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Fecha: 01/08/2025 08:42
Argentinos Juniors vivió una noche de desahogo y reencuentro con la victoria al derrotar 2-1 a Aldosivi y avanzar a los cuartos de final de la Copa Argentina. El estadio Tito Tomaghello fue el escenario del festejo, pero también del desahogo de Tomás Molina, autor del gol decisivo y protagonista de una escena de profunda emoción al recordar a su abuelo tras la clasificación. El delantero fue figura determinante en la remontada, aportando la asistencia para el empate convertido por Alan Lescano y transformando en gol el penal que selló el pase a la siguiente ronda. Más allá del resultado, los reflectores apuntaron a su descarga personal luego del partido. Ante los micrófonos de TyC Sports, Molina abrió su historia más íntima y dejó un testimonio cargado de sinceridad tras meses complejos en lo deportivo y lo anímico. “Había arrancado con el pie izquierdo, al errar un penal. Uno tiene que trabajar, confiar en uno. Si uno no confía en uno, quién va a confiar. Traté de mentalizarme de manera positiva, de trabajar y seguir entrenando. Dándole duro. Hoy se disfruta. Necesitábamos la victoria, nos vamos contentos a casa y pensando en lo que viene”, expresó con voz temblorosa, luego de abrazar a varios compañeros y mirar al cielo en gesto de gratitud. El recorrido de Molina hasta este partido no estuvo exento de obstáculos. “A veces los momentos no son buenos y en el fútbol se sufre mucho. Uno tiene que trabajar y que la cabeza no le gane a uno. La cabeza es muy importante. Tratar de trabajar en eso, rodearse de buena gente, la familia”, reflexionó, adaptando el aprendizaje del sufrimiento como motor personal. El momento de mayor sensibilidad llegó cuando recordó a su abuelo. Molina prefirió pausar la entrevista, secando lágrimas de emoción para luego continuar: “No puedo hablar. Me encantaría que me hubiese visto jugar, pero sé que siempre está ahí. Siempre pienso en él, ayudándome en cada partido. Le dedico mis goles, tengo una pulserita con su nombre. Le dedico siempre todo a él, y a mi familia y amigos”. El trámite del partido tuvo a Argentinos como protagonista en la posesión de balón y en la iniciativa, aunque con dificultades para transformar las llegadas en ocasiones claras. Aldosivi plantó resistencia y se adelantó con un golazo de Giuliano Cerato en el primer tiempo. El equipo dirigido por Nicolás Diez, que llegaba sin triunfos y con una racha negativa a cuestas, mantuvo la paciencia y ajustó con los ingresos de Bravo y Giménez, lo que le permitió ganar profundidad. La reacción de Argentinos creció en el complemento. Giaccone desbordó sobre la izquierda y asistió a Molina, quien exigió una gran atajada de Carranza. En la jugada siguiente, Molina bajó un balón en el área, Lescano igualó el marcador y el partido cambió su curso. Minutos después, el propio Molina habilitó a Porcel, quien fue derribado en el área y Espinoza cobró pena máxima. Molina pidió la pelota, dejó atrás el recuerdo de su penal fallado y definió con precisión para decretar el 2-1 definitivo. El cierre significó para el goleador mucho más que una victoria. El penal convertido significó revancha deportiva, pero también una catarsis ante las cámaras, donde la figura se despojó de toda coraza. La dedicatoria a su abuelo y el reconocimiento a los momentos complicados marcaron una nota distinta en el deporte, en una jornada en la que el fútbol sirvió de canal para la memoria y el agradecimiento. Argentinos Juniors cortó una racha adversa, derribó el obstáculo de los octavos de final que lo había frenado ediciones anteriores y ahora espera rival entre Lanús y Huracán en cuartos de final.
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