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» Rafaela Noticias
Fecha: 25/07/2025 17:15
La huellas de Saputo: un tendal de calles rotas que padecen (y pagan) los rafaelinos Por Redacción Rafaela Noticias En el "campito", donde se hicieron tantos talentos de nuestro fútbol, no siempre la pelota la aportaba el "gordito" con plata. A veces al "cuero" lo ponía un cumpleañero reciente, o el que tanto trajinar potreros lograba convencer al padre de la inversión necesaria para el goce futbolero. Podía ser un "fulbito" viejo con algunos parches o la gloriosa "oficial" de algún Mundial (quienes de los que peinan canas no se acuerda de la "Tango" del '78, mientras soñaban con ser Kempes), pero siempre había una regla inquebrantable: "rompe, pincha, paga". Si la pelota excedía los límites del campo y daba en algún vidrio frágil, si el balón se rompía por alguna circunstancia o se perdía en alguna propiedad de dueño demasiado cascarrabias, había que reponer la pelota. "Rompe, pincha, paga". Tres palabras que resumían un código de convivencia esencial del potrero. En la lógica de los tiempos actuales, esa lógica del potrero no existe en muchos aspectos. Tampoco suelen sobrar los ejemplos de saludable responsabilidad social empresaria. Un ejemplo rafaelino: la multinacional Saputo. Heredera de la rica tradición láctea de la región, la empresa siempre fue un orgullo regional, pasando por distintas manos. Hubo un tiempo en que "Molfino" -que cuando nació estaba en los bordes urbanos- apenas si se arrimó a la sombra de la tía rica del pago, Ilolay. Sin embargo, luego de varios pases societarios y ya perteneciendo la planta a uno de los gigantes lácteos del mundo, como es la canadiense Saputo, ostenta otra condición: la planta nacida en los confines de la ciudad ahora quedó en medio de una zona densamente poblada y ya proyecta su propia sombra como figura principal de la lechería argentina. Saputo es la empresa láctea número uno de la Argentina, que es una de las potencias mundiales en el sector. Tiene dos plantas principales, pero la mayor es la de Rafaela. Entre cien y ciento veinte camiones lecheros ingresan diariamente a la planta enclavada en el corazón del barrio Fasoli. Lo hacen siguiendo una traza predeterminada: RN 34, Cerdán, Lisandro de la Torre, Luis Maggi, Ayacucho y regreso. Ida y vuelta. Las 24 horas del día. Los 7 días de la semana. En invierno, en verano. Los 365 días del año. La huella de los camiones Aunque salvo el breve tramo de Cerdán todo el camino es pavimentado, la huella de los camiones está impresa en el hormigón. En el asfalto destruido. Se puede seguir con absoluta nitidez en el caso de L. Maggi y de Ayacucho: sólo en el sector que coincide con la traza de los camiones de Saputo ambas arterias muestran el impacto del tránsito pesado. Maggi al Este de Ayacucho es un billar. Ayacucho al Sur de Mainardi, ídem. Pero allí donde pasan los camiones sólo hay paños de asfalto sanos en donde la Municipalidad hizo alguna obra de reconstrucción . El costo ¿Cuánto cuesta reparar una calle de hormigón rota? Muchísimo. La última liquidación estimada certera corresponde a la obra que se va a encarar en Bv. Yrigoyen. La Municipalidad estimó el metro cuadrado de hormigón de 15 cm. de espesor (se considera que para el tránsito pesado debería ser de 18 cm.) en 55 mil pesos. Cada tramo que se repara en una cuadra cuesta millones. Varios millones. Hacer una cuadra nueva, a valores de mayo, implicaba unos 60 millones de pesos, incluyendo las ochavas. Obviamente, la reconstrucción no tiene el mismo costo, porque hay que descontar los cordones, el movimiento de suelos y la base, pero a la vez hay que sumar lo que cuesta remover el hormigón roto y trasladar los escombros. ¿Quién paga los arreglos? El caso de Saputo es diferente al de otras empresas que también usan parte de la traza. El tramo de Lisandro de la Torre entre Luis Maggi y Cerdán hoy presenta un colapso importante, porque hay varias empresas con muchos empleados -por ejemplo, el grupo Bazar Avenida, que tiene su administración allí- que dejan estacionados sus autos en todo lo largo de la calzada. Pero también hay otras empresas de transporte, constructoras y el frigorífico Sodecar cuyos camiones ingresan por allí. Pero ninguno tiene el volumen de desplazamientos de Saputo, que se multiplica por diez o más en comparación con las otras empresas. Hasta ahora, siempre los arreglos del pavimento los ha pagado el municipio, históricamente. Pero esto deberá comenzar a cambiar más temprano que tarde, por varias razones. Se entiende que Saputo es una compañía que genera cientos de puestos de trabajo y cuya radicación en Rafaela es una cuestión de Estado: ninguna de las acciones, las muy buenas y las no tan buenas, que lleve adelante la empresa y su impacto en la comunidad pueden dejar de ser atendidas por el municipio. Como tal, Saputo es un gran contribuyente de impuestos en la ciudad. Genera riqueza, trabajo y desarrollo. Pero eso no la exime de responsabilidades mayores, en donde la vida de las personas está por encima de cualquier interés. Y la cuestión del movimiento de camiones de la empresa es un riesgo que debe minimizarse y donde la propia empresa no puede adoptar una postura indiferente, como lo viene haciendo sistemáticamente. Saputo no se caracteriza por tener un área de comunicaciones ágil y útil. Cuando reconstruyó su centro de recepción de materia prima mantuvo cortada la calle Mainardi por largos meses. Los vecinos que a diario sufrieron los padecimientos de ese corte se "bancaron" la desinformación y el silencio de la compañía, mientras la calle permanecía vallada. Por otro lado, el municipio dentro de pocos meses iniciará un plan de pavimentación nuevo, que incluye la reconstrucción de calles de concreto asfáltico. En el barrio Fasoli, las calles Cervantes y 27 de Septiembre, alrededor del predio de Saputo, tienen condiciones parecidas a las de otras ejecutadas hace casi 40 años con los mismos materiales. Según el intendente Viotti, esos frentistas deberán pagar la reconstrucción del pavimento. ¿Cómo será la reacción de los vecinos cuando les lleguen esas boletas y sepan que Saputo no paga un peso en forma directa por las calles que sistemáticamente rompen sus camiones? ¿Siempre habrá que "comprenderla" como parte de la aceptación lisa y llana de que es un precio a pagar por la permanencia de una industria que da trabajo y bienestar a muchas familias trabajadoras? Cada rafaelino tendrá su opinión. Pero el problema está sobre la mesa y cada día se hará más acuciante enfrentarlo.
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