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» Diario Cordoba
Fecha: 08/08/2025 02:15
Tomar vacaciones no es un lujo, sino una necesidad, y agosto es el mes vacacional por excelencia en nuestro país. El 38 % de los españoles que se van de descanso, sean más o menos días, lo hacen durante este mes. Además de los 11 millones de turistas que visitan nuestro territorio estas fechas. Por lo que agosto mismo es la noticia que, aparte las serpientes informativas del verano, nos lleva a varias reflexiones. La primera es el sentido de las vacaciones, que durante siglos no fueron patrimonio colectivo de las sociedades. Después de la cuesta de enero hasta superar un agónico mes de julio, achicharrados por el sol y derretidos por las altas temperaturas, necesitamos un espacio vacacional que se ha hecho esencial en nuestra salud física y mental, permitiendo la recuperación del estrés y el agotamiento acumulados durante los meses de trabajo. Nos colocamos en modo off, para desconectar de la rutina laboral, mejorando el estado de ánimo, la productividad y fomentando la creatividad. Además, las vacaciones son importantes para fortalecer las relaciones familiares y personales al pasar más tiempo de calidad con quienes más queremos, así como para establecer nuevos proyectos y metas, pues este periodo permite al cerebro resetearse y generar nuevas ideas y distintas perspectivas. En definitiva, las vacaciones contribuyen a un mayor equilibrio entre la vida laboral y personal, lo que se traduce en bienestar general. Pero esto no se consigue si somos incapaces de cambiar de hábitos, por muy enquistados que se encuentren. Así hay que saber desconectar digitalmente, evitar revisar correos electrónicos o trabajar durante el tiempo libre. Hay que establecer algunos límites, definir horarios y actividades que nos garanticen un descanso efectivo. Realizar actividades placenteras, practicar deportes o hobbies, o disfrutar de la naturaleza ya sea en versión sierra o playa. Y por supuesto, disfrutar del presente viviendo el momento y no preocuparse por el trabajo o las responsabilidades. Otra reflexión es la masificación que se produce al concentrarse miles de personas en los mismos espacios con las incomodidades que ello representa. Hemos visto doblar los turnos de comedores para almorzar en hoteles, los restaurantes completos sin posibilidad de reserva, al personal madrugando para marcar con la sombrilla una zona de playa o una hamaca de hotel, o los vehículos dando vueltas sin aparcamientos disponibles en la zona. Y esto lo que lleva es al cabreo del personal, al estrés vacacional que no es sino una perversión del mínimo disfrute. Por eso, huir de las masificaciones es obligatorio, aunque no siempre resulte fácil. La diversidad y amplitud de nuestra geografía nos permite siempre numerosos destinos que quizás no estén de moda pero que ayudan a unas vacaciones reales. El verano no es para perderse ni para perderlo, sino para desconectar el piloto automático, guardar el móvil de las preocupaciones, sumergirse en el gusto de los pequeños placeres y disfrutarlo como el regalo que tienes en tus manos. Feliz verano.
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