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Parana » El Once Digital
Fecha: 21/07/2025 09:30
Tras un período de condiciones neutrales, algunos de los principales modelos climáticos internacionales comienzan a advertir un cambio significativo en la circulación del océano Pacífico, que podría tener impacto directo en el clima sudamericano. “El enfriamiento observado en las últimas semanas, tanto en la superficie como en la subsuperficie del mar, fortalece la hipótesis de que La Niña podría regresar en los meses de verano. De concretarse, este fenómeno podría instalarse antes de fin de año y extender su influencia durante la campaña agrícola 2025/26”, indicó el meteorólogo Leonardo De Benedictis. El fenómeno de La Niña forma parte del ciclo ENSO (El Niño–Oscilación del Sur) y se caracteriza por la presencia de temperaturas más frías de lo normal en el Pacífico ecuatorial central, lo que altera la circulación atmosférica global. Para Sudamérica, y especialmente para Argentina, su manifestación suele asociarse a lluvias por debajo de lo normal en las regiones agrícolas del centro y norte del país, sumado a un mayor riesgo de heladas tardías en primavera y una frecuencia mayor de irrupciones de aire polar. Actualmente, los datos muestran que la temperatura del agua en la región clave del Pacífico aún se mantiene dentro del umbral de neutralidad. Sin embargo, la aparición de una masa fría subsuperficial, entre los 100 y 150 metros de profundidad, sugiere un posible enfriamiento más intenso en los próximos meses. Efectos en Argentina Modelos climáticos de referencia coinciden en proyectar una posible presencia de La Niña hacia el verano, con una probabilidad levemente superior al evento neutral. No obstante, otros modelos continúan favoreciendo la neutralidad, lo que refleja la incertidumbre predominante en esta etapa de análisis climático. En Argentina, los impactos de La Niña dependen de la región y del momento del año. En primavera y verano, este fenómeno tiende a provocar un déficit de lluvias en zonas agrícolas clave como el norte y centro de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos, La Pampa y parte del NOA. Esta situación podría afectar especialmente al desarrollo de cultivos de gruesa como el maíz y la soja, fundamentales para la economía nacional. A esto se suma el aumento de pulsos de aire frío, lo que incrementa el riesgo de heladas tardías en primavera, sobre todo en el sur de la región pampeana. Además, La Niña suele generar mayores amplitudes térmicas, con mañanas frías y tardes calurosas, un comportamiento que puede alterar procesos clave como la floración o el llenado de grano. La Niña provoca menos lluvias. Elonce Circulación atmosférica y condiciones más secas Durante los años Niña también es habitual observar una circulación del oeste más débil y un fortalecimiento del anticiclón del Atlántico, lo cual restringe el ingreso de humedad desde el norte. Esta combinación de factores favorece condiciones más secas y estables, con menor cobertura nubosa y mayor radiación solar. Si bien esta mayor radiación puede resultar beneficiosa en ciertas etapas del cultivo, también aumenta la evapotranspiración, agravando el déficit hídrico cuando las lluvias no alcanzan los niveles normales. La combinación de estas variables plantea un escenario desafiante para la campaña agrícola 2025/26. Por el momento, el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) no ha emitido un informe que confirme oficialmente el retorno de La Niña, ya que se trata de tendencias incipientes y no concluyentes. Sin embargo, la entidad sí reconoce un enfriamiento progresivo del Pacífico y realiza un seguimiento constante de su evolución. Monitoreo clave y aprendizaje del pasado El último informe de consenso regional de la OMM (Organización Meteorológica Mundial) también menciona un posible desarrollo de condiciones Niña hacia fines del año, aunque no hay confirmación certera y varios modelos todavía insisten en una perspectiva neutral. “Así como aún no puede determinarse esta posibilidad, mucho más difícil resulta anticipar con certeza la intensidad del fenómeno, ya que la tendencia de los modelos no es clara”, remarcan los especialistas. En este contexto, es fundamental el monitoreo continuo de las condiciones oceánicas y atmosféricas, ya que ajustar las decisiones productivas con información sólida puede evitar pérdidas significativas. “Por el momento, sólo son tendencias incipientes, no concluyentes. Se recomienda monitoreo y seguimiento de los pronósticos para tener mayor certeza.” La experiencia reciente con eventos Niña en las campañas 2020/21, 2021/22 y 2022/23 demostró que el impacto puede ser muy severo para el sector agropecuario, especialmente cuando se combina con otros factores como olas de calor, sequías prolongadas o heladas fuera de estación. Por eso, el análisis de largo plazo y la preparación temprana resultan fundamentales frente a un escenario que podría cambiar rápidamente. (Con información de Meteored)
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