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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 04/08/2025 10:42
El diseño institucional de NACIONES UNIDAS representó un extraordinario avance civilizatorio frente a los desórdenes de un sistema internacional anárquico que condujo a dos guerras mundiales. A lo largo de sus ochenta años de existencia ha facilitado mecanismos multilaterales que han contribuido decisivamente a evitar conflictos armados e imponiendo a través de la fuerza en determinadas ocasiones el derecho internacional conculcado y fundamentalmente promoviendo instancias de mediación y resolución pacífica de controversias entre Estados. Por ello la humanidad le debe un reconocimiento histórico al principio de cooperación internacional como una herramienta útil en la preservación de la paz y el respeto a la soberanía de los Estados, es decir, rendir el homenaje mundial a los principios de legalidad, no agresión y respeto mutuo que inspiraron la creación de NACIONES UNIDAS en 1945. Respecto a la relación indiscutible e imprescindible entre NACIONES UNIDAS y las Fuerzas Armadas de la gran mayoría de las naciones, recordemos que el objetivo primordial de una política de defensa universal es el resguardo de los intereses nacionales, la integridad nacional y la supervivencia del Estado ya que son los intereses vitales que se construyen a lo largo del tiempo, dotados de continuidad histórica, tal como lo expresara el doctor Jorge Castro hace unos años, con meridiana claridad. En este sentido, otrora era muy común percibir al instrumento militar como un factor asociado exclusivamente a la violencia y por lo tanto, asociarle connotaciones negativas. Sin embargo, el moderno paradigma ha evolucionado positivamente en un mundo que desea paz y bienestar luego de haber soportado duras experiencias en su historia. También es comprensible, equivocadamente, asumir como real una concepción de orientación puramente económica basada en conclusiones donde el balance, costo-beneficio aparente indica la conveniencia de minimizar un factor militar que requiere inversiones en material y factor humano no redituable en ganancias inmediatas o rédito político y que pueden afectar otras inversiones en apariencias más altruistas. Al respecto, no olvidemos que las Fuerzas Armadas son una suerte de “seguro” nacional que se debe tener y mantener ya que si no se está preparado en tiempo y forma ante una agresión, la defensa in limine de esos intereses vitales son un fracaso con consecuencias desastrosas. Asimismo y concordante con lo que acabamos de expresar, esos intereses nacionales son cada vez más interdependientes en un mundo globalizado donde el multilateralismo es el norte que guía a las relaciones internacionales. Esto implica una búsqueda constante de alianzas hemisféricas y globales con el objetivo de evitar el peligro mayor en las etapas históricas en las que se produce una no deseada restructuración del sistema internacional, cuyas nefastas consecuencias son: el aislamiento y la marginación. Por eso, coincidiendo con el doctor Castro, consideramos que la política exterior es la primera línea de defensa del país. Por ello uno de los fenómenos evolutivos que es necesario comprender es que el instrumento militar internacional está adquiriendo cada vez más significación y trascendencia en la fase positiva de su razón de ser: evitar la guerra y mantener la paz. El punto de inflexión, estamos convencidos, sucedió en 1989 con la caída del muro de Berlín, donde el “Realismo” como doctrina de las relaciones internacionales en vigencia desde la paz de Westfalia en 1648 fue reemplazado por la teoría de la “Interdependencia” y su correlato el concepto de seguridad colectiva que condena e impide la utilización de la fuerza para la solución de los conflictos entre Estados. La reconfortante confluencia entre la democracia como sistema político y la libertad económica en un mundo cada vez más transnacional e interdependiente, representa un hito de valor extraordinario que signa de esperanza y optimismo al mundo. Todas estas tendencias gratificantes adquieren una fuerza espectacular y decisiva caracterizada por la libertad de expresión, derecho individual excluyente que se expresa a través de la libertad de prensa, requisito fundamental sin el cual ninguna Democracia puede existir, razón por la cual se ha producido la aparición de un fenómeno inédito que es la consolidación de la opinión pública mundial como consecuencia de los adelantos tecnológicos que se están produciendo día a día. Recordemos que la estrategia sigue a la política en esta estructura de poder mundial, Interdependiente. Eliminado el comunismo, excepto en Cuba y Corea del Norte por la fuerza arrolladora del sistema democrático mundial, estamos convencidos que la defensa de las naciones