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» Diario Cordoba
Fecha: 17/08/2025 14:39
El compartido sufrimiento por los aranceles de Donald Trump y la sintonía en asuntos capitales como el librecomercio, la globalización o el medioambiente insinuaban un brillante horizonte en las relaciones sinoeuropeas. De la reciente cumbre bilateral en Pekín, con el 50 aniversario de los vínculos diplomáticos de fondo, se esperaba que escenificara el idilio. Acabó con reproches cruzados, sin declaración conjunta y apenas un intrascendente acuerdo sobre la lucha contra el calentamiento global. Los desencuentros con Bruselas frustran a Pekín. Entendió años atrás que la hostilidad estadounidense será estructural, da igual quién ocupe la Casa Blanca, pero no ve razones que impidan la amistad con Europa. Bruselas es una prioridad geopolítica y económica para la diplomacia china. El comercio bilateral alcanzó los 730.000 millones de euros el pasado año; con Rusia apenas superó los 200.000 millones. Europa es, de hecho, el límite a esa anunciada "relación sin límites" con Moscú. Cuando Estados Unidos anunciaba una y otra vez la inminente entrada en la guerra de China, cualquier analista sensato sabía que nunca armará al bando contrario al que arma Europa. Hay relaciones que no funcionan por más que se esfuercen las partes. Y a China no le han faltado esfuerzos. Sus diplomáticos peinaron Europa con mensajes como "vuestro mejor amigo os ha abandonado" y "China y Europa deben erigirse en los faros de estabilidad global". El galanteo funcionó incluso con las voces europeas más sinófobas como la de la presidenta del Consejo, Ursula von der Leyen. Bruselas y Pekín finiquitaron las viejas sanciones cruzadas a sus parlamentarios, nacidas en los abusos en Xinjiang, e incluso se especuló con resucitar el macroacuerdo de inversión. En la visita a Pekín de Pedro Sánchez, presidente español, China ya había pasado de competidora y rival a socia. "Punto de inflexión" Los indicios alarmantes afloraron semanas después. La falta de avances en asuntos comerciales forzó la cancelación de varios foros y China abrevió la cumbre bilateral de dos días a uno. Para entonces ya había recuperado Von der Leyen su discurso más virulento. "Estamos en un punto de inflexión", advirtió después en Pekín. Había llegado con la cifra de 300.000 millones de euros esculpida en piedra, la del lacerante déficit europeo del pasado año en la balanza comercial, y es comprensible su hastío tras exigir durante años que China abra sus mercados. También culpa Bruselas a Pekín de exportar su sobreproducción y minar sus industrias locales con precios imbatibles. En el bando contrario, son legítimas las quejas chinas por los aranceles a sus vehículos eléctricos, el proteccionismo de toda la vida con la excusa de presuntos subsidios. "China y Europa disponen de amplios espacios de encuentro en el comercio o el cambio climático pero es evidente que eso carece de una traducción significativa en la práctica. No parece que la UE sepa gestionar la relación y, aunque dudo de que China pierda la paciencia, sí que intentará demostrar que existen posibilidades alternativas de desarrollo comercial como la de los BRICS", señala Xulio Ríos, asesor emérito del Observatorio de la Política China. La guerra de Ucrania concentra los reproches geopolíticos. "Si China sigue con su actitud, las relaciones bilaterales se verán afectadas", amenazó Von der Leyen. Le exige ahora que empuje a Moscú a un alto el fuego inmediato cuando, paradójicamente, eso es lo que contemplaba el plan de paz chino rechazado dos años atrás por la UE y Estados Unidos porque, a su juicio, sólo serviría para que Rusia cogiera aire. Vasallaje europeo con EEUU Le desconcierta a China que Bruselas le responsabilice de un conflicto que ni creó ni alimenta con armas. Quedaron desconcertados semanas atrás los negociadores europeos cuando Wang Yi, jefe de la diplomacia china, admitió que no quería una derrota rusa porque Estados Unidos concentraría después su atención hacia su país. El argumento no es sorprendente: se sabe China el objetivo último de Washington y cualquier distracción, ya sea Ucrania u Oriente Próximo, es bienvenida. Asume China que Washington embarcará a Europa en su estrategia porque los pronunciamientos de la OTAN, cada vez más contundentes, apuntan a esa dirección. Le descompone a Pekín el vasallaje europeo con Estados Unidos. No ha escatimado chanzas la prensa nacional con el acuerdo comercial que la convierte en un condado tributario ni recordatorios de que China le había mostrado el camino. Mientras duró la guerra comercial con Trump, de la que salió ganadora, Pekín repitió que apaciguar al matón nunca funciona. Von der Leyen ignoró la lección. "La UE está perdiendo oportunidades mientras espera a ver qué pasa con Estados Unidos, incapaz de concretar esa famosa autonomía estratégica en ningún ámbito. Su sumisión hacia Washington provoca la pérdida de la confianza en China. La política de Sánchez es más inteligente, quizá más oportunista, pero con más contenido sustancial", añade Ríos. Europa se comportó como "un gigante asustadizo" ante el 'bullying' de Trump, señala la prensa nacional. "Estados Unidos entendió que la UE carecía de balas o de intención de usarlas", juzga un editorial del 'Global Times', "y el inevitable resultado es la concesión". "Si evitar el enfado de Washington sigue siendo su principal prioridad, la UE se verá atrapada en un ciclo vicioso de amenazas, concesiones, más amenazas y concesiones más grandes (…) El coraje político y la firmeza para lidiar los riesgos a corto plazo de una confrontación son pasos cruciales para conseguir una genuina autonomía estratégica y de seguridad", acaba. En síntesis: el tozudo servilismo de Bruselas a Washington no contribuye al respeto chino ni a la armonía de las relaciones. Suscríbete para seguir leyendo
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