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  • Entre maternidad, arte y jugos, la búsqueda personal de Lorena Monferrán

    » Elterritorio

    Fecha: 30/07/2025 13:35

    Lorena Monferrán comenzó con su emprendimiento de venta de jugos en la pandemia y hoy, después de remarla cinco años, se plantea nuevos objetivos. Además, asegura que lleva dentro una faceta de artista que siempre tiene ganas de volver a salir miércoles 30 de julio de 2025 | 6:30hs. Hace cinco años que trabaja junto a su hermana en Kinigua, un emprendimiento de venta de jugos naturales. Foto: Guadalupe De sousa Que nadie se salva solo, que todos los procesos llevan su tiempo y que hay que saber aceptar y adaptarse, que a veces hay que postergarse a uno mismo, que es un día a la vez y que no se puede ir por la vida ignorando lo que le pasa a los demás. Esas son algunas de las premisas que trata de llevar adelante la protagonista de esta Charlas con El Territorio. Lorena Monferrán nació en Posadas el 13 de enero de 1992 y hace 33 años que vive en el mismo barrio, en la Chacra 32-33. A lo largo de su vida pasó por distintos momentos que la llevaron a ser quien es hoy. De chica le gustaba hacer reír a los demás y también soñó con ser cantante. Se compró una guitarra pero nunca aprendió a tocar. Fue madre muy joven y volvió a serlo en otra etapa que la encontró más madura y con otras prioridades. En cuanto a lo laboral, tuvo experiencias como vendedora en comercios, pero en el fondo lo que buscaba era una actividad que le permita ganar dinero y también tener tiempo para maternar. En esa búsqueda, y cuando recién empezaba la pandemia a principios del 2020, nació Kinigua, un emprendimiento de venta de jugos exprimidos que cumplió cinco años y en el cual junto a su hermana la ‘siguen remando’. ¿Cómo nace Kinigua? Kinigua es un emprendimiento que nace en la pandemia. Como le pasó a muchos en ese tiempo, buscábamos qué poder hacer y arrancamos con mi hermana. Probamos a ver si se vendían los jugos, si la gente se copaba y la verdad que fue inmediata la respuesta. La que vino con la idea fue mi hermana y la que empezó con la locura total y dijo ‘vamos a por todo’ fui yo. Somos un buen equipo entre las dos. ¿Y por qué decidieron apostar a esto? Lo pensamos como algo cultural. A la gente acá le encanta tomar tereré y pensamos que podríamos solucionar ese tema de tener quetomarse el trabajo de exprimir el jugo de naranja o de mandarina. Además en Misiones siempre tenemos un cítrico a nuestro alcance. Lo primero que hicimos fue comprar un lote de botellitas de tomate en Marketplace, hicimos etiquetas. ¿Ya tenías experiencia siendo vendedora? Había trabajado en comercio, pero sí tenía una experiencia de vender jugos y licuados en la Costanera. Algo que recuerdo de eso fue que la gente insistía en que los jugos se hagan en el momento, no querían nada embotellado. ¿Cómo fue ese proceso de cinco años que lleva el emprendimiento? Al principio fue todo muy a pulmón. Teníamos que ir nosotras a buscar las naranjas. Hoy tenemos un proveedor amigo que nos las trae hasta el local, él es otro emprendedor que arrancó como nosotras. Al principio vendía bolsitas de naranja y hoy tiene varios clientes. Además contamos con dos máquinas exprimidoras. Yo siempre busqué un trabajo que me permitiera maternar. Por eso aposté a esto, porque me dejaba manejar el tiempo de trabajar y poder atender a una criatura, de ir a la reunión de la escuela. De todos modos para poder hacer crecer el emprendimiento hay que sacrificar muchas cosas como tiempo con la familia, el estudio, los amigos. ¿Pudiste compatibilizar eso de ser madre y trabajar? ALo bueno es que el emprendimiento sigue creciendo… Por eso nosotras tratamos de buscarle la vuelta. Nos turnamos en determinados momentos cuando una o la otra necesita hacer otra cosa que no sea estar trabajando en la producción de jugos. Fuimos cambiando nuestros clientes. Antes era más una venta en casas, puerta a puerta. Ahora estamos apostando a bares, restaurantes, hoteles. Eso es mejor porque son clientes más fijos. ¿También a lo largo de los cinco años hubo momentos complicados? Muchas veces trabajamos a pérdida, pero no queda otra que agachar la cabeza y seguir. La remamos con esto. Un factor que influye mucho es el clima. Cuando hace mucho frío la gente casi no toma jugos, por eso generalmente nuestro fuerte está en el verano, pero en esa época del año es cuando el cítrico no está en su mejor momento. Digamos que es un remo constante. ¿Y cómo impacta la situación económica que atraviesa el país? Muchísimo. Con el gobierno anterior al actual no podíamos sostener el precio de una semana a la otra. Lo que comprábamos una semana a 18 mil, a la semana siguiente estaba 25 mil y la otra a 30 mil. No teníamos precio de nada. Igual ahora tampoco estamos mejor porque hay un poco más de referencia de precios, pero la gente no gasta los pocos pesos que tiene porque no le alcanza. No se permiten gastar. Por ejemplo, queríamos comprar unas máquinas que el año pasado estaban 400 mil pesos