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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 11/08/2025 06:38
Este fenómeno se caracteriza por sufrimiento, idealización y patrones de conducta repetitivos en mujeres que se vinculan con hombres casados (Imagen Ilustrativa Infobae) Estar en pareja forma parte de la vida de muchas personas. Compartir el día a día con otro impulsa actitudes como la tolerancia y la negociación. También puede aumentar emociones como la felicidad. Sin embargo, no todas las relaciones avanzan en forma positiva. En algunos casos sucede lo contrario. Esto le ocurre a quienes padecen el síndrome de Fortunata, una forma de dependencia emocional hacia otra persona que provoca conductas de sufrimiento y de inadaptación. Según un informe de Jorge Barraca Mairal, de la Sociedad Española de Psicología Clínica y de la Salud, publicado en la revista Dialnet, el síndrome de Fortunata es una dependencia afectiva en la que mujeres repiten pensamientos, sentimientos y acciones al vincularse con hombres casados. De acuerdo con un estudio del psicoanalista Salman Akhtar, citado en el artículo, los rasgos de personalidad más comunes en quienes lo padecen incluyen ansiedad, inseguridad personal, baja autoestima, ambivalencia de sentimientos y síntomas propios del trastorno límite de la personalidad. El artículo señala que, “desde el punto de vista de la mujer, el amor explica la atracción y no se percibe el papel que puede tener el hecho de estar soltera para explicar la mutua atracción; la mujer parece pensar que ‘ha sido una coincidencia desafortunada que el hombre del que se ha enamorado esté ya casado’”. El término proviene de la protagonista de 'Fortunata y Jacinta', novela emblemática del realismo español del siglo XIX (Imagen Ilustrativa Infobae) Por qué se llama Síndrome de Fortunata El término “síndrome de Fortunata” proviene de las descripciones psicológicas de la protagonista en Fortunata y Jacinta, una de las novelas más reconocidas del realismo español del siglo XIX. En palabras de Benito Pérez Galdós: “Tu marido es mío y te lo tengo que quitar… Pinturera… santurrona… ya te diré yo si eres ángel o lo que eres… Tu marido es mío; me lo has robado… como se puede robar un pañuelo. Dios es testigo, y si no, pregúntale… Ahora mismo lo sueltas o verás, verás quién soy…“. El informe de Mairal caracteriza el síndrome en nueve puntos: Amor intenso, repetido y persistente hacia un hombre casado. Desapego en cualquier otra relación que no sea la establecida con ese hombre. Disposición para abandonar cualquier situación vital o asumir riesgos a pedido de ese hombre. Creencia de que la vida carece de sentido sin él. Convicción de que tiene más derecho a estar con el hombre, aunque no se le reconozca social o legalmente. Refuerzo de la creencia anterior si ha tenido hijos con él o deseo intenso de tenerlos. Ambivalencia de sentimientos hacia la esposa legítima. Justificación de la relación en nombre del amor. Fantasías de un futuro en el que la relación se vuelva exclusiva, lo que permite tolerar la situación durante años. Las causas del síndrome de Fortunata se relacionan con patrones educativos de dependencia y la sobrevaloración del amor romántico (Imagen Ilustrativa Infobae) Causas y raíces del síndrome Patrones educativos de dependencia: Educación en un ambiente familiar y social donde el rol femenino está vinculado a la dependencia y la subordinación hacia figuras masculinas. Valoración del sacrificio personal: Postergación de las propias necesidades para satisfacer las de los hombres de la familia. Lástima y culpa: Creencia de que el hombre sufrirá si ella decide terminar la relación. Sobrevaloración del amor y mitos asociados: Idea de que la vida solo tiene sentido con amor y que una mujer carece de valor sin él. Distorsiones sobre la convivencia: Percepción de la relación con el hombre casado como similar a un noviazgo y no a un matrimonio. Baja autoestima: Aceptar ser “la segunda” como señal de escasa valoración personal. Cómo romper la dependencia hacia hombres casados La Esfera de Psicólogos de Madrid indica que el tratamiento más eficaz es la terapia cognitivo conductual, junto con intervenciones centradas en valores y en aceptación emocional. Superar esta situación, al igual que otras formas de dependencia emocional, requiere un vínculo sólido con el terapeuta y paciencia. El proceso suele ser prolongado y puede alternar períodos de avance con recaídas.
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