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Parana » 2 Florines
Fecha: 03/08/2025 15:07
Luciano Galfione, presidente de Fundación ProTejer, advirtió por la crisis que atraviesa la cadena textil, con menor producción y una apertura económica en desigualdad de condiciones. Analizó por qué la ropa sale más cara en Argentina y, además, alertó por la necesidad de blanquear a gran cantidad de trabajadores: “Estar en negro es un gran negocio para el que contrata gente y no paga impuestos”, cuestionó. Por Nahuel Amore La industria textil atraviesa una grave crisis en la Argentina. Los últimos datos de mayo dan cuenta de que la fabricación de prendas de vestir, cuero y calzado disminuyó -5,4% interanual y, si se compara contra mayo de 2023, la caída asciende a -13,8%. Además, se registró un nivel de utilización de la capacidad instalada del 47% y, en el promedio de 2025, se confirma la tendencia de que 6 de cada 10 máquinas están paradas. Los datos fueron informados por la Fundación ProTejer, que releva la problemática de toda la cadena de valor agroindustrial textil y de confecciones. En ese sentido, su presidente, Luciano Galfione, alertó a DOS FLORINES que el sector “es uno de los más afectados con las políticas nacionales”. “Esto es producto de dos factores fundamentales: la caída del consumo por la caída del poder adquisitivo de la población y la facilitación que hizo el Gobierno de los productos importados”, explicó. Respecto de la menor demanda, argumentó que “los ingresos se destinan fuertemente a dos variables fundamentales, alimentos y servicios”. De esa manera, lamentó que “lo que queda disponible para otros elementos esenciales como puede ser la indumentaria, es menor, lo que hizo que haya caído el consumo en nuestro sector”. Además, agregó que la posibilidad de seguir usando la misma ropa hace que no se destinen gastos que permitan mejorar las ventas. Según manifestó, el aumento de las importaciones profundizó la crisis sectorial. Precisó que los afecta por “la baja de aranceles y la apertura sin ningún tipo de control, además de las plataformas electrónicas que permiten compras sin impuestos ni tasas adicionales”. “Esto hace que si hubiera un pequeño incremento del poder adquisitivo a partir del reacomodamiento de paritarias de los ingresos formales, se va a productos importados”, cuestionó. Sobre este tema, la Fundación ProTejer informó que en el primer semestre de 2025 las importaciones de productos textiles e indumentaria alcanzaron 189.819 toneladas y 828 millones de dólares. Esto representa un aumento del 101% interanual en cantidades y 58% en valores. Todos los rubros registraron aumentos en sus cantidades y montos importados, aunque las cantidades aumentaron más que los montos, denotando que se importó a menores precios que el año pasado. Desigualdad de condiciones para competir Galfione advirtió que el costo argentino imposibilita competir al sector en igualdad de condiciones con las prendas y calzados importados. Ello se debe, según explicó, no sólo a la carga impositiva, sino a las formas de producir y sus controles. Por ello, insistió: “Pedimos tener las mismas reglas de juego. Quiero competir con el exterior porque nos hace mejores, que estemos a la vanguardia del mundo, está bien; pero compitamos en igualdad de condiciones”. Sobre las diferencias con el mundo, detalló: “Quienes producen en el exterior, trabajan a jornadas laborales de 16 horas a 80 dólares, sin sindicatos, sin aguinaldos, sin vacaciones, donde el trabajo infantil está admitido, donde no se pagan impuestos, donde no hay jubilación. Además, producen sin ningún tipo de control ambiental, no hay tratamiento de efluentes, se puede usar cualquier tipo de colorante contaminante y que afecta la salud. Eso en Argentina está prohibido y está muy bien que esté prohibido”. En esa línea, agregó: “La Argentina ha evolucionado tremendamente en esos aspectos, con todos los problemas que tenemos. Pero eso nos pone en una desigualdad enorme a la hora de competir, porque tenemos que cumplir con un montón de reglamentaciones ambiental, laboral, impositiva, que están muy bien porque son los que permiten tener jubilaciones, obras sociales y otros derechos; pero eso tiene un costo”. Al mismo tiempo, el empresario destacó que en el país existen diversos controles sobre