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  • Despejando dudas sobre los extremos de la crianza permisiva y sobreprotectora, con la psicopedagoga Giuliana Ailén Gay

    Concordia » Despertar Entrerriano

    Fecha: 15/08/2025 10:43

    La psicopedagoga Giuliana Ailén Gay señaló que la crianza varía significativamente entre familias Los estilos de crianza que emplean los padres tienen una influencia directa en el desarrollo de los hijos. Los niños incorporan conductas que pueden favorecer o dificultar su desarrollo integral, marcando pautas de comportamiento que los acompañarán a lo largo de su crecimiento. Sin embargo, a medida que avanzan en edad, otros factores como la cultura y el entorno social también intervienen, moldeando o modificando su conducta. Sobre este tema, Despertar Entrerriano conversó con la psicopedagoga Giuliana Ailén Gay, quien señaló que la crianza varía significativamente entre familias y que los antecedentes culturales juegan un papel central en la dinámica familiar y en las prácticas educativas. —¿Cómo definiría, desde su experiencia profesional, los estilos parentales permisivos y sobreprotectores? Cada padre tiene un enfoque único para interactuar con sus hijos, educarlos y guiarlos, y estas formas particulares de interacción que tienen los papás para relacionarse con sus hijos es lo que se denomina estilo de crianza parental. Los estilos permisivos podemos observarlos en aquellos padres que priorizan la felicidad y libertad de sus niños, sin establecer límites claros. Generalmente se caracteriza por el cumplimiento de sus deseos de forma indiscriminada y la ausencia de corrección de conductas que resultan perjudiciales para el desarrollo de los chicos. Son papás o tutores muy cálidos, afectuosos y receptivos pero no exigen mucho. A veces pareciera que se confunden los roles y que no hay límites claros en los mismos, dado que se relacionan como si fuesen amigos, evitan el conflicto, supervisan poco y tienen dificultad para proporcionar orientación y estructura. Se muestran muy receptivos a las necesidades de sus hijos. Por el contrario, el estilo sobreprotector se caracteriza por un exceso de cuidados por parte de los tutores o padres con una implicación emocional intensa o excesiva que lleva la necesidad de controlar al hijo basándose en la idea de que la intensión es cuidar y velar por su desarrollo e integridad. En ocasiones extremas llega a haber un control excesivo de la vida de los chicos, implica mucha atención para intentar solucionar sus problemas incluso antes de que ellos pidan ayuda, generalmente con la intención de evitar que sufran. —¿Qué efectos puede tener la crianza permisiva en el desarrollo emocional y social de un niño? Es común ver como muchos pequeños criados de esta manera ejercen cierto grado de control sobre sus papás. Entre las dificultades que se presentan encontramos poca tolerancia a la frustración dado que nunca se confrontan con situaciones adversas, suelen ser rebeldes si no obtienen lo que quieren, lo que representa posibles problemas para la socialización armónica. Son chicos que solo tendrán como filtro o referente para sus decisiones sus propios criterios o intereses. Pueden ser más demandantes y tener problemas para adaptarse a normas sociales, ya que con frecuencia suelen tener inconvenientes para desarrollar disciplina y autorregulación emocional. En consecuencia, estos niños pueden tener problemas para reconocer y respetar los límites en otras áreas de su vida y para controlar su comportamiento y tomar decisiones responsables. —¿Y qué consecuencias puede traer la sobreprotección para la autonomía y la autoestima infantil? Los padres sobreprotectores tienden a asumir responsabilidades que corresponden a sus hijos, dificultando el desarrollo de su autonomía y habilidades, esto los afecta a los hijos porque no les permite evolucionar y entorpece el desarrollo dado que este estilo no posibilita que los niños aprendan de sus errores. Esta sobreprotección genera dificultades para cumplir las normas y límites, potencia la desadaptación familiar, incide en el desarrollo psicológico del sujeto y su futura adaptación social, porque la familia genera dependencia e inseguridad en sus hijos e hijas debido que son padres que no fomentan el comportamiento autónomo; así los chicos presentan dificultades para separarse de ellos, y para creer y confiar en sí mismos y sus capacidades. Cuando se encuentran sin sus referentes, se sienten frágiles y desprotegidos. Con frecuencia les parecerá que no tienen recursos para afrontar lo que se les presenta. —¿Cómo puede una familia identificar que está cayendo en un exceso de permisividad o sobreprotección? Es muy importante que los padres o tutores puedan detenerse a analizar y pensar sobre sus actitudes, acciones y patrones de comportamiento para con sus hijos, y de la misma manera deberán también observar las reacciones y habilidades de sus chicos. Es posible reconocer la sobreprotección si detectan que sus hijos presenten menor desarrollo de competencias sociales y autoestima, trastornos de ansiedad, retrasos en el aprendizaje de habilidades de autocuidado personal y otras habilidades sociales, miedo a la autonomía o dependencia, búsqueda constantemente seguridad en otros, carencia de iniciativa para emprender acciones por cuenta propia, baja tolerancia a la frustración, entre otras. De la misma manera, si perciben que los chicos frecuentemente suelen ser poco responsables, si no hay límites claros, si existen problemas de conducta, si todo el tiempo buscan hacer lo que quieren y no hay normas que ordenan, si se distingue poca disciplina, problemas de obediencia, falta de respeto a la autoridad y poca capacidad de regulación emocional, entonces se puede decir que podrían estar cayendo en un exceso de permisividad. —¿Qué estrategias o pautas concretas recomienda para encontrar un punto medio que favorezca el desarrollo saludable? Ambos estilos parentales, aunque diferentes en su enfoque, pueden tener consecuencias negativas en el desarrollo emocional y social de los hijos. Por eso es muy importante tratar de desarrollar un estilo parental equilibrado, para lograr el mismo debe haber límites claros y consistentes junto con apoyo y afecto, esta forma es sumamente beneficiosa para el desarrollo de los niños y adolescentes. Es fundamental no malinterpretar los roles y confundir ser amigos de los hijos, es necesario ejercer autoridad como padres a través de la confianza y el amor, y no del miedo o el poder. Los niños y jóvenes necesitan orden, disciplina y límites como referencias para guiar sus acciones, crecer. Seguramente a la mayoría de los padres les gustaría ahorrar a sus hijos todo tipo de sufrimientos y errores, esto no es ni posible ni realista. Para que el niño crezca y sea un adulto capaz de actuar por sí solo debe aprender a desenvolverse por sí mismo a través de sus propias experiencias. Para esto entonces, es fundamental tratarle de acuerdo a su edad; dar oportunidades de relacionarse con otros, pasando tiempo sin la presencia de los padres; ayudar cuando lo necesite, pero sin solucionarle los problemas; establecer límites claros en casa, no dándole todo lo que pida. Giuliana Ailén Gay Mp 1262 Esp. en Neuroeducación Clínica de niños y adolescentes. 345-4054460 giuliana.ailen.gay@gmail.com

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