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  • Desde un antojo hasta mil docenas: la historia de los alfajores que conquistan el Chaco

    » Primerochaco

    Fecha: 01/08/2025 20:52

    Lo que comenzó como un antojo, terminó convirtiéndose en un emprendimiento familiar que ya conquistó ferias provinciales y promete seguir creciendo. Miriam Huepler, una enfermera radicada en Puerto Tirol, Chaco, cuenta con orgullo cómo su amor por los sabores de su infancia la llevó a fundar «Alfajores Chaqueños con sabor a Santafesinos», una microempresa que hoy moviliza a toda su familia y que ya produjo más de 12.000 alfajores para una sola feria. “Tenía antojo de comer alfajores santafesinos”, cuenta entre risas Miriam, chaqueña de nacimiento, pero criada en Franck, Santa Fe. Desde hace seis años vive en el Chaco, donde se recibió de enfermera y trabaja actualmente en el área de salud. “Nunca los había hecho antes. Me puse a buscar recetas en internet, fui probando, ajustando ingredientes, y salió. Empecé a convidar y todos me decían: ‘¿por qué no los vendés?’”. Así fue como, entre turnos de trabajo y la ayuda de su esposo e hijos, nació una receta que mezcla tradición y esfuerzo. Pero no fue solo el sabor lo que impulsó este proyecto. También lo fue la necesidad: llegaron al Chaco sin trabajo, justo antes de la pandemia, y debieron reinventarse. “Yo limpiaba casas y estudiaba. Mi marido cortaba pasto. No teníamos nada asegurado”, recuerda. Hoy, su emprendimiento es una pequeña empresa familiar: Miriam, su esposo camionero, y sus tres hijos —de 23, 20 y 16 años— se reparten tareas para cumplir con una producción diaria de entre 30 y 50 docenas. “Cada uno tiene su rol: uno hace tapitas, otro rellena, otro arma. Yo glaseo. Nos organizamos”, explica. La gran oportunidad llegó en una feria de emprendedores en el Parque de la Democracia, en Resistencia. “Había preparado 50 docenas por si me llamaban. Y me llamaron. En una hora y media vendí todo. La gente recién estaba entrando al predio, y nosotros ya estábamos volviendo”, recuerda emocionada. Esa experiencia le dio el empujón para apuntar más alto: la feria Agronea, una de las más importantes del NEA. Pero para llegar, hubo que hacer sacrificios. “Vendimos nuestra Kangoo para poder producir mil docenas”, cuenta. Con ese capital, compraron ingredientes, garrafas industriales y multiplicaron la producción. “Hicimos 36.000 tapitas. El domingo vendimos todo. No parábamos ni para comer”, dice con una sonrisa de satisfacción. Su producto, lejos del típico alfajor industrial, está cuidadosamente elaborado a mano. “Es hojaldrado, con glaseado casero y dulce de leche que traemos de Esperanza, Santa Fe. Cada uno pesa 90 gramos. En una docena tenés un kilo de alfajores”, dice con orgullo. Y aclara: “No es empalagoso, está equilibrado”. Hoy, mientras mantiene su trabajo como enfermera, Miriam también gestiona su emprendimiento y se prepara para expandir su cocina: “Estamos arreglando la casa para tener un espacio exclusivo de producción. Me otorgaron un crédito para comprar un horno panadero, que me va a permitir hornear 300 tapitas por tanda en lugar de 80”. Más allá de las ventas, para Miriam el emprendimiento tiene un valor aún más profundo: “Esto nos unió como familia. Mientras trabajamos, charlamos, nos reímos. No hay celulares. Hay unión. Y eso también lo quiero para mis hijos: que aprendan el valor del trabajo”. Con el nombre ya registrado y una comunidad que crece en redes sociales, “Alfajores Chaqueños con sabor a Santafesinos” ya no es solo un antojo, sino una marca con identidad, sabor a hogar y una historia que inspira. Podés seguir el emprendimiento en Instagram: @alfajoressantafesinospuertotirolchaco

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