la composición de los productos nacionales que se deben informar en la etiqueta de la ropa. En cambio, se preguntó si hay controles sobre los productos importados. Además, añadió que ya no existen subsidios a la energía y el resto de los servicios, mientras que “en otros países producen con subsidios enormes”. Del mismo modo, alertó que “hay productos de otros países que se exportan a precios por debajo del valor de las materias primas para fabricarlos”. “¿Quién puede creer que una remera puede vale un dólar si la composición de materias primas te da dos?”, se preguntó, y remarcó que resulta fundamental que sobre esas prendas se realicen los controles necesarios sobre el material utilizado para evitar riesgos para la salud. Por qué sale cara la ropa Galfione consideró que la discusión es mucho más amplia y debería apuntar a “cómo hacer para que comerciar sea más barato”. “El problema no es solamente la producción. Es mucho más lo que afecta al precio de un producto lo que implica comerciar”, apuntó, y advirtió por las altas tasas de interés, el costo “seis veces mayor” al resto del mundo de las tarjetas de crédito y hasta el costo de flete. “¡Enviar un camión de Catamarca a Buenos Aires vale lo mismo que de Buenos Aires a China!”, exclamó. Al mismo tiempo, alertó por la carga impositiva que se acumula entre Nación, provincia y municipio. “Se pagan muchos impuestos y tasas. Por eso, tenemos que discutir si todos son necesarios e incluso discutir cuál es el país que queremos: si queremos consumir barato y quizá no queremos los otros derechos. Hay un montón de derechos conquistados en la historia que no los tienen todos los países, especialmente aquellos a los que queremos parecernos en costos de adquisición de bienes”, reflexionó. En esa línea, el presidente de ProTejer puso en valor el sistema de salud, de educación y previsional que sostiene la Argentina, pero cuyos beneficios no son compatibles con los costos de consumir barato. “Ahora bien, sí se puede rediseñar el sistema impositivo para que sea mucho más progresivo. Argentina tiene un sistema impositivo arcaico, a mi criterio, que tributa sobre los bienes en vez de tributar sobre las personas, porque es mucho más justo. Significa que las personas que más ganan, pagan más impuestos”, sostuvo. Solución a la creciente informalidad —¿Qué reforma laboral proponen desde el sector, atento a las situaciones de trabajo informal detectadas y que afectan a las empresas formalizadas? —Al competir todo el tiempo con las peores prácticas del trabajo a nivel internacional y la Argentina al tener un montón de derechos adquiridos, el sector debería tener un sistema laboral diferente. Hay que discutir un problema, que sea diferente porque las particularidades del caso la requieren. Es difícil competir contra países que pagan 80 dólares, con impuestos al trabajo son muy caros respecto de lo que el trabajador cobra. Estar en negro es un gran negocio para el que contrata gente y no pagan impuestos. Como nuestro sector compite en gran desventaja y son mano de obra dependientes en el último eslabón de la confección, el principio de la solución es buscar un esquema diferenciado para este eslabón de la cadena, donde ese impacto impositivo permita incorporar a los que están al margen de la ley. —¿Cree viable esa solución en este país? —La solución no es mirar para otro lado, sino tomar el toro por las astas. Quienes cuestionan que esta medida tendría un costo fiscal, me pregunto cuál sería si no están recaudando nada. Es gente fuera del sistema. Hay que buscar un esquema donde se incorporen al régimen formal y trabajar. A partir de eso, sabremos dónde están y controlar en qué condiciones trabajan, para después tener una paritaria con sueldos progresivos. Pero no puede tener tanta ventaja estar al margen de la ley porque lo único que nos pasa es que los tenemos fuera del sistema. Es difícil de llevar adelante porque lo planteamos en todos los gobiernos, pero se oponen porque dicen que es precarizar. Se puede entender, pero hoy ya existe. Es necesario un esquema para dar un principio de solución e ir mejorándolo. Si esa brecha entre lo ideal y lo posible es grande, no hacemos nada, como muchas cosas de la Argentina en que los problemas se patean para adelante.
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