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» Diario Cordoba
Fecha: 03/08/2025 10:17
Ramón Bermúdez es uno de los 25 cocheros de caballos que siguen quedando para ofrecer paseos turísticos a quienes eligen Córdoba para sus vacaciones (o parte de ellas). Ni el calor ni la bajada de la actividad son obstáculo para que los cocheros acudan a su cita diaria con quienes quieren conocer los encantos de Córdoba desde un coche de caballos. Este profesional del turismo reconoce que agosto no es un buen mes para esta actividad y sustenta su afirmación en varios motivos. La primera de estas causas es la propia caída en el número de visitantes que acusa Córdoba; la segunda, los condicionantes, cada vez mayores, que están imponiendo a una actividad tradicional de la ciudad. Así, en agosto tienen un horario restringido, señala Bermúdez, «de dos de la tarde a siete, con el calor o cuando hay alertas por temperaturas máximas, no podemos salir». Esta normativa procede del Ayuntamiento de Córdoba, pero también presionan en este aspecto los colectivos animalistas. Los coches de caballos en Córdoba / A.J.González Temporada baja Entrando en el análisis de la situación del negocio, Ramón reconoce que «en agosto la gente suele tirar para la costa, por eso, a partir de septiembre, cuando bajan las temperaturas, empezamos a subir con el turismo» y concreta aclarando que «invierno y verano los tenemos más bajitos y primavera y otoño es cuando empieza a subir la actividad». Este cochero cordobés, que se dedica a esta actividad por tradición familiar, explica que un viaje cuesta 45 euros con coche ocupado de una a cuatro personas, que es la capacidad máxima de los carruajes. Cada expedición dura unos 35 o 40 minutos, un recorrido en el que la mayoría de los usuarios son turistas españoles, «aunque también trabajamos con los extranjeros, pero con lo que más nos tratamos es con el español, que es con el que mejor te entiendes y al que mejor se le puede explicar el casco antiguo», que es, precisamente, la parte que más le gusta a los visitantes. «El barrio judío de Córdoba, que es patrimonio de la humanidad de la Unesco, es una maravilla y a los clientes es lo que más les gusta», concluye. El cuidado de los animales En cuanto al cuidado de los animales, ante las críticas que vienen recibiendo, Ramón explica que los caballos «están cuidados, pasados por veterinarios, certificados con sus papeles como que el caballo está sano y apto para trabajar», pero se lamenta de que haya quien cuando los ven en la calle en momentos de calor les critican e incluso «nos insultan», apunta. Ramón pide más respeto para su medio de vida, porque señala que ya han hecho un gran esfuerzo ajustándose a las exigencias de horarios (con la pérdida de actividad que supone). Sobre el futuro de la actividad, Ramón Bermúdez explica que sí hay interés entre los jóvenes de sus familias por seguir con este trabajo, pero «nos tienen asfixiados con las nuevas normas y se te quitan las ganas de que tu hijo se venga a trabajar contigo, porque el día de mañana no sabes si esto seguirá o no». Además de todo ello, «hay que decir -concluye- que mantener un carruaje de este tipo cuesta entre 600 y 700 euros al mes, sin contar con el alquiler del lugar donde se guarde el carro y la cuadra para el caballo». Testimonio de un veterano En la misma línea se pronuncia uno de los cocheros más veteranos de la ciudad, Manuel Maestre, quien empezó como cochero cuando tenía 20 años y a sus 67 se muestra pesimista respecto al futuro de la actividad, pues asegura que el trabajo, en este tiempo «ha cambiado a peor, porque no nos dejan trabajar». La principal queja que tiene es la restricción del horario en verano, «ahora a las dos ya no podemos trabajar, cuando aquí de toda la vida se ha trabajado a todas horas» y ahora, dice, «si te ve la gente te denuncia». De ese modo se lamenta de que hay días que solo da un viaje y eso «no da para vivir», porque, además, los 25 cocheros que hay en la ciudad se turnan en dos grupos que salen a la calle días alternos para que todos tengan trabajo. Por eso dice que ninguno de sus hijos se dedica a esto y él ve el fin del trabajo de su carruaje «en el momento que me jubile». Sobre el futuro, asegura verlo «oscuro», porque recuerda que ya hay ciudades donde lo están quitando y «ya mismo lo harán aquí». Suscríbete para seguir leyendo
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