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» Diario Cordoba
Fecha: 14/08/2025 18:43
Mediodía de agosto a las puertas del Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC). A un lado, el infierno: termómetros por las nubes, ánimos por los suelos. Al otro, refugio climático y trinchera política: las salas de arte románico como escudo para protegerse de unas temperaturas enloquecidas y un puñado de vitrinas vacías como recordatorio de que el 'caso Sijena' no descansa ni por vacaciones. Al contrario. Días después de que los técnicos enviados por el gobierno de Aragón para comprobar 'in situ' el estado de las pinturas volviesen a casa convencidos de que el traslado es técnicamente viable, su estela aún es visible. Han desaparecido los andamios y los equipos de medición, sí, pero la sala 16 del museo barcelonés, ahí donde se exponen las pinturas murales de la sala capitular del Real Monasterio de Santa María de Sijena, aún presenta un aspecto inusual. Ni rastro, por ejemplo, del exquisito surtido de arquetas, incensarios, cruces y báculos, entre otros objetos de orfebrería medieval, que podía verse bajo los bastidores que soportan las pinturas. Tampoco está a la vista, una pena, la llamativa paloma eucarística de cobre dorado del siglo XIII que dominaba la estancia. Técnicos del Gobierno de Aragón estudian las pinturas profanas de Sijena a finales de julio / Europa Press En una esquina, los expositores que hasta hace poco alojaban todos estos objetos languidecen: el museo tuvo que retirar los módulos para facilitar el trabajo de los técnicos y ahí siguen, arrinconados y completamente vacíos. Nadie parece prestarles demasiada atención. Tampoco las pinturas, dicho sea de paso, despiertan esta mañana excesivo interés: un par de turistas pasan sin levantar siquiera la vista, una madre intenta explicarle a su hija porque parece que estén "chamuscadas" y un visitante local se interesa por las otras pinturas de Sijena, el conjunto profano que inaugura las salas de gótico y que también es objeto de disputa. Un poco más allá, el guía explica a un grupo de visitantes 'El martirio de San Bartolomé', de José de Ribera ("claro que sufre, lo están desollando vivo", informa), pero en la 16, punto y final de la ruta románica, el silencio es sepulcral. Visitas al alza Una rareza sin duda consecuencia del sofoco general, ya que lo normal es todo lo contrario: interés al alza y visitantes preguntones. Porque, no todo iban a ser malas noticias para el MNAC, la polémica parece haber reavivado ligeramente el interés por las salas medievales y ha ayudado a incrementar las cifras de asistencia. Según datos facilitados por el museo, el número de visitantes en las salas de románico fue de 38.182 personas en junio y 40.932 en julio. En los mismos meses del año anterior, la colección de ábsides, pinturas murales, tablas y esculturas logró atraer a 25.724 visitantes en junio y 31.547 en julio. "Sí que se percibe un aumento, pero también es cierto que cada año crecemos, así que no todo se puede atribuir a Sijena", matizan desde el museo barcelonés, que hasta finales de junio sumaba 491.000 visitantes frente a los 433.472 del mismo periodo del año anterior. Desde la pandemia, añaden, las cifras no han hecho más que crecer año tras año, por lo que lo de estos últimos meses entraría dentro de una lógica de normalidad. Con todo, el museo sí que constata un "repunte del interés por Sijena". "Hay visitantes que preguntan en románico, así que quizá sí que haya un 10% más de visitantes que vienen específicamente por eso, aunque es difícil de saber", relativizan. Dos técnicos analizan las pinturas del monasterio de Sijena / EFE A la espera de ver cómo acaba agosto, el 5 de septiembre, dentro del plazo legal establecido, habrá más novedades: llegará entonces la batería de informes técnicos y científicos con la que el MNAC espera convencer a la jueza de que no se pueden mover las obras sin provocarles daños "irreparables". En su auto, la magistrada instaba a restituir las pinturas en 7 meses o, en su defecto, presentar un cronograma alternativo, pero el museo barcelonés siempre ha insistido en que no se trata de "una cuestión de tiempo ni un cronograma, pues el tiempo no varía los riesgos que se sabe de forma cierta que existen". Entusiasmo moderado A pie de sala, y a pesar del revuelo mediático que generó el fallo del Tribunal Supremo a finales de mayo y que obligaba al MNAC a devolver las pinturas, el entusiasmo sigue siendo moderado. Tampoco es que sea un día especialmente ajetreado en el museo barcelonés, pero la mayoría de visitas a las pinturas murales de Sijena se liquidan con una mirada de reojo, un vistazo fugaz, mientras se busca la puerta de salida que conecta con la tienda del museo. "Era mejor la madera esa que parecía un cómic", le susurra a su acompañante un joven sin duda impermeable a los encantos de los retratos de las genealogías de Cristo y a las escenas del Antiguo y del Nuevo Testamento que sobrevivieron al incendio de 1936. La madera, por cierto, debe ser la Viga de la Pasión, minuciosa y esmerada miniatura de entre 1192-1220 que destaca por su policromía arrebatada y brillante. Nada que ver, por desgracia, con las pinturas en disputa, un "enfermo en coma", en palabras del director del MNAC, Pepe Serra, cuyo esplendor cromático fue pasto de las llamas. Una de los retratos de Sijena, después y antes de la restauración virtual de Sijena Mágica / EPC Según puede leerse en la cartela que preside la sala, "las pinturas que decoraban la sala capitular de Sijena son una obra capital del arte 1200. El monasterio aragonés se incendió en 1936, durante la Guerra Civil. De la sala capitular se perdió el artesonado mudéjar, mientras que las pinturas de los muros resultaron dañadas de forma irreversible. La perceptible alteración de los tonos originales, brillantes y con predominio de azules, es consecuencia directa del incendio; sólo en el último de los cuatro artes laterales de comunicación con el claustro, que se salvó de las llamas, se han preservado en cierta medida los colores". En 2021, el astrofísico aragonés Juan Naya, se propuso recuperar el esplendor perdido y se embarcó en el proyecto Sijena Mágica, recreación audiovisual y virtual de las pinturas murales tal y como debían ser hace siglos. Son poco más de las doce cuando Matteo, un turista italiano que pasa unos días en Barcelona junto a su familia, se queda como petrificado ante los absidiolos laterales Sant Quirze de Pedret. "Es bellísimo", exclama. Lo mismo frente a las figuras del descendimiento de Santa Maria de Taüll. De Sijena, reconoce, no sabe nada, pero eso no le impide fotografiar los arcos y estudiar con atención los rostros que decoran los intradoses. No vaya a ser que cuando vuelva a Barcelona ya no estén aquí. Suscríbete para seguir leyendo
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