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  • La Renovación vuelve a las raíces – MisionesOpina

    » Misionesopina

    Fecha: 30/07/2025 04:10

    Por Luis Huls* El 9 de julio, el gobernador Hugo Passalacqua dejó una frase que no fue solo simbólica: “La Nación tiene que respetar a las provincias, porque las provincias existían antes y fueron las que crearon a la Nación”. No fue un exabrupto patriótico. Fue una advertencia política. Una señal de que el silencio respetuoso que se mantenía desde Misiones hacia la Casa Rosada se terminó. Días después, el diputado provincial, exgobernador y candidato a diputado nacional, Oscar Herrera Ahuad, comenzó una seguidilla de apariciones en medios de comunicación con críticas a diversas medidas del Gobierno Nacional: apuntó contra la desregulación de la yerba mate, el desfinanciamiento del Garrahan, la desaparición del IMET, el recorte de obras públicas. Palabras que antes del 8 de junio no se escuchaban en la voz de los principales referentes de la Renovación. Antes, las críticas estaban tercerizadas en intendentes y funcionarios de segunda línea, como para sacarse la bronca sin comprometer la estrategia general. Pero ahora no. Ahora hablaron dos de los tres más importantes líderes del movimiento político que gobierna la provincia. Falta Carlos Rovira, pero todo indica que el tono, el rumbo y el posicionamiento están mutando con un acuerdo conjunto. Y que esta transformación irá profundizándose hasta, posiblemente, devolverle a la Renovación lo que supo construir en su mejor época: identidad. No se trata de nostalgia. Nadie espera que vuelva el “hasta la victoria siempre” de los inicios. Pero sí que deje de ser un espacio político incómodo, callado, sometido a un gobierno nacional con el que no comparte principios ni beneficios. Porque además de ajustar, ese gobierno le compite con candidatos y lista propia. La Libertad Avanza no es un socio: es un adversario que busca quitarle poder territorial, económico y simbólico. Está bien que así sea, es parte del juego de la democracia. Como también está bien que la Renovación ahora haya decidido contarle las costillas. La pregunta no es si hay que confrontar a Milei. La pregunta que se hacen las bases —los militantes, los dirigentes intermedios, los votantes históricos— es si la Renovación volverá a ser la Renovación. Un espacio autónomo, federal, reclamador de lo que nos deben, de lo que nos quitaron. Aquella fuerza que peleó por la zona aduanera especial, por una tarifa diferencial para cuidar la selva, por el gasoducto, por más coparticipación. El misionerismo que se plantaba cuando le faltaban el respeto a la provincia. Si la respuesta es sí —y todo indica que sí— entonces hay cosas que deben ordenarse. Primero, el discurso. No se puede permitir que mientras un referente defiende el rol del Estado y critica el ajuste, otra candidata del mismo frente hable de “la casta” y repita slogans libertarios. Estamos todos de acuerdo que la Renovación es un movimiento que integra ideologías plurales, diversas y cruzadas, pero cuando el debate se desborda a la luz de todo el mundo, roza la anarquía. Los trapitos se lavan en casa. También hay que aclarar los roles. ¿Qué papel juegan los libertarios renovadores? No alcanza con decir que el espacio es amplio. Hay funcionarios confundidos y esa sensación se traslada a la gente. Lo dijo el periodista Damián Cunale en El Ciudadano se Rebela hace unas cinco semanas: muchos votos que fueron para Amarilla en junio, antes eran renovadores. Y se fueron. Y no por enojo, sino por falta de claridad. Si la Renovación vuelve a hablarle a la gente con identidad y coherencia, esos votos pueden volver. Lo mismo sostuvo Milva Carlino hace diez días: hay votantes de Milei que también votan a la Renovación. El blend fue una jugada inteligente, pero el blend necesita menos contradicción. También hay que recuperar la política en territorio. Son muy pocos los que caminan con frecuencia. Poquísimos. No alcanza con redes sociales, ni con streamings, ni con posteos. Los ministros tienen que salir del despacho, no pueden trabajar solamente de 8 a 12 y después desaparecer, atendiendo en la oficina o en el café, haciendo gestión desde su celular. Los referentes tienen que volver a caminar el barrio, pisar el barro, escuchar a la gente. Hay una sensación generalizada de que se perdió el pulso del territorio. De que las elecciones de junio se encararon con arrogancia, como si la camiseta ganara sola, sin transpirarse. Y no. En Misiones, el poder se construye caminando, no en piloto automático. El misionero quiere ser escuchado, quiere el contacto cara a cara. Ya es suficiente con un presidente que no conoce el interior del país. Lo dijo Rovira en una de las previas: “Nosotros no tenemos patrones fuera de Misiones. El poder está en la gente”. Esa frase debe volver a ser guía. Porque lo que se espera no es un regreso al pasado, sino una versión superadora de la Renovación en la época de un presidente que recorta, ajusta, maltrata a las provincias y no te da una sola positiva. Ante ese escenario, menos sumisión, más identidad. Menos obediencia silenciosa, más defensa de lo provincial. Menos quietud y más rebeldía con el poder central de Buenos Aires. Mirarse al espejo no es volver a las raíces ni es retroceder: es recordar para qué se construyó este espacio. * Director periodístico de Misiones Opina

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