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» Diario Cordoba
Fecha: 25/07/2025 09:07
Juana está desquiciada, miente, denuncia falsamente, manipula a sus hijos, mientras el padre condenado por violencia machista contra ella, imputado por agresión a su propio hijo, es un señor víctima del feminismo radical. Juana Rivas no cae bien, no ha ganado el relato público, se le ve una mujer débil porque siempre está llorando, rodeada de otras comadres que la manipulan, y montando espectáculo. Es curioso que a la misma mujer que se le achaca que está mal asesorada y es muy influenciable, se le atribuye el poder de modificar el juicio a sus hijos, uno mayor de edad y el menor que debe volver con su padre. Se equivocó sustrayéndolos y huyendo de Italia, y posteriormente en la estrategia procesal es evidente que la otra parte es más eficaz y poderosa. El padre mantiene la imperturbabilidad en las entrevistas que concede, porque también ha espectacularizado este drama de custodias impuestas. Pero es que el caso aquí no va de elegir estar en el equipo de la madre o del padre, el foco no está en los derechos de los progenitores, sino en el de los hijos. Uno de ellos al cumplir la mayoría de edad no solo decidió huir del entorno paterno, sino que ha sido parte activa pidiendo ayuda para que su hermano pequeño no tenga que pasar, según sus propias palabras, por lo que él ha tenido que vivir. De este hijo mayor también se decía que mentía cuando contaba lo mismo que ahora hace siete años, y al pequeño se le achaca que en Italia dice una cosa y otra en España, y quien es la única culpable, la alienación parental inventada que además de no existir juega siempre solo contra la madre. El otro día es cierto que se montó un circo en el punto de entrega que no se puede repetir como dice la jueza, pero a su señoría le resultara igual de paradójico que el señor Arcuri en septiembre vaya a declarar en su país por la denuncia de malos tratos de la mano de su supuesta víctima, su hijo. En todos estos años, con procesos en Italia y en España, que afectan a dos jurisdicciones, la penal y la civil, lo que más ha faltado es prudencia y tutela en la protección de dos menores. Si es verdad, no constatada todavía jurídicamente el nivel de amenazas y el riesgo que este niño debe seguir viviendo con su progenitor, lo de menos es el espectáculo de ayer y lo de más es el riesgo de devolverlo a un potencial agresor. Que los errores, la externalización del dolor, el séquito que acompaña a la madre, no nos impidan ver el bosque, la seguridad física y la integridad de un menor del que todos hablan y al que no se le ha escuchado suficiente. Somos tan intransigentes con las debilidades de la madre como complacientes con las sentencias y acusaciones del padre.
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