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» Clarin
Fecha: 19/08/2025 20:31
Quizás el cierre de las listas electorales para las legislativas del 26 de octubre esté casi en perfecta sintonía con el paisaje político que ofrece la Argentina. Distante del interés y la atracción que pueda provocar en la sociedad. El prólogo conocido no parece una casualidad: en las ocho elecciones realizadas hasta el presente, con excepción de Formosa, se pudo verificar una baja de asistencia de votantes que orilló entre el 10% y el 15%. No hay encuesta nacional que circule en estas horas que no registre que un tercio de los consultados no saben por quién votarán. Ni siquiera si concurrirán a las urnas. El caso de mayor resonancia política sucedió en la Ciudad, sede también de la mayor conquista hasta ahora de Javier Milei. En suelo porteño logró poner de rodillas al PRO, como antesala de su claudicación final para la alianza en octubre. Manuel Adorni, el portavoz y legislador electo, derrotó a la diputada Silvia Lospennato. Hubo una participación del 53.3%. Sobre ese volumen el oficialismo nacional cosechó un tercio. Suficiente para dar la vuelta olímpica. La realidad indicaría, entonces, que el gran cambio político que se presumió en el sistema de coaliciones con la irrupción presidencial de Milei en 2023 representa todavía una promesa. Puede afirmarse, también de manera provisoria, que ha ocurrido una mutación en los liderazgos que estaban vigentes. Sobresale ahora con nitidez, también con exclusividad, la figura del líder libertario. En simultáneo un retroceso visible, por diferentes razones, de Cristina Fernández y Mauricio Macri. Aquel ordenamiento se ha dado para el tiempo electoral que se avecina en base sólo a los antagonismos. Los libertarios levantan el eslogan de “Kirchnerismo nunca más”. La principal oposición declama la urgencia de colocar un freno al mileísmo. Sin explicar nunca para qué. Sin esbozar tampoco una alternativa. Los libertarios insisten, más allá de la coyuntura, con el ajuste y la motosierra. Puede no gustar, sin dudas. Pero ofertan algo. Hace ya dos meses la consultora Zuban Córdoba radiografió aquella realidad “de los anti”. En contra de. Sostuvo que alrededor del 48% de los argentinos se manifestaba antikirchneristas. Una proporción casi idéntica se declaraba antimileístas. Según la misma empresa esa paridad se habría desacoplado. De acuerdo con un trabajo de la semana pasada el 53% se declararía antimileísta, el 30 mileísta y el 17% indefinido. Al margen de esas presuntas variaciones no hay ninguna encuesta electoral para octubre que esté vaticinando la derrota del Gobierno. Sobre los comicios desdoblados del 7 de septiembre en Buenos Aires nadie se atreve a dar un pronóstico certero. El armado electoral de La Libertad Avanza dejaría una evidencia. Además, un signo de interrogante. No quedan dudas de la hegemonía que los hermanos Milei ejercen en el oficialismo. Karina hizo todo el trabajo, pero el Presidente también puso las fichas que deseó. No suele ser la rosca electoral un imán que atraiga sus horas. Un paréntesis queda abierto sobre la factibilidad que la tarea realizada derive después de las elecciones en la construcción de un oficialismo solvente que estuvo ausente en los dos primeros años. El Congreso, sobre todo, resultó un espejo fiel de esa carencia. Las dudas emergerían a partir de dos realidades. La alianza con el PRO en Ciudad y Buenos Aires –también en otra media docena de distritos—significaría el más auspicioso punto de partida. No hay garantías de que, a futuro, el macrismo se termine encolumnando sin fisuras detrás de los presupuestos libertarios. Como proclamaron a coro Karina y Cristian Ritondo, el jefe de diputados del PRO. También generaría reparos el criterio expuesto por el gran colaborador de Karina, el ahora candidato Sebastián Pareja, en la confección de las listas de Buenos Aires. “La elección de postulantes se hizo en base a lo que piensan ahora. El pasado no lo tomamos en cuenta”, precisó. La misma fórmula que se utilizó en 2023 para las elecciones presidenciales. Esa experiencia no resultó auspiciosa. Siempre habría que recordar que no por casualidad el peronismo le concede un valor celebratorio al Dia de la Lealtad. La política vive desde hace mucho tiempo en la Argentina en estado líquido. ¿Patricia Bullrich no fue acusada a fines de 2023 por Milei de haber colocado bombas en jardines de infantes?. El 10 de diciembre de ese mismo año ya había mudado de campamento. Hoy es la ministra de Seguridad, columna de la gestión oficial, firme opositora a su último partido, el PRO, candidata a senadora por la Ciudad y aspirante a la jefatura porteña para 2027. Poco para agregar. El kirchnerismo, peronismo o como se le quiera llamar, pareció asumir para la ocasión una estrategia defensiva. Buscó no romperse en este tránsito antes que luchar por una victoria segura. Cristina tuvo su influencia indiscutida en el armado de las listas y bendijo, luego de algunos idas y vueltas, el nombre del ex canciller Jorge Taiana para liderar la lista bonaerense. El dirigente reunió una condición ideal para las circunstancias: no cautiva a demasiados dentro de sus filas; tampoco ofrece objeciones insalvables. El principio de la unidad asegurada. También podría hacer valer su clásica moderación en una campaña que tendrá como extremos la palabra enardecida de Milei, Axel Kicillof y Cristina. El gobernador y la ex presidenta no estarían solos en esa escena. Terció llamativamente en el armado el dirigente piquetero Juan Grabois. Con la anuencia de San José 1111. Hace rato que Grabois está enfrentado con Sergio Massa. Se lleva mejor, aunque no para salir de viaje, con Máximo Kirchner y La Cámpora. El dirigente estuvo todos estos meses amenazando con armar listas por afuera de Fuerza Patria. Su último volumen electoral recordado resultó aquel 6% que juntó en la derrota de las PASO contra el titular del Frente Renovador.
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