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    » Elterritorio

    Fecha: 17/08/2025 14:43

    Cuando nos demos cuenta de que la modita de hacernos los rebeldes de cartón pintado no lleva a nada, cuando entendamos que empoderar a estúpidos/ignorantes/insensibles/incapaces resulta contraproducente, ya va a ser tarde y el daño será irreparable, al menos durante cuatro o cinco generaciones. domingo 17 de agosto de 2025 | 6:00hs. Imagen ilustrativa. Hubo un tiempo en el que la mayoría creyó que la humanidad había dado el paso definitivo hacia la prosperidad, la paz, la solidaridad, el bienestar general. Hubo un tiempo en el que, despojados de preconceptos, conscientes de que las diferencias pueden ser circunstanciales, elegimos ponderar a los de abajo y poner en pausa el culto a los de arriba. Pasó hace cinco años, pero no fue la única ocasión. Hoy puedo decir con certeza que la sociedad mundial está peor que durante la pandemia. Cuando llegamos al 1900, se habló de que sería el siglo de la paz. Catorce años después, cuando estalló el primer conflicto bélico planetario, se dijo que sería la guerra que acabará con todas las guerras (esto de hacer predicciones no parece ser lo nuestro). Hablando de la Primera Guerra Mundial, uno que tuvo bastante trabajo en esos cinco años y que recién después hizo su gran descubrimiento, Alexander Fleming, decidió no patentarlo para que la mayor cantidad posible de gente se salvase de morir por una simple infección bacteriana, como sucedía en aquellas épocas que tantos romantizan. Una de las mayores contribuciones a la salud pública de la penicilina (tal el aporte de Fleming) fue el control de la sífilis. Estamos celebrando el aniversario 80 de las primeras ventas de este antibiótico en las farmacias. Cualquiera diría que esta afección estaría ya erradicada, máxime si consideramos que comparte mecanismo de transmisión con otras como el VIH. Pues no, hoy las cifras de sífilis son superiores a las de fines del siglo XX, cuando no éramos tan inteligentes como lo somos ahora, ¿no? ¿Más de salud? El sarampión y otras enfermedades prevenibles con vacunas están resurgiendo por la baja cobertura de vacunación. Hace menos de 200 años, un médico austríaco, Ignaz Semmelweis, postuló que lavarse las manos era recomendable para reducir las infecciones. Sus colegas se burlaron de él y le hicieron la vida imposible. Hoy resulta ridículo pensar que es un mal consejo, pero si hace sólo cinco años tenían que enseñarnos cómo lavarnos las manos porque los supermodernos no lo sabemos hacer, se ve que no la tenemos tan clara en estos años. Años en los que hemos permitido el resurgir del tabaco por medio de los vapeadores, en los que si somos inmaduros, volátiles o caprichosos es por haber nacido en tal o cual mes o porque nuestros bisabuelos nacieron cuando la luna estaba en la posición equivocada (ojo: que cada uno crea lo que quiera, pero eso no nos puede servir de excusa). Años en los que comprobamos que el bullying no es cosa del pasado, sino que se lo fomenta en clave de venganza y se envenena a los más chicos. Años en los que pasamos de desear la paz mundial a apoyar a gobiernos que nos conducen a un estado de guerra permanente. En los 30 y 40 hubo aberrantes campos de concentración en Alemania y en Europa del Este, pero también en la China bajo dominio de Japón -no sólo la Unidad 731- y en Estados Unidos -para los japoneses y sus familias-. El mundo se horrorizó al enterarse. Hoy tenemos campos de exterminio a cielo abierto, ghettos de Varsovia transmitidos en tiempo real, sitios de Leningrado a la vista del planeta entero, que prefiere escuchar las más disparatadas hipótesis sobre piedras energéticas y sahumerios con tal de no salir del adormecimiento de la época. Cuando nos demos cuenta de que la modita de hacernos los rebeldes de cartón pintado no lleva a nada, cuando entendamos que empoderar a estúpidos/ignorantes/insensibles/incapaces resulta contraproducente, ya va a ser tarde y el daño será irreparable, al menos durante cuatro o cinco generaciones. Felicitaciones, hemos inventado la máquina del tiempo, pero no tiene final feliz como en las películas. Bienvenidos al 1800.

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