03/08/2025 09:37
03/08/2025 09:31
03/08/2025 09:30
03/08/2025 09:30
03/08/2025 09:30
03/08/2025 09:29
03/08/2025 09:27
03/08/2025 09:27
03/08/2025 09:26
03/08/2025 09:26
» El litoral Corrientes
Fecha: 03/08/2025 07:32
Este Corrientes de muchas sorpresas, no sólo de carnaval y chamamé vive la provincia; sus duendes, gnomos, aparecidos y almas en pena sobrevuelan el remanso de sus ríos y lagunas, a eso se suma que muchos de ellos son milagreros, en serio, muy milagreros que desde tiempo cué (viejo, antiguo) perduran en el fervor popular, pregúntele a los santones Gaucho Lega, Juan de la Cruz Quiroz, Curuzú José, Aparicio Altamirano, el Gauchito Gil y tantos otros que ocuparon a muchos escritores de renombre su rastreo e historia Algunos seres humanos nacieron para trascender, no digo que sean buenos o malos, simplemente la naturaleza es sabia, dándole a cada ser viviente trascendencia o no después de su desaparición física. Mucha gente en este mundo terrenal se olvida de vivir, está preocupado por juntar plata, tener mejores casas, otros chanchullos en los cuales ven pasar su vida sin pena ni gloria, cuando se acuerdan que tuvieron que haber bailado más, reído más, amado más, bueno cuanto más son majaderías, dirían se olvidaron de vivir. Observo que algunos no beben un vino por no gastar la botella, otros atesoran, atesoran para que sus herederos sean ricos, generalmente débiles y jactanciosos, sus empleados recibían un no cuando pedían un pan de más. El único problema que no se puede arreglar con plata es el mal de amores: que yo la quiero y ella no me quiere, dale con lamentaciones, delirios, para qué, lo que es para vos chamigo está escrito en algún árbol tallado a fuego, lo que te toca ponételo, lo que no aunque quieras no puedes, fue a llorar al río laguna o charco como las ranas. No pidas más, no hay. Resulta que un empedradeño es el poseedor de los mi- lagros para el amor; con esto no descarto a otros milagreros santos como Antonio, que hace cruzar la plaza a las mujeres y hombres con un papel con el nombre de su amor. Si no estoy equivocado es en Mburucuyá, la tierra de don Salvador Miqueri maestro, profesor, poeta y musiquero de aquellos que nuestra provincia tiene por orgullo. Expresan los que saben que tiene buenos resultados el santo y la gente insiste. Pero la competencia la tiene en su propia tierra el santo, forma parte del equipo rival es Tuquiña. Cruzamos la plaza con el papel y el nombre del o la pretendida, lo aseguramos marchando gallardos al cementerio de Mburucuyá a la tumba de Tuquiña que no se puede quejar por velas y ofrendas, las tiene todo el año. Un empedradeño de ley Tuquiña, apareció por esos lares complementándose con San Antonio. Unos dirán que fue un buen tipo, generoso, valiente, otros bandolero, delincuente y cuantos agravios pueda sumar el diccionario tan rico de la lengua de Castilla, pero el caso es que Tuquiña ganó fama después de muerto por ser casamentero, noviero y todo lo que venga en el paquete de los amores y desamores. Don Enrique viejo poblador de la provincia, no los quiere ni de prestado a ninguno de estos gauchillos alzados que no obedecían a sus patrones laborales o políticos. El orden ante todo, tomen distancia, obedezcan, caminen derecho etc. etc., típico de los espadones y los curas, obedecer y creer sin cuestionar, ah pero tienen libre albedrío, para qué comino si el dogma no se discute; para violarlo allí está la respuesta chamigo, siendo buena persona, ayudando al prójimo, empático (ponerse en los zapatos de otro) gozando lo que nos da la naturaleza, bailando, cantando etc. Aunque parezca mentira bañarse rompía los moldes dogmáticos, era pecado, orque exponía el cuerpo desnudo, hacer el amor con vestidos, ridiculeces como esas abundan en la historia de los que enseñan. Bueno, el Tuquiña se alzó y anduvo en correrías a los cuchillazos y balazos limpios por estos campos correntinos. Nació en el Paraje San Juancito en 1887 aproximadamente en Empedrado (Corrientes), era hijo natural de Marta Acevedo, su nombre fue Miguel Galarza, pero lo llamaban Tuquiña, como segundo apodo Guadaña, o Pyguadaña (pié:py). El hombre no era buen cuchillero, todo el mundo lo sabía pero chaque con su 38 cheraú porque entre el cuchillo y el revólver generalmente ganaba el revólver. Tuquiña creció trabajando, cruzaba al Chaco a trabajar en los obrajes, en esa escuela aprendió el manejo del arma de fuego, que tanto ella como las balas eran baratas, se vendían en los almacenes de ramos generales. Tuquiña fue forjando su historia con enfrentamientos, algunos le atribuyen conductas indecorosas como violaciones y otras malicias. Lo que todo el mundo sabía era que era enamoradizo y cuentan que las muchachas aceptaban sus requiebros. Eso generó problemas y envidia. Lo mataron en Costa Grande sección al norte del estero San Lorenzo, el 20 de octubre de 1917, más bien lo asesinaron sin miramiento alguno. Primero lo drogaron y luego lo co-cieron a balazos, según afirman había tenido relaciones con una maestra casada con un mburucuyano, consentida o no la relación, el esposo no lo tomó a bien y organizó la farra de borrarlo del padrón electoral mandándolo al otro barrio, cocido a tiros. Su cuerpo fue llevado a lomo de caballo hasta la comisaría del lugar; dice don Vallejos que esa noche diluvió, así nació el espíritu supersticioso que lo haría santón. Tuquiña afirmaba a voz en cuello que cuando estuviera muerto, él intercedería ante Dios por aquellos que le pidieran algo. Esto quedó grabado en bronce en la memoria de los pobladores correntinos, y desde entonces hay quienes creen que cuando se anda con problemas de amor que son los más comunes o de salud, hay que visitar la tumba de Tuquiña en el cementerio de Mburucuyá es obligatorio. Alguna que otras ancianas de Empedrado y Mburucuyá sostienen que muchas veces, escuchan la risa del gaucho que llega desde el cementerio, otros afirman que en las noches de lluvia ven en el cementerio una figura tétrica que sale de la tumba, para dar una vuelta por el lugar. La verdad es que nunca se supo quién se hizo cargo de construir la modesta tumba de este personaje, sí se afirma que las enamoradas del gaucho alzado hicieron una colecta sin que se enteraran sus esposos, amantes, concubinos o lo que fueren, para pagar un entierro decente a quien tanto amaron. Doña Felipa que murió hace años, cuyo apellido hemos olvidado, hablaba de él como si estuviera presente, jura y rejura que hay noches de luna que escucha su voz en la ventana cantando madrigales. Será pá cierto... Por Enrique Eduardo Galiana Moglia Ediciones Del libro “Aparecidos, tesoros y leyendas” “Homenaje a la memoria urbana” Octava parte
Ver noticia original