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  • Diversidad e inclusión: 5 fases para una gestión formalizada

    » Comercio y Justicia

    Fecha: 08/08/2025 08:14

    Por el Instituto Argentino de Responsabilidad Social y Sustentabilidad (IARSE) En el entorno de las organizaciones contemporáneas, la diversidad y la inclusión (D&I) han trascendido el mero discurso para convertirse en un pilar estratégico de competitividad y sostenibilidad. Para que esta transformación sea real, es fundamental que la D&I se integre en un modelo de gestión robusto que se sostenga sobre indicadores medibles. De esta manera, se deja de lado la visión de una acción satélite para convertirse en un componente central de la estrategia organizacional. En el Instituto Argentino de Responsabilidad Social y Sustentabilidad (IARSE) promovemos cinco fases sucesivas e integradas de trabajo a modo de camino metodológico aplicable a cada organización para lograr profesionalizar el modelo de Gestión de Sostenibilidad y Responsabilidad Social (S&RS). En esta columna, las aplicamos específicamente al eje Diversidad e Inclusión: 1. Alineamiento conceptual y sensibilización. La primera fase es crucial para sentar las bases. El objetivo es homogeneizar el concepto de D&I en toda la organización, asegurando que todos comprendamos de qué estamos hablando. A través de talleres y campañas de sensibilización, se crea un lenguaje común y un compromiso compartido. 2. Diagnóstico y medición. En esta fase, es importante la aplicación de indicadores de D&I para evaluar la situación actual. La meta es identificar dónde estamos parados, reconociendo las fortalezas y las brechas en la organización. Un diagnóstico riguroso nos permite establecer una línea de base y metas realistas, ya que lo que no se mide no se gestiona. 3. Mapeo de públicos y materialidad. Aquí identificamos los públicos estratégicos y las prioridades en materia de D&I que son más relevantes para la organización. Nos preguntamos: ¿Quiénes son y qué esperan de nosotros? Esto ayuda a enfocar los recursos en las iniciativas que generarán un impacto significativo. 4. Planeamiento de la gestión. Con la información de las fases anteriores, diseñamos un plan estratégico de D&I con objetivos claros, métricas de éxito y responsables. Trazamos las líneas de acción para saber qué queremos lograr y cómo responder. Este plan se integra en la estrategia de la organización, no queda como un documento independiente. 5. Comunicación y rendición de cuentas. La fase final se centra en la transparencia. Se sistematiza el desempeño, se elaboran informes y se comunican los resultados a los públicos de interés. De esta manera, ; nuestros públicos conocen los compromisos, gestión y desempeño, fortaleciendo la confianza y la credibilidad de la organización. En definitiva, la D&I es un viaje, no un destino. Para transitar este camino de manera efectiva, debemos dejar de verla como un simple cumplimiento. Debe ser parte de un modelo de gestión vivo, medible y estratégico que nos impulse hacia un futuro donde el valor económico, social y humano se refuercen mutuamente en cualquier tipo de organización.

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