pueden y en algunos casos, deben defenderse a miles de kilómetros del territorio. Esto fue demostrado en nuestro país por la participación de fuerzas militares argentinas bajo Control operacional de Naciones Unidas (Capítulo VII – imposición de la paz) en la inédita Guerra del Golfo en 1991 donde esta Organización Supranacional condujo esa Coalición Multinacional con un éxito arrollador. El segundo ejemplo, también durante la década de los 90, fue la participación de más de mil “Cascos Azules” argentinos que desembarcaron en Europa para intervenir en Croacia (Capítulo VI – mantenimiento de la paz) en una guerra despiadada que incluyó posteriormente un genocidio atroz a los habitantes de Bosnia-Hercegovina por parte de Slobodan Milosevic y Radovan Karadzic.Esperamos que esa exitosa política exterior del entonces Presidente Menem pueda replicarse en un futuro muy cercano, integrándonos a fuerzas de NACIONES UNIDAS o de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) para intervenir en Ucrania con el objetivo de colaborar con la comunidad internacional a recuperar los territorios ocupados por la sangrienta, criminal invasión rusa perpetrada en febrero de 2022. No olvidemos que tropas argentinas participaron en Bosnia y en Kosovo bajo control operacional de la OTAN a fines del siglo pasado. En este punto, creemos oportuno señalar que nuestro compromiso militar internacional, no significa olvidar que la misión primaria e indelegable de las Fuerzas Armadas será siempre la defensa del territorio y la soberanía nacional que hace a la razón de ser del instrumento militar como Institución permanente del Estado. Por el contrario, es pensar en términos de proyección del instrumento militar para defender intereses y “fronteras estratégicas”, esenciales para consolidar el orden internacional. En este sentido, la opinión pública mundial exige no sólo cada día más la graduación racional del poder sino también de mayor legitimidad porque en el mundo de mañana una Nación-Estado sin protagonismo, será considerada como un parásito en la escala mundial. Este protagonismo no debe ser solamente en el campo de las ideas sino también en el campo de la acción. En este contexto el deber protagónico de las naciones crea indefensiblemente la necesidad de que los Estados tengan capacidad de proyección a los escenarios mundiales por remotos que estos sean. La opción militar de fuerzas multinacionales se seguirá consolidando en el presente y futuro como la más legítima respuesta pero exclusivamente cuando se agoten las instancias diplomáticas sin éxito y fracase el efecto disuasivo de los perturbadores del orden y la convivencia mundial porque representa una versión en macroescala de la función esencial de las Fuerzas Armadas de cualquier Nación, cual es ser uno de los instrumentos fundamentales e idóneos de la política exterior. Aquí cabe preguntarse si esta capacidad de proyección debe referirse a los países poderosos, centrales o también a países como el nuestro, en desarrollo, con necesidades insatisfechas y carentes de fuerzas significativas a nivel mundial o de armas sofisticadas. Estamos convencidos que la respuesta correcta es la segunda por dos motivos fundamentales: en primer lugar para gozar de los beneficios de la libertad, de la paz y del desarrollo se deben asumir las responsabilidades y riesgos para su defensa. En segundo término, la actitud ante el mundo que asuma cada nación, va a condicionar indefectiblemente su propio futuro. Debemos aclarar que esta capacidad de protagonismo no necesariamente debe abarcar exclusivamente la participación en operaciones militares para imponer o mantener la paz sino también en misiones de ayuda humanitaria. Tengamos también en cuenta que es generalizado pensar que los países tendrán siempre la tendencia a sentir más atractivo cooperar con los más fuertes que con los débiles y en el caso que se lo haga con estos últimos, se exija un cierto grado de compensación por el logro de un grado de seguridad mutua superior. Estas realidades fueron, están y estarán vigentes siempre pero es menester profundos cambios estratégicos y tácticos. Por eso concluimos que ha perdido realismo la antigua teoría del “Planeamiento Estratégico” basado sobre una guerra con un enemigo determinado, en una oportunidad definida y con una aproximada duración de las hostilidades. Como resumen de esta fascinante época que vivimos, nos permitimos enfatizar que la vertiente del instrumento militar presente y futuro en este mundo multilateral, globalizado e interdependiente, evitar la guerra, hace imprescindible acogerse a la idea de la “Estrategia del Conflicto” ya que las Fuerzas Armadas no deben prepararse para una guerra determinada sino ser útil al gobierno en crisis derivadas de conflictos.
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