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» Clarin
Fecha: 09/08/2025 20:35
El empate de Milton Giménez sobre el cierre del partido les dio a los hinchas de Boca motivos para dibujar media sonrisa en la cara. Aunque siguen sin celebrar una victoria y ya son 12 los partidos sin ganar, los fanáticos, fieles hinchas de Boca, otra vez llenaron la Bombonera y estuvieron bastante lejos de convertirla en un “Cabildo abierto” como se presumía en algunos medios y en las redes sociales en los 13 días de espera que hubo entre la derrota ante Huracán y este empate frente a Racing. A las 15.53 bajó de la segunda bandeja un canto contra los jugadores que salieron a hacer la entrada en calor: “A ver a ver los jugadores si pueden oír, la camiseta de Boca es ganar o morir”. Después, puro aliento. No se cantó contra “la Comisión”, ni se recordaron las salidas de Mauricio Serna y de Raúl Cascini del Consejo de Fútbol. Tampoco hubo banderas ni carteles en contra de nadie. Las medidas que tomó el presidente-ídolo, Juan Román Riquelme, finalmente -parece- sirvieron para descomprimir. Lo mismo con la rescisión del contrato de Marcos Rojo, que se fue por la puerta de atrás tras cuatro años y cuatro títulos, pero también silbado en su último partido ante Lanús, por los playoffs del torneo pasado. Sí se pidió que “pusieran huevos” y se cantó el ya clásico “movete, Boca movete” cuando Racing se puso en ventaja. Pero el fuego feroz que iba a reducir a la Bombonera a cenizas en caso de que no se consiguiera una victoria fue apenas un fósforo que se consumió rápido y quedó en el olvido con el oportuno y salvador gol de cabeza de Giménez que le dio al equipo un puntito más en su objetivo de entrar a los playoffs del actual Clausura y para trepar en la Tabla Anual en la carrera por conseguir el boleto a la Copa Libertadores 2026. Eso sí, la sensación que dejó el magro empate del equipo de Miguel Ángel Russo es que así muchos más no va a poder seguir. Y se intuye que el próximo cambio que realizará Riquelme es el del entrenador. Si primero prescindió de sus amigos, ex compañeros y socios en el Consejo de Fútbol y después se cargó a Rojo (le rescindirán también a Cristian Lema y Marcelo Saracchi), por lógica lo próximo a tocar será el director técnico. Y Miguel lo sabe. Por algo plantó un equipo inédito, con un dibujo extraño. La salida de Russo de la Bombonera, con algunos reproches pero respetado por el hincha de Boca. Foto: Juano Tesone. Mandó a todos para adelante y dejó a Paredes solo en el medio. Sonaba -entonces- una melodía perfecta para “el último baile” y el volúmen subió cuando Solari marcó el 1-0. Russo, que lleva 8 partidos sin triunfos (más otros 8 de su ciclo anterior en el club) parece haberse ganado el derecho de viajar a Mendoza para cambiar la historia y volver a mostrar todos los dientes. Amigo de Riquelme, llegó para apagar un incendio y ordenar a un vestuario descontrolado. Aportó su experiencia y guió al equipo para realizar una aceptable actuación en el Mundial de Clubes. Los partidos ante Benfica y Bayern Múnich regalaron una buena imagen y el festejo de Russo en el gol de Merentiel ante los alemanes quedará en la retina de todos los hinchas que llenaron el Hard Rock de Miami. Pero el empate con Auckland City pinchó la burbuja y el regreso a Buenos Aires lo arrojó otra vez al barro de los malos resultados. Son irrespetuosos aquellos que le preguntan por su salud o que lo denigran por su edad (tiene 69 años), Russo asumió en Boca para dar una mano en un momento caliente. Tras el 1-1 contra Racing no habló: desde el departamento de prensa aclararon que se debió a que tenía problemas en la voz. Pero se lo nota con fuerzas para seguir, todo dependerá de lo que ocurra en Mendoza
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