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Crespo » Estacion Plus
Fecha: 16/08/2025 19:05
Casa Lázaro, un lugar en la capital provincial, en calle Caputo 1158, donde jóvenes con el cuerpo y la mente lastimados por la droga, vuelven a tener una cama, un plato de comida y, sobre todo, la posibilidad de empezar de nuevo. “Casa Lázaro es un lugar de contención, de recuperación espiritual y social”, explica el diácono permanente Jorge Achor, quien dirige la institución desde su apertura en 2016. En dialogo con FM Estación Plus Crespo su director reseña: “Recibimos a muchachos que han perdido todo sostén familiar y quedaron fuera del sistema. Vienen por voluntad propia. Aquí encuentran techo, contención humana y cristiana”. El ingreso no depende de papeles ni trámites, sino de una sola condición: querer cambiar. “No los trae la policía ni la familia. Ellos tienen que decir: ‘quiero empezar de nuevo’”, enfatiza Achor. Y el camino no es sencillo. “La adicción es para toda la vida. Más aún con las sustancias de hoy, que dañan la mente y hacen muy difícil la abstinencia. Hay chicos que duran un día; otros, años”. La casa puede recibir hasta 20 personas, y otra sede en Santa Elena aloja a siete más. Allí, la rutina incluye tareas domésticas y trabajo en un taller de panadería, cuya producción se vende a domicilio y ayuda a sostener la obra. “Acá nadie les hace las cosas. Ellos mismos tienden su cama, ordenan su ropa, limpian. Queremos que aprendan que nada es gratis ni fácil, y que se puede vivir de manera ordenada”, explica a FM Estación Plus Crespo. Pero el corazón de la casa no está en la cocina ni en los dormitorios, sino en una capilla pequeña. “Es el lugar de los lloros, de las lágrimas y de las alegrías”, describe Achor. “Todos los días se puede nacer de nuevo mientras haya vida y esperanza. Dejamos el pasado atrás. El presente es hoy: hoy no consumo, hoy me miro al espejo y me quiero”. El religioso habla con franqueza sobre la realidad que enfrentan: “La juventud está abandonada. No hay ideales, no hay políticas reales de prevención. El consumo no es solo de drogas, también de tecnología, redes, juegos… todo el tiempo se consume algo. La familia se desintegra y con ella se pierden valores como el respeto, la solidaridad, el amor al trabajo”. También observa que la caridad, aunque aún existe, se ha enfriado. “La gente tiene miedo o piensa que son casos perdidos. En Paraná se ve mucho a chicos comiendo de la basura. No es que no quieran ayudar, sino que no saben cómo hacerlo sin ponerse en riesgo”. Achor: “La juventud está abandonada. No hay ideales, no hay políticas reales de prevención. El consumo no es solo de drogas, también de tecnología, redes, juegos… todo el tiempo se consume algo. La familia se desintegra y con ella se pierden valores como el respeto, la solidaridad, el amor al trabajo”. Casa Lázaro subsiste gracias a la “providencia de Dios” y a corazones generosos. Recibe un aporte provincial destinado a comedores, apoyos puntuales de la municipalidad y de la justicia, y el respaldo constante de la parroquia San José de Crespo y su Cáritas parroquial. Desde la parroquia San José viajaron el viernes 15 de agosto a entregar donaciones, fundamentalmente elementos de limpieza e higiene personal, recolectados por Cáritas parroquial. “Desde Crespo están siempre permanentes colaborando desde la parroquia San José, con su Cáritas parroquial, que nos acompañan siempre. Así que pueden dirigirse ahí quienes quieran colaborar desde Crespo directamente”, señala el entrevistado. Antes de despedirse, Achor hace un pedido que trasciende lo material: “Recen mucho. La oración sincera mueve montañas. Recen por este flagelo, por los jóvenes que están tirados, por todos los que han perdido la esperanza. Lázaro fue amigo de Jesús, y Él lloró por él antes de resucitarlo. Aquí queremos que cada uno que llega pueda volver a la vida”.
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