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» Misionesparatodos
Fecha: 18/08/2025 09:47
El recurso de la Administración Trump a la suba de los aranceles al Brasil de Lula, pero no con fines comerciales sino estrictamente ideológicos, asoma como el test de una estrategia disciplinadora hacia otros gobiernos que disienten con Washington, incluyendo a sus socios Canadá y México, y a toda América Latina. Las relaciones de Estados Unidos y Brasil entraron bruscamente en una zona de inédita tensión, al borde de la ruptura y creada por diferencias ideológicas y geopolíticas, pero que la Administración Trump decidió zanjar a través de la suba de aranceles hasta 50% a productos brasileños. Brasil había quedado incluido en la lista de suba de aranceles que el presidente Donald Trump anunció desde el 2 de abril, el Liberation Day como lo llamó, pero con un 10% básico, aunque su protagonismo como miembro fundador del Grupo de los BRICS+ le había ganado de parte de Washington amenazas de aumentos extras. La ofensiva de Trump se completó con la sanción simultánea -bajo la Ley Magnitsky- a siete jueces de la Corte Suprema brasileña, el mismo que impuso una tobillera electrónica al expresidente ultraderechista Jair Bolsonaro, aliado ideológico de Trump y juzgado por el intento de golpe de Estado de 2023. Washington adoptó sanciones específicas al juez Alexandre de Moraes por “graves violaciones a los derechos humanos”, por desatar una “caza de brujas” según Trump y por un resonante litigio sobre secreto de datos que clausuró la red social X por semanas, cuando se negó a reportar cuentas denunciadas por antidemocráticas. Lo nuevo del caso es la “weaponization” (por weapon, en inglés, arma) de la política comercial de Washington, es decir su novedoso uso contra un gobierno con el que tiene diferencias ideológicas, políticas y geopolíticas (a Venezuela y otros países se le aplican sanciones, no aranceles). EEUU tiene superávit comercial con Brasil. Gobiernos de países con los que la Administración Trump ya ha tenido desacuerdos de fondo, incluyendo sus socios y vecinos Canadá y México, observan la evolución del episodio con Brasil porque, al igual que otras naciones del continente, pueden ser los próximos blancos de esta “weaponization” de las políticas de comercio. Del lado de Brasil, la demanda es imposible de atender: si Lula accediera, amén de su costo político interno en un país políticamente dividido en dos, se prestaría básicamente a romper la división de poderes y a sabotear a las propias instituciones democráticas del mayor país de la región. “La soberanía nacional no es negociable”, sentenció Lula ante los anuncios, recibidos muy mal esta vez por la mayoría de la opinión pública brasileña. El asunto mereció la intervención del secretario del Tesoro, Scott Bessent, en un tema que le es ajeno para justificar la suba de aranceles: “Moraes es responsable de una campaña opresiva de censura, detenciones arbitrarias que violan los derechos humanos y procesamientos politizados, incluso contra Bolsonaro”, alegó. “El estado democrático de derecho para nosotros es algo sagrado. porque ya hemos vivido dictaduras y no queremos más. Quizás Trump no sepa que en Brasil el Poder Judicial es independiente”, dijo Lula, quien fue procesado, encarcelado y finalmente liberado por supuestos hechos de corrupción, y se ajustó a derecho cada vez. "Esto es claramente un abuso de la autoridad ejecutiva, no tiene nada que ver con una emergencia de seguridad nacional. Lula se va a involucrar en la pelea”, estimó el analista Ian Bremmer, uno de los más reconocidos en Washington. El objetivo de Trump, opina, “es pura vendetta política... no beneficia el interés nacional estadounidense", y peor: “puede explotarle en la cara a Trump". No es el comercio, estúpido A diferencia de otros grandes países emergentes y desarrollados, EEUU lleva varios años de superávit comercial con Brasil (es el mayor en el G20), en un intercambio basado en la importación de bienes finales (transporte, maquinaria, electrónica y productos químicos) de parte de la economía brasileña, que a su vez exporta muchos productos primarios o semi elaborados, como mineral de hierro y granos. EEUU ha dejado de ser el primer socio comercial de Brasil desde los 2000, cuando irrumpió el intercambio a gran escala con China, sobre todo de soja y carne de cerdo. China es hoy estrecho aliado económico de Brasil. Pero EEUU, todavía segundo socio, tuvo el año pasado un superávit comercial de 7.400 millones de dólares con Brasil sobre un comercio de aproximadamente 92.000 millones. Una prueba más