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» Misionesparatodos
Fecha: 31/07/2025 11:33
La concejal electa de Montecarlo por La Libertad Avanza (LLA), Patricia Buckmayer hizo un descargo en sus redes donde ofreció disculpas “a quienes se sintieron ofendidos”, aunque aclaró que su publicación fue un “posteo de humor políticamente incorrecto” realizado en una cuenta “privada”, que —según ella— fue expuesta “sin su consentimiento” por el funcionario provincial Roque Gervasoni. En el mismo texto, acusó al presidente del Instituto de Macroeconomía de Misiones de “acoso” y “violencia de género”, y sostuvo que tanto él como los medios que replicaron el contenido “violaron su privacidad”. No tuvo en cuenta -al justificarse - que las redes son "sociales" y que ella tiene una responsabilidad pública, política y social al presentarse como "representante del pueblo" en una elección donde recibió votos para ser concejal, cargo que podría asumir el 10 de diciembre. “NO HAGO APOLOGÍA AL DELITO DE LESA HUMANIDAD”, escribió Buckmayer en mayúsculas. “Fue un posteo para mis seguidores que no debería haber salido de mi red social (…) Son cómplices en conjunto con el Sr. Roque Gervasoni de instalar el odio y el terrorismo en contra de mi persona”, sostuvo, buscando desviar las culpas. La concejal electa de Montecarlo por La Libertad Avanza (LLA), quien era una activa militante y referente del gremio docente UDPM, quedó en el centro de una fuerte polémica tras publicar en sus redes sociales una imagen de un Ford Falcon verde —vehículo emblemático de los operativos de secuestro durante la última dictadura militar— con un mensaje burlón: “Nahhh y encima verdeee!!! Ford Falcon, con un baúl mejorado apto para acarrear zurditos llorando ”. La publicación generó un amplio rechazo político e institucional, y reabrió el debate sobre los límites del discurso público de los funcionarios electos. Buckmayer, docente de quinto grado y vicedirectora de una escuela pública, eliminó el posteo horas después, pero las capturas se viralizaron rápidamente. La respuesta institucional fue inmediata. El Concejo Deliberante de Montecarlo emitió un repudio formal y varios sectores políticos y educativos se manifestaron en contra de que Buckmayer asuma su banca. “Como mínimo no debería acceder a su banca, o si lo hiciera, pedir la expulsión del honorable cuerpo”, opinó Gervasoni, quien también expresó su preocupación por el rol docente de la concejal electa. “Es a las claras cómo piensa esta señora. Las semillas del odio se siembran día a día, y ella está en un lugar privilegiado para hacerlo”, afirmó. En posteriores publicaciones, Buckmayer redobló la apuesta: vinculó a sus críticos con la agrupación La Cámpora y los acusó de ser “los verdaderos terroristas” por realizar cortes de ruta. “¿Eso acaso no es terrorismo?”, preguntó en tono desafiante. También se presentó como una ciudadana “harta de la corrupción” que decidió involucrarse en política tras escuchar al presidente Javier Milei. “Desde ese día lo entendí todo”, dijo. El episodio generó alarma en sectores vinculados a los derechos humanos, que recordaron que el Ford Falcon verde no es un símbolo cualquiera, sino un ícono del accionar represivo del Estado durante la dictadura. Su uso en tono humorístico o violento hacia sectores ideológicos específicos, afirman, constituye una forma de banalización del terrorismo de Estado incompatible con la convivencia democrática. En ese contexto, distintas voces de la comunidad educativa, política y social de Montecarlo y de la provincia de Misiones reclaman una revisión del rol institucional de Buckmayer. El reclamo no apunta solo al contenido del posteo, sino a la liviandad con la que la funcionaria electa intentó justificarlo y, luego, victimizarse frente a las críticas. El caso abrió un debate sobre los estándares éticos y discursivos de quienes ocupan cargos públicos, especialmente cuando sus declaraciones rozan o incurren en referencias que vulneran la memoria colectiva, en un país que ha construido un consenso transversal alrededor del “Nunca Más” y la defensa irrestricta de los derechos humanos.
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