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  • IA y educación: cuando el relato le gana a la evidencia

    » Clarin

    Fecha: 12/08/2025 08:34

    Hace unos días, la empresa OpenAI sorprendió con el “modo estudio”, una herramienta de ChatGPT que busca que los estudiantes dejen de copiar y pegar respuestas y empiecen a usar la IA como recurso de aprendizaje. ¿Cómo funciona? Ante una consulta, el chatbot hace preguntas que estimulan a que el mismo alumno encuentre las respuestas y, así, aprenda. Lo siguió Google, con su producto Gemini. La semana pasada lanzó la función “aprendizaje guiado” que, con algunas diferencias, busca el mismo objetivo: que los estudiantes no reciban de la IA una respuesta final sino una guía de aprendizaje. Con estos movimientos, las grandes empresas de IA buscan cómo ubicarse en el gran debate que se desató en el mundo acerca del impacto que está teniendo el uso masivo de chatbots generativos en la educación. Por ahora, la evidencia es muy difusa. Una investigación de la Universidad de Harvard, por ejemplo, mostró que la IA puede ser útil para personalizar la enseñanza. Crearon un chatbot que ayuda a los estudiantes de Física e hicieron un experimento con sus estudiantes. Encontraron que, cuando usan el bot, los alumnos aprenden más del doble y están más motivados. Pulgar para arriba. Universidad de Harvard. Desempeño del bot de IA para ayudar a aprender Física. Pero otra investigación, ahora del MIT, introdujo el inquietante concepto de “deuda cognitiva”. Dividieron a los estudiantes en tres grupos y los pusieron a redactar un ensayo. Un grupo con ChatGPT, otro con el buscador de Google, y el último sin nada. Y midieron la actividad del cerebro. Encontraron que al redactar un ensayo con la ayuda de ChatGPT, la conectividad neuronal cae un 55%. Estudio de Nataliya Kosmyna, del MIT Media Lab, sobre el impacto cognitivo de la IA. Haciendo uso de este recurso, durante mucho tiempo, se acumulará una deuda cognitiva, afirman los investigadores. Pulgar para abajo. Lo que reina, en definitiva, es la confusión. Desde el sector privado hacen esfuerzos y compiten por convertir la IA en herramientas útiles para la educación (y para sus balances). Pero por ahora hay más narrativa de marketing que certezas. Mientras tanto, en los estados también hay confusión. Algunos producen guías orientativas, como la reciente de la Ciudad de Buenos Aires. O se busca desarrollar habilidades, como el Programa PaideIA, del Estado nacional. En el medio, los estudiantes y los docentes hacen lo que pueden. Sin dudas, la IA tiene un gran potencial en educación. Así como también tiene riesgos. Faltan investigaciones y, en base a ellas, una regulación que potencie los beneficios y minimice los peligros de esta tecnología. Mirá también Mirá también A ChatGPT le falta el "modo humano"

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