de la discrecionalidad política de la suba de aranceles generales a casi todos los productos brasileños del 10% de abril al nuevo 50% es la excepción en la lista de Embraer, la fábrica de aviones comerciales insignia de Brasil, que sigue sujeto solo a la tasa original del 10 por ciento. La Administración Trump también excluyó a otros sectores, como el de los metales preciosos, la pulpa de madera, los productos energéticos (sobre todo crudo), los fertilizantes y el jugo de naranja, en donde imperó la lógica económica y el riesgo de afectar a industrias estadounidenses con escasez de materias primas. En cambio, la carne de res y el café, dos de las principales exportaciones globales de Brasil, quedaron incluidas, con pérdidas proyectadas de mil millones de dólares para la industria cárnica sólo de aquí al final de año. Además, la Oficina del Representante Comercial de EEUU inició una investigación sobre Brasil bajo la Sección 301 de la Ley de Comercio de 1974, para determinar si el país actuó de manera irrazonable o discriminatoria en el intercambio bilateral. En el caso de los biocombustibles, Brasil mantiene aranceles mucho más altos que los de EEUU, hasta seis veces más, para proteger el mercado interno de etanol a base de caña de azúcar. Si bien Lula puede renegociar el caso, Brasil debe respetar sus compromisos al respecto dentro de la unión aduanera del Mercosur. En respuesta, Lula anunció el plan "Brasil Soberano", una línea de crédito de unos 5,5 mil millones de dólares para apoyar a las empresas locales afectadas por la suba de aranceles. Hacia adelante El impacto de la ofensiva de Trump contra Lula podría ser amplio a nivel e intercambio comercial entre los dos países y en sus respectivas economías. La Cámara de Comercio de Estados Unidos y la Amcham Brasil emitieron un comunicado conjunto expresando su preocupación al respecto. Antes de la ofensiva de Trump, Brasil esperaba crecer apenas 2,1% en 2025, contra 3,4% en 2024. Según Lula, “el comportamiento de Trump se desvió de todos los estándares de negociaciones y diplomacia. Cuando uno tiene un desacuerdo comercial, un desacuerdo político, toma el teléfono, programa una reunión, habla e intenta resolver el problema. Lo que no hace es imponer aranceles ni dar un ultimátum”.El canciller Mauro Vieira mantuvo los canales diplomáticos abiertos al reunirse en Washington con el secretario de Estado, Marco Rubio. Como resumió el diario The New York Times, “lo que ocurra en Brasil en el futuro es de profundo interés para otras grandes economías del hemisferio occidental, como México y Canadá (ambos mucho más dependientes que Brasil del comercio con Estados Unidos) y más allá”. “Aunque todos están preocupados por sus propias circunstancias específicas, los líderes mundiales sin duda están observando de cerca cómo le va a Lula en su enfrentamiento con Washington. De cara a un año electoral crucial, está rechazando con fuerza la noción trumpiana de que el precio del acceso al mercado es el desmantelamiento de las normas democráticas. Lo que está en juego debería ser claro para todos”, analizó el influyente diario estadounidense. Por lo pronto, Lula ha dejado en claro que “en ningún momento Brasil negociará como si fuera un país pequeño frente a un país grande. Conocemos el poder económico de EEUU, reconocemos el poder militar de EEUU, reconocemos el tamaño tecnológico de EEUU, pero eso no nos asusta. Nos preocupa”. El gobierno brasileño, desafiado en las calles de San Pablo por una masiva manifestación en favor de la liberación de Bolsonaro, la ofensiva de Trump puede hacer pasar a los dos países de una relación diplomática de 201 años donde ambos siempre ganaron a una nueva de derrota por igual. Después de la suba de aranceles, el secretario de Comercio estadounidense, Howard Lutnick, hacedor para muchos de la cruzada arancelaria de Trump, ya dijo que algunos bienes podrían quedar finalmente exentos, como el café, del que EEUU importa 30% desde Brasil. Por su parte, el ministro de Hacienda brasileño, Fernando Haddad, dijo que su gobierno está dispuesto a incluir una oferta de minerales críticos y tierras raras que interesan mucho a EEUU a cambio de una reducción de los aranceles. “Estados Unidos no es rico en estos minerales. Podemos establecer acuerdos de cooperación para producir baterías más eficientes”, declaró. EEUU llegó a representar el 25% de las exportaciones de Brasil, una cifra que cayó ahora al 12%. Existen “muchas oportunidades de beneficio mutuo que se están bloqueando sin motivo alguno”, concluyó Haddad.
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