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  • Nuevo hallazgo conecta la salud del intestino con el riesgo cardiovascular

    Crespo » Paralelo 32

    Fecha: 21/07/2025 20:25

    Un reciente estudio publicado en Nature revela un sorprendente vínculo entre la microbiota intestinal y la aterosclerosis. La Dra. Elena Pastor Manfredi, nutricionista y Directora de Nutrición de la Fundación Iberoamericana de Salud Pública (FISP), destacó que el propionato de imidazol (ImP) —un compuesto producido por bacterias intestinales— no solo está asociado a esta enfermedad cardiovascular, sino que puede causarla. Investigadores del CNIC comprobaron que altos niveles de ImP en sangre generan inflamación sistémica y formación de placas en las arterias, incluso sin dietas ricas en colesterol. El hallazgo refuerza la importancia de la microbiota en la prevención de enfermedades crónicas y propone nuevas estrategias como análisis tempranos de ImP y el uso de probióticos para modular su producción. Intestino y corazón, una conexión inesperada El estudio fue liderado por científicos del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) de España y reveló que el ImP, metabolito generado por ciertas bacterias intestinales, no solo está presente en personas con aterosclerosis incipiente, sino que además juega un rol causal en la formación de placas de grasa en las arterias. En modelos animales con predisposición a enfermedades cardíacas, la administración de ImP provocó inflamación vascular y rigidez arterial, incluso sin necesidad de una dieta alta en colesterol. ¿La razón? Este compuesto activa un receptor del sistema inmunológico, el I1R, lo que desencadena una respuesta inflamatoria sistémica que daña el sistema circulatorio. “Estamos ante una molécula que engaña al sistema inmune y actúa como un disparador oculto de enfermedades cardiovasculares. Lo más sorprendente es que proviene de nuestro propio intestino”, explicó la Dra. Pastor Manfredi. Microbiota intestinal: una nueva frontera en medicina preventiva Hasta hace pocos años, la prevención de enfermedades cardiovasculares se enfocaba casi exclusivamente en factores como el colesterol, la presión arterial o el tabaquismo. Hoy, la investigación avanza hacia un enfoque más holístico, en el que la microbiota intestinal —el conjunto de microorganismos que habitan el intestino— aparece como actor clave en la salud general. La doctora subraya que este descubrimiento se suma a una serie de estudios que vinculan la microbiota no solo con el aparato digestivo, sino también con la salud metabólica, inmunológica y cardiovascular. “Nuestros microbios metabolizan lo que comemos. De esa interacción surgen moléculas que pueden beneficiar o dañar nuestra salud. El ImP es una advertencia clara de que debemos prestar más atención a lo que ocurre en el colon”, agregó. Implicancias para la nutrición y la salud pública En términos de prevención, este nuevo enfoque exige revisar las recomendaciones alimentarias. Según Pastor Manfredi, dietas ricas en fibra, frutas, verduras, legumbres y alimentos fermentados promueven una microbiota diversa y saludable. Al contrario, el consumo excesivo de carnes rojas y alimentos ultraprocesados puede favorecer la proliferación de bacterias que generan compuestos como el ImP. “El objetivo debe ser modular la microbiota a través de la dieta y de probióticos bien diseñados. Un microbioma equilibrado puede reducir la inflamación sistémica y producir sustancias protectoras como los ácidos grasos de cadena corta”, detalló la experta. Además, la posibilidad de detectar ImP en sangre abre la puerta a nuevas herramientas de diagnóstico precoz, permitiendo identificar personas en riesgo incluso antes de que aparezcan síntomas. Desde el enfoque de salud pública, esto podría revolucionar las estrategias de prevención cardiovascular. Una nueva mirada: del intestino al corazón Aunque aún falta identificar con precisión qué cepas bacterianas producen ImP en humanos, los investigadores coinciden en que estamos ante un cambio de paradigma. “Cuidar el intestino también es cuidar el corazón”, sintetiza la Dra. Pastor Manfredi. Para ella, el futuro de la medicina preventiva combinará lo mejor de la biotecnología con los hábitos clásicos saludables, adaptados a una era en la que el conocimiento sobre la microbiota está transformando la forma en que entendemos la salud.

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