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  • De Córdoba a Menorca, la ruta del empleo juvenil en verano

    » Diario Cordoba

    Fecha: 11/08/2025 04:47

    Los jóvenes cordobeses se van lejos de casa en verano, pero no solo por vacaciones, sino también con un objetivo laboral. Menorca, temporada alta y mucho trabajo. Los hoteles de las Islas Baleares se llenan de turistas, pero también de trabajadores de refuerzo, muchos de ellos de fuera de las islas. Antonio Ibáñez posa en una de las zonas de restauración del hotel donde trabaja. | CÓRDOBA Álvaro Fuentes, Victoria Membiela y Antonio Ibáñez son ejemplo de ello. Son tres jóvenes cordobeses de 23 años que han decidido alejarse de la comodidad de casa y lanzarse a la aventura –y al gran esfuerzo- del trabajo estival en dos hoteles diferentes de Menorca. Es la otra cara del verano para unos jóvenes con motivaciones muy diferentes, entre ahorrar para seguir estudiando, tener una experiencia distinta y agregar algo más al curriculum. Ahorrar para estudiar Álvaro Fuentes trabaja de camarero en el bar de la piscina de un hotel de cinco estrellas. Aunque el año pasado estuvo en un voluntariado trabajando un mes con personas con discapacidad en Extremadura, esta es la primera vez que trabaja durante todo el verano. Álvaro ya había tenido experiencia en hostelería, pero nunca con un contrato fijo, siempre «lo que iba surgiendo para ganar dinero». Estudió un doble grado en Relaciones Internacionales y Ciencias Políticas en Sevilla y ahora su intención es especializarse con un máster en Internacionalización de Empresas, que cursará en Madrid. Álvaro Fuentes es camarero en el bar de la piscina en un hotel de cinco estrellas. / CÓRDOBA Con ese objetivo en mente es por lo que Álvaro decidió irse a Menorca a trabajar. Entre que en los hoteles no se gana mal y tienen cubierto el alojamiento y las comidas, «es una manera de ahorrar el máximo dinero posible, porque el máster es un sueño que tenía desde hace tiempo y sabía lo que conlleva vivir en Madrid», comenta. Aunque cuenta con la ayuda de sus padres, Álvaro tiene claro que quiere pagar él su vida en la capital española. Pero no todo es ahorro, al estar en una isla como Menorca y tener dos días de descanso a la semana, Álvaro también ha aprovechado para explorar y disfrutar de este viaje. «Estoy intentando hacer un balance para no privarme de nada», afirma. Esta experiencia lo ha ayudado a crecer y madurar, opina. «Incomodarse y salir de tu zona de confort desarrolla tu propia personalidad, es un trabajo muy duro, con muchísimo estrés y presión, pero te va a hacer más fuerte». Experiencias nuevas Victoria Membiela trabaja en un hotel de cuatro estrellas como animadora. Algunos días es monitora de actividades deportivas como voleibol, tiro con arco, petanca o aquagym y por las noches participa en shows de distintas temáticas para animar al público. También trabaja con los niños pequeños de las familias alojadas, menores de 4 a 12 años, a los que entretiene con manualidades y actividades dirigidas. Es un trabajo que Victoria siempre había querido hacer, pero fue este año cuando se presentó la oportunidad. «Me avisaron en febrero y tenía la mentalidad de que quería irme a trabajar y tenía muchas ganas, entonces no había hecho planes», explica la joven, que estudió un doble grado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte y Educación Primaria. Victoria Membiela trabaja como animadora en un hotel de cuatro estrellas. / CÓRDOBA Aunque antes de aceptar esta oportunidad trabajaba en un club de natación, considera que este empleo no está tan alejado de su profesión. «Se relaciona aunque es para entretener, no es competitivo. No me noto perdida, estoy también con niños y son carreras muy prácticas», afirma. Además, económicamente le está compensando más que su antiguo empleo y «me está sirviendo de vacaciones y para conocer la isla». Eso sí, su objetivo el año que viene es hacer algún voluntariado y «cada verano vivir una experiencia distinta». Un cambio de mentalidad Antonio Ibáñez es consciente de que no tendrá 23 años para siempre, por lo que quiere aprovechar todas las oportunidades. «Somos jóvenes y tenemos la edad de descubrir cosas y personas y disfrutar de la vida», valora. Trabajar en un hotel de cinco estrellas «es duro, pero te cambia un poco la mente, conoces gente de diferentes partes del mundo, mayores que tú y con más experiencia y te das cuenta de que la vida no es solo saltar de una etapa a otra», expresa. Antonio no sabía que servir cócteles y bebidas a los clientes internacionales de un hotel de lujo iba a suponer ese cambio de mentalidad. Antonio Ibáñez posa en una de las zonas de restauración del hotel donde trabaja. / CÓRDOBA Con lo que gana -bastante más que en su antiguo empleo- está tratando de ahorrar para, a la vuelta, iniciar sus estudios de doctorado en Biomedicina en el Imibic, tras finalizar un grado en Ciencias del Deporte y un máster en Entrenamiento de Alto Rendimiento. A pesar del trabajo duro, no duda en recomendar esta experiencia a otros jóvenes, porque supone un aprendizaje. Suscríbete para seguir leyendo

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