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» Comercio y Justicia
Fecha: 05/08/2025 08:35
Tras casi diez meses de parálisis, la flota pesquera tangonera congeladora del país, clave para la exportación de langostino, reanudó sus operaciones este lunes 4 tras un acuerdo entre las cámaras empresariales y el Sindicato de Obreros Marítimos Unidos (SOMU). Este entendimiento, alcanzado el viernes pasado en Buenos Aires, puso fin a un conflicto laboral que afectó a 113 buques y cerca de 4.000 trabajadores, generando pérdidas estimadas en 200 millones de dólares y un impacto económico significativo en ciudades portuarias como Puerto Madryn y Mar del Plata. La flota tangonera refiere a un conjunto de buques pesqueros que utilizan el método de pesca con tangones, un sistema característico para la captura de langostino y otras especies marinas, que son estructuras metálicas o de madera que se extienden desde los costados del barco, sosteniendo redes de arrastre que se sumergen en el agua para capturar crustáceos o peces que habitan cerca del fondo marino, como el langostino patagónico, principal producto de la pesca nacional. El conflicto, iniciado en octubre de 2024, enfrentó a las cámaras empresariales —Cámara Argentina Patagónica de Industrias Pesqueras (CAPIP), Cámara de Armadores de Pesqueros y Congeladores de Argentina (CAPeCA) y Consejo de Empresas Pesqueras Argentinas (CEPA)— con el SOMU, que representa al 80% de las tripulaciones de los buques. Las empresas argumentaban que los costos laborales, que representan el 60% de los gastos operativos frente a un promedio global del 33%, hacían inviable la actividad debido a la caída de los precios internacionales del langostino, que pasaron de 6.500 dólares por tonelada en los últimos cinco años a 4.700 dólares en 2025. Por su parte, SOMU defendía los derechos salariales de los trabajadores, rechazando cualquier reducción en los ingresos por producción, que constituyen la mayor parte de sus haberes. El acuerdo, mediado por la Secretaría de Trabajo y respaldado por el gobernador de Chubut, Ignacio Torres, y el intendente de Puerto Madryn, Gustavo Sastre, establece un esquema salarial transitorio con un 70% de carácter no remunerativo y un 30% remunerativo, junto con una reducción del 9% en el total del recibo de sueldo. Este ajuste, que estará vigente hasta 2026, busca equilibrar la viabilidad económica de la industria con la sostenibilidad de los empleos. Además, se pactó revisar los valores el próximo año para adaptarlos a las condiciones del mercado internacional, afectado por la competencia del langostino vannamei de cultivo y una menor demanda global postpandemia. La reactivación de la flota es un alivio para la economía de todo el sur del país, particularmente en Puerto Madryn, donde unas 8.000 familias dependen directamente de la actividad pesquera, y en Mar del Plata, principal puerto pesquero del país. La industria del langostino genera más de 600 millones de dólares anuales en exportaciones, y se espera que la reanudación permita recuperar entre 250 y 300 millones de dólares en los próximos meses. Sin embargo, el sector enfrenta desafíos estructurales, como la presión fiscal, el retraso cambiario y los altos costos operativos, que las cámaras empresariales han señalado como obstáculos para la competitividad. El camino hacia el acuerdo no estuvo exento de tensiones. En julio, las empresas denunciaron amenazas contra tripulaciones, mientras SOMU acusó a las cámaras de un “lockout patronal” por mantener los buques amarrados. Un precedente clave fue el acuerdo de Buenos Aires Pesca SA con SOMU y SIMAPE, que permitió a los buques San Juan B y Pedrito zarpar el 23 de julio bajo el esquema 70/30, marcando el inicio de la descompresión del conflicto. Este avance, junto con acuerdos previos con los gremios de capitanes y maquinistas, allanó el camino para la negociación final. El presidente de CAPeCA, Eduardo Boiero, destacó que el acuerdo refleja la necesidad de alinear los convenios colectivos con la realidad económica del sector. Por su parte, SOMU enfatizó la importancia de la unidad sindical para proteger los derechos de los trabajadores, aunque aceptó el ajuste como un compromiso temporal. El SIMAPE, aunque no firmó formalmente el acuerdo, se comprometió a no obstaculizar las operaciones en Mar del Plata. La reanudación de la zafra de langostino no sólo reactiva los puertos, sino que también envía un mensaje de madurez y cooperación entre los actores del sector. No obstante, persisten debates sobre cómo adaptar los costos laborales y mejorar la competitividad frente a mercados internacionales cada vez más exigentes. Mientras los buques se preparan para zarpar, la industria pesquera argentina enfrenta el desafío de consolidar esta solución transitoria en un modelo sostenible que beneficie tanto a los trabajadores como a las empresas.
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