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» Elterritorio
Fecha: 26/07/2025 13:44
Por su parte, el modelo itinerante se organiza en centros comunitarios y llega a 900 estudiantes que cursan la primaria y 1.750 que asisten a talleres. sábado 26 de julio de 2025 | 3:00hs. La modalidad ofrece terminalidad primaria y talleres de rápida salida laboral para jóvenes y adultos. Contar con espacios accesibles para terminar la escuela primaria o capacitarse en un oficio representa una oportunidad concreta para que jóvenes y adultos mejoren su calidad de vida. En Misiones, la modalidad Epja (Escuelas para Jóvenes y Adultos), que depende del Consejo General de Educación (CGE), permite cursar la terminalidad en tres ciclos y acceder a talleres de rápida salida laboral. Además de las escuelas estables, existe una línea itinerante que se despliega en espacios comunitarios mediante convenios con los municipios. “La modalidad adulto-primaria tiene dos formatos. La primera es la Epja, que son escuelas formales. La modalidad cuenta con 75 unidades distribuidas geográficamente en todo el ámbito de la provincia para personas mayores de 18 años”, explicó Luis Capaia, director de Enseñanza. La oferta está disponible para mayores de 18 años en adelante. Por su parte, precisó que actualmente hay aproximadamente 2.800 estudiantes en proceso de terminalidad primaria en las Epja y unos 4.300 que participan en talleres de oficio. Todas estas unidades funcionan dentro de escuelas que comparten edificios con otras modalidades del sistema. En ese sentido, Capaia aclaró que ambas líneas -la formal y la itinerante- conviven dentro de la misma modalidad, aunque tienen estructuras y lógicas de funcionamiento distintas. Mientras, las Epja se desarrollan en escuelas fijas, la itinerancia se organiza en múltiples puntos barriales. “No quiere decir que sea informal. Simplemente la diferencia está en el formato de trabajo y en la figura del docente itinerante”, sostuvo. Según explicó el referente, los docentes itinerantes no trabajan en un solo edificio, sino que se trasladan durante la semana entre diferentes centros comunitarios. De este modo, las clases llegan directamente a los barrios, facilitando el acceso para quienes tienen dificultades de movilidad. La línea itinerante cuenta actualmente con 34 coordinaciones en toda la provincia. Según Capaia, esa red alcanza a 900 estudiantes que cursan la terminalidad y a 1.750 que participan en talleres. En cuanto a los contenidos que se dictan, el director de Enseñanza puntualizó que las escuelas formales pueden ofrecer mayor variedad por contar con más recursos e infraestructura. Allí se dictan cursos de informática, electricidad o auxiliar administrativo, que requieren equipamiento técnico. “Las escuelas formales tienen talleres como operador de PC, marketing digital, informática, peluquería y cosmetología, electricidad domiciliaria y del automotor, refrigeración, cocina y repostería, auxiliar administrativo contable y jurídico”, enumeró. En cambio, en las itinerantes los talleres deben adaptarse a las posibilidades de cada espacio y al equipamiento disponible. Por ello, se priorizan oficios que requieren menor infraestructura, como peluquería o costura. “Nos resulta más fácil agrupar usuarios para talleres de peluquería, por ejemplo. No se necesita mucho. Los usuarios llevan las cabezas y los profes les enseñan los cortes, los peinados, lo que no requiere tantos recursos técnicos”. De igual forma, indicó que “el alumno adulto va porque quiere ir, porque quiere superarse, porque sabe que necesita, porque sabe que el mundo es competitivo. Nadie va a la escuela de adultos porque se lo obliga”. Rol docente Asimismo, destacó que el rol docente implica acompañar trayectorias marcadas por las obligaciones y problemáticas de la vida cotidiana. Para ello, es clave tener un perfil acorde, tanto para enseñar como para contener. “Muchas veces el alumno adulto te cuenta que tuvo que pagar la luz, que