y ahora se fueron como a 4 millones. Es imposible. ¿Qué objetivo se plantean en el corto plazo? En estos últimos meses cambiamos un poco el enfoque, proyectamos a poder tener nuestro local de jugo. Esto es un proceso en el que tenés que tratar de aliarte con las personas indicadas. Nadie se salva solo, sobre todo en este tipo de proyectos. ¿También tuviste una faceta artística? Yo nací artista, pero me obligaron a tener otro tipo de responsabilidades. Hice teatro desde los 13 años, me gusta mucho. También me gusta mucho la música. A los 16 años me compré una guitarra pero nunca aprendí a tocar. También siempre pensé en cantar, pero como hablo medio raro no lo hice. Hice teatro experimental, tuvimos intervenciones sociales con una prima que se llama Sol, que también es artista. Después me capacité para hacer stand up (monólogo cómico en vivo), hice unos tres años de comedia. ¿Y cómo fue esa experiencia? Estuvo buenísimo. Yo me di cuenta que mi parte artística siempre estuvo relacionada al clown, a hacer payasadas. Desde chiquita me gustó eso de hacer reír a los demás. Y bueno lo del stand up, que se trata de hablar como lora sobre las desgracias, sentí que era un buen recurso. Pero siempre me lo tomé como un pasatiempo. No es fácil hacer reír a la gente… Lo que tiene el stand up es lo que se llama ‘romper la cuarta pared’. En teatro no tenés esa interacción con el público que sí te da el stand up. El remate está en la interacción, tenés que estar en el aquí y ahora todo el tiempo para usar los recursos que te pueden dar los espectadores. Éramos un grupo de chicos que nos pusimos como nombre El club de la Mandarina. Íbamos por algunos bares y trabajábamos a la gorra. También hubo algunos lugares que se copaban y cobraban el derecho de espectáculo, lo hicimos más o menos durante tres años. ¿Y qué pasó ahora con esa faceta de artista? ¿Dónde está guardada? Me está esperando. Está pausada porque hace tres años volví a ser madre y tuve que cambiar el chip. Todo lo que conlleva la maternidad, los cambios hormonales, etcétera… ¿Cómo llevás ese proceso? Tuve a mi primer hijo cuando tenía 19 años, entonces con la fuerza que tenía un poco lo llevaba conmigo en todo que me proponía. Él tuvo que crecer un poco con todo eso del teatro y la actuación, trabajar. Con mi segundo hijo (Enzo) traté de hacerlo diferente. Me di el tiempo para ser madre, tuve templanza con el proceso. A veces estoy triste porque tengo que renunciar a ciertas cosas, pero también estoy feliz con el hecho de ser madre. Me hizo muy bien entender que todo es cuestión de tiempo. De postergarse para ciertas cosas. Obviamente que tengo mis ataques de pánico, que lo trabajo mucho con una terapeuta. Pero cada uno hace sus cosas a su tiempo y a su manera. ¿Qué le dirías a una persona que está pasando por un proceso parecido? A veces es medio choto pensarlo así, pero creo que se trata de vivir un día a la vez. De gestionar las actividades entre ser madre o padre y el trabajo o las actividades que te gustan hacer. De ir haciendo lo que se puede y de a poco las cosas van a ir girando como vos querés o te lo proponés. Para mí es de a poco. Y también hay que tener fe en las ideas. El emprendedor es muy de enamorarse de sus ideas. Si vos intuís qué es lo que querés lograr o darle a la gente algo que te propongas te lo tenés que creer. También hay que saber renunciar a las ideas, cuando te das cuenta que la cosa no va, que lo probaste de arriba a abajo y no funciona, hay que saber renunciar. ¿Y a alguien que quiera emprender qué le dirías? Que escuche a otros que ya lo hicieron. Creo que sería un buen consejo para no estar tan perdidos. A nosotros nos pasó que al principio estábamos perdidas porque no sabíamos por dónde arrancar. ¿Qué harías si algún día este proyecto deja de funcionar o de ser rentable? Lo que haría sería salir a buscar trabajo, no me imagino mi vida sin trabajar. No soy una mujer que se pueda quedar en la casa solamente criando a mis hijos. ¿Qué cosas te hacen feliz? Vengo de una familia ultra disfuncional entonces tengo un amor excesivo por mis amistades. Compartir con ellos me hace feliz. Poder invitar a mis amigas a comer a mi casa me hace muy feliz. Es algo que viene de siempre en mí, la comunión me hace otra persona. Me hace ser realmente yo sin tener que impostar nada. ¿Y qué cosas son importantes para vos? La ternura de la gente me parece muy importante. Esa gente que se preocupa por lo que le pasa al otro, de tener un gesto, de ayudar al que está pidiendo en el semáforo. No podemos ir por la vida sin mirar al de al lado. seguramente no le vas a cambiar la vida, pero no podemos ignorar a todos todo el tiempo. Perfil Lorena Monferrán Emprendedora Nació en Posadas, Misiones, en enero de 1992. Es madre de dos hijos (Ian y Enzo) y hace cinco años administra junto a su hermana el emprendimiento de venta de jugos naturales Kinigua. Estudió teatro y durante tres años realizó presentaciones de stand up con el grupo El club de la Mandarina.

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