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» Diario Cordoba
Fecha: 16/08/2025 03:08
Más que en Francia o Italia, Estados con una importante herencia norteafricana en su identidad contemporánea, en la España hodierna las relaciones y, en el mejor supuesto, el diálogo con el Islam de rasgos y peculiaridades magrebíes constituye una tarea de muy difícil acometimiento. Por fortuna, y pese al tensionado clima de la convivencia entre españoles y emigrantes de procedencia singularmente marroquí, según ilustra sobradamente la crónica de sucesos de estos meses estivales en la Península, todavía hay puentes para no perder la esperanza de una sociedad en que una mínima empatía con sus naturales rija la presencia en nuestra patria de un porcentaje de población nada desdeñable de orígenes y raíces -(muy hondas)- norteafricanas. Empero, no será por el fácil camino de rebajar en cifras y volumen los obstáculos y desafíos que obliteren la senda para alcanzarlos, como la empeñada empresa cristalizará en realidades positivas, si no creativas, por entero necesarias e imprescindibles para lograr el tan ansiado como erizado objetivo. Situada en tal terreno, la temática ofrece unas perspectivas harto arduas y enojosas. No podemos, así, olvidar que hablamos de religiones y credos de capital importancia en la historia de la Humanidad; y de unas realidades, en términos numéricos, roborantes por más que descubran en los días actuales un indisimulable clima de declive demográfico, más extendido en la Cristiandad que en el Islam. Religiones tan asentadas geográfica e históricamente descubren escasos flancos para un diálogo fecundo y esperanzador. En ambos credos, el repudio e, incluso, la anatematización de la religión opuesta son absolutos, y sería por completo infantil o ingenuo rebajar sus elevados muros de visceral rechazo aun en un siglo XXI muy avanzado ya. Analizar con alguna profundidad sus causas engolfaría a estas ligeras líneas en un marco propio de revistas y publicaciones especializadas. Bastará, pues, dejar subrayada la presencia de ellos, y hacer votos por un porvenir más halagüeño en campo tan esencial para la convivencia pacífica, en España y fuera de ella, de dos de las religiones monoteístas columna vertebral de los pueblos regidos por sus dogmas y creencias. *Catedrático
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