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  • Educar, único camino para la paz

    » Clarin

    Fecha: 11/08/2025 06:33

    El mundo en el que nos toca vivir es, ciertamente, uno de incertidumbre, conflictos y polarización. Ante este escenario, algo tan simple (y a la vez, tan complejo) como la educación se presenta como una herramienta indispensable para actuar en el presente y construir futuro. Casi por definición, la educación debe ayudarnos a derribar prejuicios. Pero hay un tipo de educación específica, la llamada Educación Global, que resulta indispensable para formar personas que se involucren en crear un futuro sostenible para todos. La Educación Global nos ayuda a indagar críticamente sobre el mundo que nos rodea, comprender y relacionarnos positivamente con personas diferentes a nosotros mismos, tomar acción hacia el bienestar colectivo y valorar la diversidad. Las competencias que conforman el set de capacidades globales son, entre otras, escuchar para entender, mantener curiosidad, respeto y apertura mental, aprender a partir de la interacción y acercarnos al otro desde la humildad cultural. Se trata de aptitudes que se desarrollan, sobre todo, no a través de un aprendizaje basado en la experiencia. Esta particularidad de las aptitudes de la Ciudadanía Global presenta numerosos desafíos cuando pensamos en cómo formar a las nuevas generaciones en estas capacidades, que resultan indispensables no solo para la adaptación a los cambios tecnológicos disruptivos, sino también para desarrollar empatía, colaboración y capacidad de resolución de problemas. Por eso, es indispensable acompañar y escuchar a nuestros jóvenes y docentes, para guiarlos de cerca en su camino de educación y aprendizaje y, sobre todo, para potenciar su bienestar emocional y social. Este acompañamiento es especialmente desafiante desde el lado de los docentes, porque es significativa la cantidad de educadores que admiten no sentirse preparados para enseñar sobre Ciudadanía Global. Los docentes deben saber que existen numerosas acciones muy simples que, en la línea de la educación por experiencia de la que hablaba más arriba, pueden ayudar a desarrollar estas aptitudes en los alumnos, como compartir historias personales para fortalecer la empatía y el entendimiento, así como fomentar la convivencia en las aulas. Otro camino destacado es trabajar por desarrollar una cultura de innovación en las escuelas, así como una cultura de encuentro y convivencia, reflexionando sobre los prejuicios que existen entre los miembros de la comunidad educativa. Esto permite enriquecer nuestra propia identidad mediante el diálogo. Necesariamente, las escuelas son espacios en donde se reflejan conflictos sociales “macro”, provocando temores en los docentes. Pero desde el paradigma de la Educación Global, podemos convertir la existencia de conflictos en oportunidades para la colaboración y el entendimiento mutuo. Esto nos muestra claramente que la educación está íntimamente ligada a la búsqueda de la paz, entendida ésta no solo como una ausencia de conflictos, sino como un proceso dinámico, en el cual los enfrentamientos pueden ser vistos como oportunidades valiosas para aprender y crecer colectivamente. Como decía el Papa Francisco, “la educación es, esencialmente, esperanza”. Esperanza de convertirse en una semilla de cambio para el mundo, multiplicando el cambio desde cada aula para hacer realidad la utopía de un mundo justo y en paz.

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