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» tn24
Fecha: 21/07/2025 17:41
Mientras la guerra en Ucrania continúa sin un horizonte de paz, la posición internacional de Rusia se debilita cada vez más. A pesar de las propuestas de cese del fuego impulsadas por el expresidente estadounidense Donald Trump, el Kremlin mantiene su ofensiva sobre ciudades ucranianas y descarta cualquier tipo de concesión territorial. La negativa de Vladimir Putin a negociar ha tenido un alto costo: la pérdida de influencia regional, la caída de alianzas estratégicas en Medio Oriente y Asia Central, la dependencia económica de China y el cierre de mercados clave como Europa. Analistas advierten que esta estrategia tiene consecuencias irreversibles. “Rusia no puede ganar esta guerra en el largo plazo”, explicó Michael Kimmage, experto en relaciones internacionales. Se estima que, hacia fin de año, el conflicto dejará un millón de muertos y heridos. Mientras tanto, la OTAN se fortalece con el ingreso de nuevos miembros y un aumento del gasto militar, y países que solían ser cercanos a Moscú, como Armenia y Azerbaiyán, se alejan. A nivel interno, el Kremlin endurece la represión, recorta libertades civiles y promueve un modelo de gobierno autoritario con fuerte carga nacionalista. El control de los medios rusos también se ha intensificado. Tras las críticas de Trump, canales estatales arremetieron con campañas difamatorias contra su esposa, Melania, y difundieron teorías conspirativas. En paralelo, la economía rusa sufre las sanciones occidentales y una creciente militarización del presupuesto. Cerca del 40% del gasto nacional está destinado a defensa. El petróleo y el gas, antes vendidos a Europa a buen precio, ahora se exportan con descuentos principalmente a China e India. Putin sostiene que “toda Ucrania es nuestra” y reitera que rusos y ucranianos son “un solo pueblo”. Pero las consecuencias de su postura parecen estar dejando a Rusia más aislada que nunca, con una guerra que ya no es solo contra Ucrania, sino —según su propia retórica— contra todo Occidente.
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