mañana no va a poder venir porque la changa le requiere un horario mayor. Te cuenta su problemática”. También valoró que la convivencia intergeneracional es común en estos espacios. En una misma aula pueden compartir clases padres e hijos, aprendiendo juntos electricidad, peluquería o realizando la terminalidad. “Es muy posible que padres con hijos compartan el mismo salón. Los dos estudian peluquería o electricidad o están haciendo terminalidad. Ese diálogo fluido de cuestiones de la vida no surge en una primaria común”. Primaria En la Epja, el ciclo primario se divide en tres etapas. Cada estudiante es ubicado según sus saberes previos, experiencia y nivel de lectura y escritura. No importa si nunca fue a la escuela o si interrumpió hace muchos años. “Viene una persona y el docente enseguida le detecta si puede estar en un segundo ciclo, en un tercer ciclo o en un primer ciclo. Lo promocionamos acorde a su conocimiento y al bagaje que trae de la vida”, añadió Capaia. Con el paso de los años, y tras distintos programas implementados, disminuyó la cantidad de adultos sin terminalidad. Frente a eso, la modalidad se reinventó, sumando más talleres con orientación laboral. “Nos fuimos reinventando muchas cosas. Los alumnos con falta de terminalidad primaria han disminuido mucho, porque han habido muchos programas que les han facilitado esas terminalidades”. Una de las estrategias centrales fue firmar acuerdos de cooperación con municipios. A través de ellos, los intendentes aportan espacios y la modalidad educativa designa docentes, optimizando recursos y acercando la escuela a los barrios. “Desde nuestra escuela les facilitamos el recurso humano. Ellos ponen el recurso técnico básico. Nosotros les ayudamos a ellos y ellos nos ayudan a nosotros”, señaló. Por su parte, el docente anticipó que están prontos a firmar un convenio con Aristóbulo del Valle y con el municipio de Posadas para organizar charlas temáticas sobre problemáticas sociales y digitales. “Vamos a hacer charlas sobre grooming, sobre violencia de género, sobre redes sociales. Agrupamos no a un solo salón, sino a más alumnos nuestros. Eso nos viene muy bien”, afirmó. A su vez, resaltó el trabajo que se viene realizando con el Hogar de Día de Posadas, el de Oberá y el de Iguazú. A través de esos espacios, la Epja despliega talleres y terminalidad primaria con articulación directa. “En Itaembé Guazú y en Itaembé Miní nosotros articulamos con la Secretaría de Prevención, que se encuentra pegada al Hospital Baliña. Ellos tienen lo que tiene que ver con digitalidad, con talleres de oficio, con cocina. Nosotros facilitamos el recurso humano”, detalló. De igual manera, mencionó que están elaborando un mapeo más amplio para articular con todos los puntos en los que el Ministerio de Prevención tiene presencia en territorio. Sobre la edad de los estudiantes, señaló que el mayor porcentaje se encuentra entre los 20 y los 40 años. Esa franja busca talleres prácticos y cortos que les permitan trabajar por cuenta propia. “Los que buscan esa salida laboral rápida son la franja de entre 25 y 40 años. Buscan electricidad, refrigeración, entre otros”. En consonancia, el director subrayó que hay personas que se acercan por curiosidad o interés en aprender. Otras buscan orientación luego de abandonar una carrera universitaria o técnica que no se ajustó a sus expectativas. “En el cuidado del adulto mayor aprenden a tomar la presión, a suministrar un suero, a tratar con pacientes. Hoy, ¿quién no tiene un abuelo, una mamá o un papá? Uno tiene que trabajar, entonces tenés que disponer de alguien. Es una cadena”, afirmó. Finalmente, Capaia cerró con una reflexión personal sobre su recorrido como docente, su paso por la ruralidad y el valor que tiene la educación para cambiar realidades. “Yo sigo aprendiendo todos los días. Un alumno te puede sorprender con una enseñanza, porque vivieron experiencias que uno no vivió”.
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