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» tn24
Fecha: 29/07/2025 21:28
Villa Olivari, una localidad correntina, atraviesa días de dolor e indignación tras el asesinato de Bruno, también conocido como Manchita, el perro que durante años acompañó a los niños de la Escuela N° 64 “José Luis Olivari”. El hecho ocurrió este lunes, cuando un hombre le disparó a sangre fría con un arma de fuego, provocándole la muerte en el acto. El autor fue denunciado, pero continúa en libertad, lo que desató una fuerte reacción comunitaria. Bruno era mucho más que una mascota: era una presencia cotidiana en la vida escolar de los niños. Todos los días, puntualmente a las 7.10 de la mañana, doblaba la esquina para ingresar a la escuela junto con los alumnos. “Era uno más de nosotros”, contó una docente, visiblemente emocionada. Compartía recreos, recorría los pasillos y hasta acompañaba a los más pequeños hasta la puerta. Su ausencia dejó un vacío difícil de explicar a los chicos. Tras conocerse la identidad del autor del disparo —aún no difundida públicamente— se radicó una denuncia en la comisaría local. Sin embargo, el hombre no fue detenido, lo que motivó el reclamo de aplicación de la Ley 14.346 contra el maltrato animal. La comunidad pide que se actúe con la firmeza que amerita este tipo de violencia. En las redes sociales, el caso generó una ola de repudio. Una proteccionista local expresó: “Asesinaron a un ser de luz. Hoy los niños preguntan dónde está nuestro Bruno”. El mensaje fue acompañado por el anuncio de una marcha que se realizará este jueves a las 15 en la plaza central de Villa Olivari, bajo el lema “Apagaron tu ladrido, pero alzamos la voz”. Docentes, familias, vecinos y organizaciones proteccionistas se sumaron al reclamo, pidiendo justicia por Bruno y el cumplimiento de leyes que protegen a los animales. “Era un compañero, un amigo, parte del día a día escolar. No podemos dejar que esto quede impune”, señalaron. Mientras tanto, los niños de la Escuela N° 64 siguen llegando cada mañana con la esperanza de ver a Bruno esperándolos en la puerta. No lo encuentran. Pero esta vez, son ellos quienes lo esperan a él, con carteles, dibujos y lágrimas. Porque Bruno no era “solo un perro”: era parte de la comunidad, y su muerte golpeó a todos por igual.
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