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Federal » El Federaense
Fecha: 01/08/2025 03:00
Este martes en la Audiencia Provincial de Zaragoza, ha tenido lugar un juicio que ha levantado una gran controversia entre dos amigos de larga data. Víctor C., quien se siente estafado y engañado, ha declarado que su relación de más de diez años con Borja S. ha colapsado debido a una serie de complicaciones financieras relacionadas con la compraventa de vehículos de alta gama. El origen de la disputa Los conflictos comenzaron entre julio de 2017 y septiembre de 2018, cuando ambos comenzaron un negocio en conjunto con vehículos de lujo. Borja S., propietario del concesionario BS Motors en el barrio de Casablanca, Zaragoza, había fomentado con Víctor C. un vínculo amistoso que inicialmente parecía prometedor. Sin embargo, la acusación asegura que la amistad se fue desvaneciendo a medida que los problemas financieros se hacían evidentes. Las irregularidades en la compraventa Según la versión de la acusación, se realizaron transacciones de cuatro vehículos de alta gama que Borja S. vendió sin integrar las ganancias a Víctor C. Además, se alega que el acusado falsificó la firma de su amigo para llevar a cabo la venta. Los vehículos involucrados en este conflicto son de gran renombre y prestigio, con un valor total de 191.000 euros, incluyendo modelos como un Porsche 911 S, un Porsche Macan, un Mercedes A45 y un Porsche Panamera Turbo S. Víctor C. aseguró que su confianza en Borja S. era ciega, ya que guardaba los vehículos adquiridos en el concesionario de su amigo. Defensa y acusaciones En el juicio, la defensa argumentó que las compraventas fueron realizadas con acuerdos mutuos, afirmando que cualquier beneficio obtenido debería ser reinvertido en más vehículos de lujo. Sin embargo, la acusación pide la suma de 300.000 euros por un delito de estafa agravada, apropiación indebida y administración desleal, argumentando que hubo una falsificación en la firma y un posible plan para beneficiarse de las ventas. La situación legal y perspectivas Durante el juicio, una perito caligráfica testificó sobre la autenticidad de las firmas en los documentos de compra. De acuerdo a su análisis, solo en uno de los documentos se pudo atribuir la firma a Borja S., mientras que en otros muchos se determinó que las firmas eran realizadas por la misma persona sin poder precisar quién era. Desde la posición del Ministerio Fiscal, se planteó la idea de una posible absolución del acusado, al sostener que las circunstancias no eran suficientes para afirmar la existencia de una estafa. Por su parte, se invocó que el caso debería ser considerado como un asunto civil entre amigos. Este caso pone de relieve cómo las estafas y conflictos por dinero pueden echar a perder relaciones de amistad de años, convirtiendo lo que era un proyecto conjunto en un enfrentamiento judicial.
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