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  • El recuerdo vivo del Padre Jeannot en el Hogar de Ancianos: “Vengo a aprender a ser viejo”

    Gualeguaychu » El Argentino

    Fecha: 30/07/2025 15:00

    El Padre Luis Jeannot Sueyro falleció el 30 de julio de 2008, a los 90 años de edad. Sin embargo, su huella sigue viva en muchas personas que apuestan al bien comunitario, que brindan su tiempo para ayudar a quienes más lo necesitan. Martes, 29 de Julio de 2025, 23:10 Por Lautaro Silvera Desde el fallecimiento del Padre Luis Jeannot Sueyro, diversas acciones y espacios públicos han adoptado su nombre: el acceso sur de Gualeguaychú hasta el ex sanatorio Agos, hoy Cooperativa Luis Jeannot Sueyro, pasando por el Hogar de Ancianos, donde el propio sacerdote eligió vivir sus últimos años. “Vengo a esta institución a aprender a ser viejo”, solía decir. El Padre Jeannot vivió en el Hogar hasta sus últimos días, aunque su fallecimiento ocurrió en el sanatorio Agos, donde había sido internado. En diálogo con este medio, Gustavo Razetto, integrante de la comisión del Hogar, recordó que ya había estado internado allí años antes, contemporáneamente al fallecimiento del Papa Juan Pablo II, a causa de una infección hospitalaria. “Fue poco después de esa enfermedad que unos amigos, siguiendo sugerencias médicas, le acondicionaron una pequeña casa sobre calle San Martín, porque ya no era conveniente que subiera las escaleras de sus habitaciones de la parroquia Santa Teresita”, rememoró. La decisión de vivir en el Hogar En la reconstrucción de cómo se dio su decisión de mudarse al Hogar de Ancianos, Razetto remarcó que fue sorpresiva y conmovió a todos. “Un buen día no lo encontraron más en su nuevo domicilio. Se había marchado sorpresivamente al Hogar, donde dijo que quería, entre ancianos, aprender a ser viejo. Allí transcurrieron, con poca salud, pero siempre activo y extremadamente lúcido, sus últimos tres años de vida”. Aunque su salud era delicada, el Hogar fue un lugar de permanente encuentro. “Pasaban a visitarlo diariamente numerosos amigos, y cada reunión se convertía para el visitante en una especie de gracia. Casi todos los días celebraba misa en la capilla del Hogar, además de hacerlo en su querida San Francisco y en varias más. A veces, los fines de semana, entre la ciudad y el campo, oficiaba hasta en seis sitios distintos”, recordó Razetto. Un legado activo El Padre Jeannot no sólo predicó con la palabra, sino también con su acción. Además de sacerdote, fue poeta, y quienes lo acompañaban a diario lo describen como un hombre incansable. “Era capaz de estar 12 horas seguidas en sus actividades: acompañaba enfermos en el Hospital Centenario, el ex sanatorio Agos, hogares y celebraba misas. Un sacerdote que estaba en todos lados y acostumbró a muchos a que siempre iba a estar”, señalaron. Gustavo Píccoli, actual presidente de la Comisión Directiva del Hogar, destacó el impacto que dejó el “Curita Gaucho” en la comunidad. “Nos enseñó a seguir con esta causa y con muchas más que emprendemos a diario. Siempre recuerdo una anécdota suya, como vecino: cuando se inauguraba una nueva cuadra de cordón cuneta, él era el primero en llegar al acto, siempre el primero. No es un dato menor, porque no sé cómo hacía, pero estaba en todos lados. Gualeguaychú o Urdinarrain, parecía estar siempre al mismo tiempo, con sintonía fina y un espíritu incansable”. Sobre su decisión de pasar sus últimos años en el Hogar, Píccoli rescató una frase que define su compromiso. “Vengo a esta institución a aprender a ser viejo, dijo. Si hubiese querido descansar en cualquier otro lugar, lo hubiera hecho. Sin embargo, eligió esta casa por encima de cualquier otro sitio”. Una institución con desafíos Con 92 años de vida institucional, el Hogar atraviesa distintas situaciones: momentos de alegría, de contención, pero también dificultades. Como organización sin fines de lucro que sólo recibe la jubilación mínima de sus residentes, los problemas económicos son una constante. “Él era un pastor, una persona que encontraba fuerza en ese don que tenía. Siempre lo invoco cuando hay una necesidad. Y, sin exagerar, una mano aparece: para saldar una deuda o conseguir dinero para una urgencia”, confesó Piccoli con emoción. También subrayó el impacto que tenía Jeannot en todas las etapas de la vida. “Llegaba a los pequeños con el bautismo, bautizó a muchísimas personas. Pero también llegaba al adulto mayor, al abuelo. Y todos sentían el mismo aprecio. Eso es como un diamante, un ser de luz”. El ciudadano más querido Los últimos años del Padre estuvieron dedicados especialmente a los enfermos, a quienes visitaba diariamente en el viejo Hospital Centenario, sanatorios, geriátricos y domicilios. Gustavo Razetto fue testigo de ese compromiso. “Quienes hicieron de choferes del cura en esos años lo saben muy bien. En su última internación, el Curita visitaba a los demás pacientes del sanatorio portando en sus propias manos el atril para sueros”. Finalmente, Razetto recordó una de sus últimas decisiones, cuando dejó instrucciones claras para cuidar el Hogar. “Una noche mandó a llamar a algunos de sus amigos, los que en broma se autodenominaban ‘los perros del cura’, y les pidió que ayudaran a la Comisión Directiva. Él, antes que muchos, ya veía venir las dificultades económicas. Hoy, el Hogar de Ancianos lleva su nombre: el del Curita Gaucho, el más ilustre de sus huéspedes. Como dijera alguna vez el recordado Julio Majul, hoy el Hogar de Ancianos lleva el nombre de “El hombre más amado de la ciudad”.

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