en sí mismo, un pequeño universo de oportunidades, un lugar donde los vecinos no solo residan, sino que realmente vivan, trabajen y crezcan. *Productor Periodístico

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